La química de EE UU arrasa de salida a Europa en la Ryder Cup
Los locales comienzan la reconquista de la Ryder Cup con un 4-0 en la jornada matinal de Hazeltine
Como es habitual, la Ryder comenzó con ventaja estadounidense, que se impuso en la tanda de foursomes (partidos entre parejas en los que los jugadores de cada equipo golpean alternativamente a la misma bola) iniciada tan pronto que la bruma del lago Hazeltine apenas dejaba ver el alba del campo de golf de Chaska (Minnesota), donde se jugará hasta el domingo el 41º enfrentamiento bienal entre el golf de Estados Unidos y el de Europa. Como no es tan habitual, Europa acabó a cero la mañana, y apagados sus jugadores, como conejitos con las orejas bajas, apabullados, cuando ya empezaba a calentar el sol del mediodía en un campo saturado de espectadores ruidosos como aficionados de fútbol, de esos que aplauden tanto el fallo del rival que el acierto del suyo.
El recorrido fue un jolgorio continuo y en crescendo, pues todos los errores fueron visitantes y todos los aciertos, locales, hasta llegar al 4-0, con victorias claras de Estados Unidos, a cuyos jugadores, como acostumbran, les entraban todas. Desde 1975, en los tiempos en que el enfrentamiento era entre EE UU y Gran Bretaña, no terminaba una mañana inaugural con 4-0. Los europeos parecían ellos.
Jordan Spieth y Patrick Reed ganaron por tres golpes a falta de dos a Justin Rose y Henrik Stenson (cuatro birdies a uno), el dúo olímpico europeo, la pareja más sólida en teoría, los dos que salieron de Gleneagles, hace dos años, con tres victorias a cero. Phil Mickelson, el padre espiritual, y Ricky Fowler se impusieron por un golpe a Rory McIlroy y Andy Sullivan, la pareja en la que el norirlandés, el mejor jugador europeo, el más en forma también, daba cobijo a uno de los seis debutantes que señalan que el golf europeo está en periodo de transformación. El melancólico Jimmy Walker y el segurísimo Zach Johnson, un coche de línea, ganaron por cuatro a falta de dos hoyos a Martin Kaymer y Sergio García, el otro dúo duro de Europa, y Dustin Johnson, tan largo su juego, y seguro, en un campo larguísimo y sin rough, como espesos los lapos con los que en plan vaquero masticador de tabaco sembraba los tees, y Matt Kuchar arrollaron por cinco a falta de cuatro al veterano Lee Westwood, que no dio ni una, ni larga ni corta, y sumió en la depresión a su compañero debutante, el brillante belga Thomas Pieters.
Quedan 24 puntos en juego. Ocho más se jugarán por parejas y 12 en individuales. Se gana con 14,5 puntos.
El cuarteto de Woods
No hay ningún problema que unas cuantas reuniones y unas comisiones específicas guiadas por una hoja de ruta clara no puedan solucionar, piensan en Estados Unidos, donde después de su tercera derrota consecutiva, la octava en 10 ediciones, en 2014, empezaron a tomarse en serio la Ryder Cup. Y un buen químico, añadiría un veterano como Phil Mickelson, que sabe que en la competición de golf más extraordinaria mandan más el pensamiento positivo y las buenas relaciones, la buena química, entre los miembros de un equipo que su temple a la hora de agarrar el putter. Se decidió que el capitán sería más nominal que efectivo y que tres vicecapitanes, los químicos y sus reactivos, se encargarían de fomentar las buenas reacciones entre grupos de cuatro cada uno. A Tiger Woods, lesionado desde hace 11 meses, le asignaron al metódico y brillante Spieth, el más seguro en el green, al sanguíneo y extravertido Reed, que se siente en su salsa en ambientes gamberros, al complicado Dustin Johnson y al veterano Kuchar. Estos cuatro fueron, justamente, los líderes del equipo del niki rojo.
Reed y Spieth que jugaron el primer partido, cargaron con la tarea más dura, la de demoler a la pareja invencible Rose-Stenson. Johnson y Kuchar, como una máquina apisonadora, jugaron el cuarto y acabaron con las mínimas ilusiones europeas.
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