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LIGA DE CAMPEONES
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un guardaespaldas en la fiesta de Messi

Umtiti se gradúa con éxito en un duelo con el City que le obligó a jugar varios papeles

José Sámano
Messi, Umtiti y Piqué
Messi, Umtiti y PiquéDavid Ramos (Getty Images)

Agotados una vez más los merecidos elogios a Messi, el duelo con el City dejó una huella luminaria para el Barça. Pese al enésimo monocultivo de La Pulga, en la trastienda del choque se elevó por encima de todos un guardaespaldas inesperado: Samuel Umtiti. Recién llegado de puntillas, sin apenas cartel, con la mochila del mal fario azulgrana con los centrales fichados en las últimas décadas y con la sombra infinita de tanto jerarca alrededor de Leo, el francés se graduó con sobresaliente ante los de Guardiola. Y no en un encuentro cualquiera, sino en una jornada de enjundia en la que las circunstancias le obligaron a jugar muchos partidos al mismo tiempo. Sin ruido, a los 22 años, este muchacho de origen camerunés salió más que airoso de todos los retos que se le plantearon. En el fútbol no hay mañana, se suceden los desmentidos y los cometas fulgurantes, pero quizá este jovenzuelo esté en disposición de exorcizar del imaginario culé a los Christanval, Bogarde, Dèhu, Chigrinsky, Vermaelen…

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En su sexto partido de Champions, el segundo con el Barça, a Umtiti le llegó su primer encuentro de gala con los barcelonistas. Una prueba de fuego para quien aterrizó en el club sin pompa alguna, más bien bajo sospecha tras tanto central de saldo. Un exigente examen para reaparecer tras 23 días lesionado. Y más severo aun cuando se fueron a la enfermería Jordi Alba, su colega en el costado izquierdo de la zaga, y Piqué, el jefe del barracón. Al galo le tocó asumir los galones que aún no le han dado y no tiritó jamás. Ni un parpadeo de angustia, ni una mueca de pánico. Ni siquiera cuando, zurdo como es, le tocó custodiar el lado derecho de la defensa para que Mathieu, otro siniestro cerrado, impusiera su veteranía para jugar más cómodo, en su hábitat natural. La expulsión de su paisano hizo que Umtiti mutara de nuevo en el último tramo del choque. Ni así se rajó. El bleu se desplegó con la misma madurez que ya demostrara con Francia en la reciente Eurocopa, donde debutó el pasado 3 de julio antes de alistarse incluso en la final. Por lo visto, un veterano prematuro que no nota las sacudidas de los altos vuelos.

Pocos centrales del planeta están más expuestos que los del Barça, que deben dar carrete al juego a partir del portero y que tantas veces se ven obligados a arrestar a los rivales en inferioridad numérica, a campo abierto. Facetas nuevas para Umtiti, que ni pestañeó cuando tuvo que dar 15 pases a Ter Stegen o cuando el City le encapsuló con su presión alta. El central enganchó con todos sus compañeros salvo con Luis Suárez, el único que no recibió un pase del exjugador del Lyon. Y lo más importante, acertó en 64 de los 68 toques de balón (94 %). De los siete futbolistas de campo que disputaron todo el partido nadie tuvo más acierto que él. Para colmo, no hizo una falta.

El galo jugó con un aplomo extraordinario. ¿Y si el Barça por fin tiene ojo para los centrales?

Aplicado en los cruces, con imán para los rebotes, efectivo para cabecear por las nubes, con pie delicado para la circulación de la pelota y una visión cenital del juego, Umtiti dejó un aplomo extraordinario. Tanto cuando tuvo que enfrentarse a un rival sin un referente ofensivo claro, lo que incordia sobremanera a los de la retaguardia, como cuando Guardiola impuso una diana fija como Agüero. Umtiti respondió ante todas las tretas del duelo, que fueron muchas.

Solo es un advenedizo a punto de llevar a la reserva a Mascherano. La historia le juzgará. Lo que ya sabe el Barça es que el chico no solo tiene las condiciones por las que pagó 25 millones en fijos, sino que carece del mal de altura que pudo con tantos de sus predecesores en el puesto. ¿Y si resulta que en el Barça por fin tiene ojo con los centrales? Umtiti, con mucho menos rodaje que sus antepasados pinta mejor que ninguno, incluso que el rígido y errático Stones del Camp Nou, el del City, el zaguero más caro de la historia. Tampoco los ingleses han sido catedráticos para los centrales. De momento, en el día de Messi y Guardiola se matriculó con nota. Y sin decir ni que dijeran ni mu. Como parece jugar de forma engañosa, a lo Busquets, sin gaitas. A Piqué le toca ahora apadrinarle como hiciera Puyol con él. No se vislumbra mejor eslabón tras años y años de defensas sin defensa. Veremos.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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