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Mouriño pide que le vendan Balaídos para que el Celta no acabe en manos chinas

El presidente y máximo accionista del club gallego compromete al ayuntamiento de Vigo en su decisión de continuar en el club, pero el alcalde apunta que el estadio seguirá siendo público

Mouriño, en rueda de prensa.
Mouriño, en rueda de prensa.Salvador Sas (EFE)

Las palabras del hombre más aguardado de Vigo, seguramente de Galicia, resonaron esta mañana con fuerza entre las diáfanas paredes del museo del Celta. Habló Carlos Mouriño con un tono que reflejó hartazgo. “Pasé de héroe a villano. Esa pena ya la he pasado”, apuntó sobre el aluvión de críticas recibidas desde que se conoció que podía vender su mayoritario paquete accionarial del club a un grupo empresarial chino. Luego mostró la patata caliente que tenía en la mano y se la pasó a los políticos. “En su día dije que haría lo necesario para que el club siguiese en Galicia. Peleé y no lo conseguí. Estoy liberado de ese compromiso”, previno antes de lanzar una propuesta de continuidad para desechar ofertas. “Todavía ayer llegó una de Catar”, advirtió. Mouriño quiere que el ayuntamiento le traspase al Celta la titularidad del estadio de Balaídos y se compromete a pagarlo en diez años poniendo de garantía las acciones del Grupo Energético del Sureste (GES), su propio conglomerado empresarial. No sería un preceso sencillo cambiar un bien de dominio público a patrimonial, pero además políticamente ya se apresuró a descartarlo el alcalde de Vigo, Abel Caballero. "Hay que cumplir las normativas y las leyes. Balaídos es público, patrimonio de la ciudad, y seguirá así. No contemplo en absoluto su privatización aunque quiero conocer que proponen", aclaró en cuanto tuvo conocimiento de las palabras del presidente del Celta.

La idea de Mouriño pasa por acabar las obras del coliseo y explotarlo comercial y urbanísticamente mediante una fundación o empresa del club. “Un proyecto a largo plazo para recuperar la motivación e ilusión que tuve y que ahora no tengo”. Sostiene el presidente del club gallego que la gasolina que le mueve es la empresarial, la de pilotar iniciativas que dejen un club grande y con un futuro que ahora ve en precario. “Mi objetivo no es sentarme a esperar si ganamos o empatamos un partido, lo que me va es meterme en problemas”.

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El lío, desde luego, está planteado. “Soy consciente de que abro un debate”, reflexionó Mouriño ya hacia el final de una intervención que duró más de una hora. Había empezado sin ambages, con el recuerdo de lo que era el Celta cuando tomó el mando en junio de 2006. “Se nos dijo que había dos millones de euros en caja y lo único que había era un vale. Los que saquearon y dejaron a este club en la bancarrota eran vigueses. Se aprovecharon”, rememoró antes de ejemplificar con emblemáticas empresas o entidades financieras que se fueron de Vigo entre lo que considera inacción del estamento político. Y apuntó a Elena Muñoz, la portavoz del Partido Popular en Vigo, que advirtió en días pasados que pidió al Celta que estuviese “a la altura de Vigo” y advirtió de que sí pasa a inversores chinos se podría revisar el convenio que propicia que el club pueda jugar en el estadio municipal de Balaídos. “Se vendió el astillero Barreras a capital extranjero y Muñoz dijo que era bueno para preservar puestos de trabajo y la continuidad del proyecto. ¿Por qué ahora ese capital extranjero, sea del continente que sea, es malo para Vigo y el Celta?”, se preguntó Mouriño. Con todo, aseguró que no ha hablado de dinero ni de intenciones con los chinos. “Nos pidieron documentación y se la facilitamos, vinieron a mi casa, comí con ellos y hablamos sobre lo bonito que es Vigo y las Cíes”, explicó.

Mouriño, que deslizó que ya controla el 65% de las acciones del club, no vende si hay un proyecto de futuro, apunta el suyo, pero dice que escucha otras propuestas. Y, sobre todo, deja claro que está harto de comprometerse únicamente él: “Les dejo tarea a los partidos políticos, a todos. Cada uno tiene que asumir sus responsabilidades. Yo asumo las mías, a ver que hacen los demás. Que el compromiso con el Celta sea de todos, no solo de una persona. Nosotros le hemos dado una estructura, pero la magnitud debe dársela la ciudad”.

Balaídos es un estadio de titularidad municipal que ocupa una parcela de casi 8.000 metros cuadrados y que está inmerso en una remodelación cuyo coste ascenderá a unos 30 millones de euros, cuya mayor parte sale de las arcas públicas, tanto de las municipales como de la Diputación Provincial. “Pagaríamos la obra”, reveló Mouriño. En ese escenario se comprometió además a preparar a uno de sus nietos para garantizar la continuidad del club sin que medie una venta. Cree en eso. “Y solo continuaré en proyectos en los que crea”. Y dejó clara su buena relación con el alcalde de Vigo, el socialista Abel Caballero, que recibió el órdago: o lidera la desafección, complicada, de un bien público como es el del estadio municipal o el Celta será de propiedad china. “Si se puede dar la compra, bien. Si no, tan amigos, pero yo no continúo”. Todo apunta a que se irá, a que el alcalde estará más expuesto a la crítica que nunca tome la decisión que tome y que el capital chino llegará más pronto que tarde al Celta.

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