Victoria en Wembley y liberación de Quini
El 25 de marzo de 1981 fue un día grande para el fútbol español: ganamos a Inglaterra en Granada y en Wembley, y ese mismo día se resolvió el secuestro de Quini, que tuvo a España en vilo durante tres semanas y media.
Estábamos en la marcha de aproximación al Mundial de España, que había de celebrarse en el 82. Como anfitriones, no jugábamos fase previa de clasificación, así que había que buscar compromisos de importancia para tener activo al equipo. Hasta se resucitó la Selección B, a fin de que hubiera más actividad. Para ese 25 de marzo, se programó un choque doble contra Inglaterra: entre los B, en Granada, y entre los A, en Wembley. Allí nunca había ganado España. La última victoria sobre los ingleses databa de 1960, en el Bernabéu. Tiempos todavía de Di Stéfano.
Eran los años en los que la Real tenía una soberbia generación de jugadores. Uno de ellos era, Satrústegui, delantero centro, como Santillana en el Madrid. Se debatía cuál de los dos debería ser el titular en la Selección. Para esta ocasión, los seleccionadores (Santamaría, el de la A y Suárez, el de la B) decidieron llevar a Santillana con la B. Para entonces ya había sido 25 veces internacional absoluto, así que ese paso a la B sonó a degradación. Para los madridistas era una humillación, aunque Santillana fue exquisito en sus declaraciones.
Satrústegui y Santillana eran dos de los tres grandes delanteros-centro del momento. El otro era Quini, que no estaba disponible. Vivía una situación angustiosa: había sido secuestrado el día 1 de ese mismo mes, en su casa de Barcelona. Era domingo, acababa de jugar contra el Hércules. Regresó a casa contento, el Barça, ganador, se ponía a sólo dos puntos del Atlético, líder. Iba a dejar unas cosas en casa para luego dirigirse al aeropuerto, a recoger a su mujer, que pasó el fin de semana en Gijón. Pero cuando esta llegó a El Prat, Quini no estaba. Extrañada, cogió un taxi y fue a su casa. Allí no estaba su marido, pero había luces encendidas y cierto desorden. Llamó a la policía…
Quini había sido secuestrado.
Aquello absorbió la atención nacional, al tiempo que supuso un frenazo del Barça en la tabla. Pero la vida seguía y ahora tocaba el doble compromiso con Inglaterra. Sobre todo el de Wembley.
La última victoria sobre los ingleses databa de 1960, en el Bernabéu. Tiempos todavía de Di Stéfano
Cuando jugadores y prensa llegan a Londres, encuentran a la ciudad revuelta por otra cuestión. Los titulares de prensa los ocupaba Ronald Biggs. En cierto modo, también un caso de secuestro. Ronald Biggs fue uno de los asaltantes al tren correo Glasgow-Londres (1963), en lo que se llamó el 'atraco del siglo'. Como el resto de la banda, fue atrapado, pero se escapó, y sus andanzas por Australia y Sudamérica se hicieron legendarias. Se convirtió en el prófugo más perseguido en la historia del Reino Unido. Lo último que se sabía es que vivía con feliz descaro en Brasil, país sin convenio de extradición con Inglaterra. De cuando en cuando hacía apariciones en prensa, en reportajes bien vendidos. Ahora unos maleantes le habían secuestrado y llevado a Barbados, y ofrecían su entrega por una fuerte cantidad de dinero.
Una noticia sensacional, aunque al final no cuajaría. Tampoco había tratado de extradición con Barbados. Biggs terminaría entregándose (2001), ya anciano y con la salud minada, para terminar su vida en Inglaterra. Falleció en 2013 en libertad, tras haber cumplido sólo ocho de los treinta años de su condena.
Zamora, una de las estrellas de aquella Real, vivió lo de Wembley como algo exclusivo en su vida: “Lo recuerdo como unas horas mágicas. Entrar allí, pensar en los jugadores que por ahí habían pasado. Todo era solemne. El entrenamiento, el eco de las voces… El día siguiente, cuando íbamos en autobús, vimos muchos autobuses, pero autobuses especiales, con mesitas, luces… Gente muy trajeada. Todo era especial”.
También lo era la Selección inglesa de esos días, con Keegan, Clemence, Hoddle, Robson, Brooking, Francis, Mariner… Acuden 71.000 espectadores.
Al llegar tuvieron la primera buena noticia del día. La B había ganado por 3-2 a los ingleses. (El partido se había jugado a las cinco, el de Londres empezó a las 20:45). El disciplinado Santillana. que ejerció de capitán, marcó uno. En Granada jugaron: Urruti; Gerardo (Julio Alberto, 83'), Álvarez, Jiménez, Cundi; Diego (García Hernández, 46'), Perico Alonso, Saura; Morán, Santillana y Rubio (Esteban, 60').
A Wembley iban a saltar: Arconada; Camacho, Maceda, Tendillo, Gordillo; Joaquín, Víctor, Zamora; Juanito, Satrústegui y Marcos. Luego saldrían Montero (68') por Víctor, y Dani (84') por Juanito.
En el 4', Juanito avanza por la izquierda, toma en oblicuo hacia el área y manda un balón perfecto a Zamora, que llega al fondo y centra, para que Satrúsegui marque desde cerca. 0-1.
En el 27', Hoddle, a diez metros del área, volea un balón rechazado de cabeza y su remate se cuela como una exhalación junto al palo izquierdo de Arconada. 1-1.
En el 32', otro avance de Juanito, este por el centro, otra vez Zamora se cruza en busca del espacio libre, Juanito se la pone justa y el donostiarra cruza ante Clemence. 1-2.
Hasta el descanso, España lo borda. Le recuerdo a Zamora su gran compenetración con Juanito, que originó los dos goles: “La gente creía que nos llevábamos mal, porque los partidos entre la Real y el Madrid eran tremendos, pero éramos muy amigos. Y entenderse con Juanito era facilísimo, por su visión de juego”.
Se van al vestuario felices. Allí, Julián del Amo les da la noticia que por toda España empezaba a correr: ¡Han liberado a Quini! Eso les infla aún más el ánimo. La segunda mitad no es tan buena, pero controlan el partido, que acaba sin más goles. ¡Por primera vez en la historia España ha ganado en Wembley!
Poco a poco se van conociendo los detalles: Quini ha sido liberado en Zaragoza, en el sórdido sótano en un taller mecánico en la calle Jerónimo Vicente. Los secuestradores eran tres chorizos de cuarta división. Uno de ellos había viajado a Ginebra, engañado con el señuelo de que ya estaba depositada parte del rescate. Le detuvieron a las seis de la tarde. A las 21:15, la policía irrumpió en el lugar donde estaba Quini y redujo a su vigilante sin problemas. Quini estaba delgado, barbudo y nervioso, pero bien. Todo lo bien que podía estar después de 25 días a bocadillos, y atormentado por la inseguridad de su situación.
Helenio Herrera, entrenador del Barça, pidió que se repitieran los tres partidos que el Barça había jugado sin él. No lo consiguió. Aquella Liga la acabaría ganando la Real, con un gol 'in extremis' de Zamora en Gijón. Quini fue Pichichi. Al Mundial de España irían los tres: Satrústegui Santillana y Quini. La cosa no salió bien, pero no sería por falta de buenos arietes.
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