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Rafinha contra sus raíces

El futbolista del Barcelona, un comodín para Luis Enrique, creció en Vigo y hace dos cursos defendió como cedido la camiseta del Celta

Jordi Quixano
Rafinha festeja su tanto al Sporting, en el último duelo liguero.
Rafinha festeja su tanto al Sporting, en el último duelo liguero.Juan Manuel Serrano (Getty)

Carles Gil iba en carrera y recortó hacia dentro para driblar, para hacer vano el intento del rival de corregir la posición y así marcar un gol en los compases finales del encuentro. Era el tanto del triunfo del Elche y el de la derrota del Celta, y Rafinha Alcántara (São Paulo, Brasil; 23 años) maldijo su error de marca durante unos minutos, grito en boca y puños cerrados. Después, ya en el vestuario, pidió perdón en público. “No es tu culpa, sino la de todos porque han sido errores en cadena”, le respondieron sus compañeros, de nuevo conformes con la responsabilidad que había adquirido con el equipo un futbolista que estaba cedido por el Barça. “Es un chico muy humilde que admite la crítica y que con nosotros fue uno más porque se notaban sus raíces en Vigo. Aquí tiene amigos y familia, y su compromiso con el club fue absoluto”, cuenta el centrocampista Borja Oubiña, un punto de apoyo de Rafa —como le llamaban en el vestuario celeste— junto a Charles. “Fue un ejemplo a seguir. Poder decir que he jugado a su lado es un orgullo”, resuelve el medio azulgrana sobre el delantero. Hoy, tres años después, Rafinha volverá a Balaídos y podría hacerlo de titular, toda vez que Messi sigue lesionado en la rebotica y Alcácer no pareció aprovechar su oportunidad frente al Moenchengladbach.

En Vigo se desarrolló mucho, sobre todo en la segunda parte de la temporada, donde rindió a un nivel altísimo, era exagerado Borja Oubiña, medio del Celta

En el Borussia Park, precisamente, Rafinha fue el que provocó el empate de Arda tras un robo de balón en la presión. “Ganamos porque en la segunda parte el rival se echó hacia atrás y pudimos hacer nuestro juego”, cuenta con modestia. Aunque añade: “Físicamente me encuentro perfecto”. Atrás queda la grave lesión del curso anterior, cuando se rompió los ligamentos de la rodilla derecha tras un encontronazo con Nainggolan (Roma), también las molestias que arrastraba desde finales de agosto en el tobillo, cuando se colgó la medalla de oro de los Juegos Olímpicos junto a Neymar. Suma 251 minutos en el equipo y el mister no duda en utilizarlo de comodín para variar el sistema: le usó de carrilero derecho ante el Leganés, cuando utilizó un 5-2-3; también le situó de delantero contra el Sporting en el 4-3-1-2 (en los dos casos hizo gol); y frente al Moenchengladbach fue extremo derecho. “Es muy obediente, tiene una técnica fantástica y siempre está”, le reconocen desde el cuerpo técnico. “Rafinha está en la lista de jugadores que pueden jugar en distintas posiciones. Es indudable que todos están involucrados”, dice el entrenador. Oubiña interviene: “Luis Enrique le conoce bien y si está en el Barça es porque tiene el nivel. Si no, no estaría ahí”. Y Mazinho, su padre, quien fuera campeón del mundo con Brasil en 1994, añade: “Puede jugar donde sea porque tiene condiciones fantásticas y es un grandísimo futbolista que ahora necesita jugar, necesita demostrar que tiene hueco en el Barcelona y pelea para eso”.

Eclosión en el Celta

“Es muy obediente, tiene una técnica fantástica y siempre está”, le reconocen desde el cuerpo técnico

No lo vio así el Tata Martino, que decidió no darle cancha por más que tuviera contrato con el primer equipo. Por lo que se fue al Celta. “Cuando llegó, futbolísticamente ya era un jugador de primer nivel. Pero en Vigo se desarrolló mucho, sobre todo en la segunda parte de la temporada, donde rindió a un nivel altísimo, era exagerado [hasta el punto de que le dieron el trofeo al mejor jugador de febrero en la Liga]”, explica Oubiña; “luego ya sabíamos que se iba. Lo disfrutamos y nos hubiese gustado que continuase, pero su nivel era otro”. La dirección deportiva azulgrana encargada del trasvase lo aclara: “Luis Enrique nos pidió al jugador y estuvimos encantados porque queríamos que regresara al entender que tenía el perfil Barça”.

Esta noche (20.45, Partidazo) Rafinha pisará de nuevo Balaídos, el estadio donde se curtió como jugador de Primera y donde pasó muchas horas con su hermano y con su padre. “Después de los entrenamientos o partidos, jugaba con ellos porque quería que se divirtieran e hicieran deporte. ¡Pero también los llevaba para cansarlos! Si no me tenía que poner a jugar en el garaje con ellos, donde tenía dos porterías pequeñitas. ¡Y estaba muerto al día siguiente!”, recuerda Mazinho. Por allí también pasó su hermana, que jugó en el equipo femenino de baloncesto del club celeste, aunque ahora vive en Barcelona porque cursa la carrera. Son las raíces de Rafinha. “De vez en cuando lo veo porque Vigo es muy pequeño. Antes del partido lo saludaré y le desearé suerte porque siempre fue una alegría tenerlo en el vestuario, con sus bromas y sonrisas”, cuenta Oubiña, que revela que algún que otro paso de baile se marcaba. Pero cuando ruede el balón, Rafinha querrá ganar por más que el rival sea su querido Celta.

Mathieu deja la selección, Iniesta coge el ‘seiscientos’

Arriesgó y le salió rana. El central del Barcelona, Jérémy Mathieu (Luxeuil-les-Bains, Francia; 32 años), decidió que le extrajeran el menisco derecho para poder llegar a tiempo a la Eurocopa pasada. Y, aunque cumplió con los plazos, unos días antes de arrancar el torneo su gemelo le dijo lo contrario y debió caerse de una lista ya mermada por las ausencias de Sakho, Debouchy y Varane. "Me dejó un gusto a algo inacabado", explica el futbolista en una entrevista a L'Equipe; "pero es a imagen de mi propia carrera, donde no he tenido demasiada suerte".

Convocado el jueves por Didier Deschamps para los partidos ante Bulgaria y Holanda, Mathieu decidió bajarse del tren. No se veía jugando el próximo Mundial de 2018 con casi 35 años y prefirió dejar camino a los más jóvenes. “Cuando vi la convocatoria, lo pensé un poco antes de decidir poner fin a mi pequeña carrera internacional [cinco encuentros]. No rechazo la selección, es simplemente que quiero parar. Ya no tengo la motivación para continuar, quiero dedicarme a mi club”, expone el galo. Luis Enrique tomó la palabra en la rueda de prensa de ayer. “Es una decisión personal y por lo tanto estará bien. Creo que está consensuada con el seleccionador. Cada jugador hace lo que siente”. Queda por ver, en cualquier caso, cuál será su papel en el Barça, toda vez que Piqué es un fijo y que Umtiti le pelea el otro puesto a Mascherano. “Luis Enrique tiene confianza ciega en Mathieu y no quiso ni oír hablar de venderlo este año”, revelan desde el club. Tiempo para dedicarle al Barça, tendrá.

Los números del ‘8’

La carrera de Andrés Iniesta en el Barcelona es para enmarcar porque a falta de un encuentro para alcanzar los 600 partidos con la camiseta azulgrana ha conquistado 29 títulos, más que ningún otro jugador (ocho Ligas, cuatro Champions, cuatro Copas, tres Mundiales de Clubes, tres Supercopas de Europa y siete más de España).

Suma Iniesta 407 triunfos (68%), 115 empates (19%) y 77 derrotas (13%) en los que ha marcado 55 goles. “Soy doblemente afortunado porque también lo disfruté como jugador”, se arrancó Luis Enrique; “los 599 partidos que lleva es algo que solo nos puede enorgullecer a todos. Si hubiera jugado horrible nadie se acordaría de él. Solo podemos disfrutar de él, no solo por lo que ha hecho sino por cómo lo ha hecho y con qué valores”, señaló Luis Enrique. Y añadió: “Esperemos que sean muchos partidos más con nosotros”. Aunque de momento, esta noche ante el Celta, serán 600.

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