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Luis Enrique cambia el molde

Diferentes entrenadores valoran la alternativa azulgrana de jugar con tres centrales y dos carrileros como ante el Deportivo

Jordi Quixano
Luis Enrique, durante el encuentro ante el Deportivo.
Luis Enrique, durante el encuentro ante el Deportivo.Manu Fernandez (AP)

Penalizado Aleix Vidal por el técnico, que lo ha relegado al cemento de la grada en siete ocasiones consecutivas, el Barcelona se reinventa a la carrera porque Sergi Roberto sigue en la trastienda por una lesión muscular. Y lo hace desde el dibujo táctico como innovó ante el Leganés y reafirmó frente al Deportivo el pasado sábado. Fiel al compromiso con el club sin necesidad de pontificar el estilo cruyffista o guardiolista, Luis Enrique no atiende a otras consideraciones que no sean las suyas. Así, que recupere el tan adulado 3-4-3 por la afición culer (o 3-1-3-3 porque Busquets se queda en tierras intermedias) se remite a un deseo de sorprender y ganar más que a una idea romántica. “Los jugadores pueden leer diferentes tipos de partidos. Eso nos hace ser más imprevisibles y mucho más ricos tácticamente”, expuso el preparador azulgrana tras el triunfo en el Camp Nou.

Luis Suárez rota y marca; Neymar juega y reparte

La llegada de Paco Alcácer ha hecho que Luis Enrique también rote en la delantera, aunque de momento es Luis Suárez el que da con sus huesos en el banquillo (en tres ocasiones), por más que no mengue su idilio con el gol porque ya es Pichichi de la Liga con seis tantos junto a Griezmann. De momento, el que lo juega todo es Neymar, que contabiliza ocho encuentros consecutivos y enteros de azulgrana —además de otros tres con Brasil, por más que en el último le cambiaron en el minuto 68 por un codazo que recibió en la ceja—, y que ha resuelto con cinco tantos y una excelente cifra de asistencias: nueve.

La nueva escaleta se basa en tres centrales y dos carrileros que actúan de extremos en ataque, al tiempo que en defensa el izquierdo se recoloca en la retaguardia y el central derecho (Mascherano) se ubica más de lateral. “Es una manera de poner a los mejores sobre el campo, lo que le hace cambiar la estructura y crear alternativas diferentes”, resume el técnico Víctor Muñoz. “También es una forma de luchar con el exigente calendario y de cuidar a Busquets e Iniesta”, resuelve el entrenador Radomir Antic, que también considera que es una fórmula para paliar la ausencia de Messi. “Al no ser el sistema habitual, sirve para mantener a la gente despierta y concentrada”, añade el preparador Paco Jémez. “Además”, se suma Jorge Valdano; “todos los clubes han activado un sistema de espionaje para generar antídotos sobre equipos que parecen inabordables, por lo que hay que mutar para escapar a lo que resulte predecible”. Así lo ve su colega de profesión Miguel Ángel Lotina: “Con el cambio consigue sorprender a la presión del rival”.

Con el balón en el pie, el plan lo desvela Luis Enrique: “Un central se puede incorporar a la media para generar superioridades”. Lo aprueba Jémez: “Esa idea te permite tener gente por dentro y tener el balón”. Interviene Lotina: “El Barça tiene claro que cuando juega contra dos puntas [rivales], se ponen de tres [defensas] atrás para sacar la pelota en superioridad. Y si tienen cinco medios enfrente, son los dos centrales los que empiezan el juego”. No es de extrañar, entonces, que Piqué y Mathieu conectaran 70 pases ante el Dépor y que Mascherano diera 86. Del mismo modo, Piqué también se presentó en el área rival con insistencia, no solo en las jugadas de estrategia. “Está en un momento en el que hay que dejarle salir. Hace daño cuando llega”, señala Lotina. “En el Camp Nou asume un papel importante en el juego de ataque, está muy participativo”, corrobora Antic. “Puede hacerlo”, se posiciona Jémez; “porque Busquets le coge la posición”. Y remata Valdano: “Pero cuando uno tiene tres delanteros como el Barça, que determinan la estructura del equipo, se trata de hacerles llegar el balón”.

Ante rivales menores

La nueva proposición táctica de Luis Enrique, sin embargo, no está exenta de riesgos. “Jugar sin laterales puede ser un problema porque el espacio se ocupa de forma diferente”, esgrime Muñoz. “La distancia para corregir el hueco es más larga y la basculación cuesta más”, agrega Lotina. “Atrás se puede pasar mal porque hay más espacios a reducir”, constata Jémez. Aunque Valdano tira por lo práctico: “La flaqueza consiste en no tener a Xavi o que Iniesta no pueda jugar todos los minutos. Son irremplazables”. Pero todos coinciden en que el sistema es válido ante rivales menores y que difícilmente se atrevería Luis Enrique a jugar así ante el Manchester City, próximo rival en la Champions. “Es una táctica a utilizar contra contrarios de pocos argumentos ofensivos”, dice Antic. “Ante oponentes que no tienen hombres importantes y rápidos en banda”, apostilla Muñoz.

Es la riqueza del Barça. “Eso es lo bueno que tenemos, que estamos entrenados para jugar con distintos sistemas y que podemos cambiar durante el partido”, deslizó Rafinha desde el estadio del Moenchengladbach, cuando Luis Enrique dio otro giro al esquema para utilizar un 4-4-2 con Neymar de enganche. Y, de momento, el baile de dibujos funciona.

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