El Athletic se despeña ante el Sassuolo
El equipo italiano golea a los rojiblancos (3-0) , incapaces de mostrar ni una sola de sus armas
Tiene el Sassuolo el olor de equipo humilde con colonia cara. Un equipo de una ciudad pequeña (40.000 habitantes) con un patrocinador grande, Mapei (ex del ciclismo), solo tres extranjeros en la plantilla, entre ellos un español, Pol Lirola, cedido por la Juve y ex el Espanyol. Y el muchacho, en el que el equipo de Turín adivinó un porvenir cercano, firmó ante el Athletic su carta de presentación con un gol preciso y precioso, una mezcla de potencia y estilo. El gol ajustició a un Athletic, un club grande con olor a perfume barato en el Città del Tricolore. Un Athletic de perfil bajo, noctámbulo, con poco ritmo y menos profundidad, con todos los futbolistas muy lejos de ser quienes son ni quienes fueron ni quienes serán. Y prevaleció la colonia de la humildad frente al perfume caducado. Sencillamente, el Sassuolo olía mejor y más a fútbol que un Athletic desorientado al que el perfume le duró un par de saques de esquina y un disparo lejano de Beñat. Colonia de imitación, de esa que dura una ventolera.
Y lo del Sassuolo no fue una ventolera sino un vendaval en cuanto Lirola abrió la puerta. La corriente se llevó al Athletic. La delantera se había ido hacía mucho tiempo (hay dudas sobre si saltó al campo), el centro del campo era Beñat y nada más y la defensa, una colección de errores, un surtido de dulces caducados de los que se atragantan y te dejan la garganta como estropajo y el estómago hecho trizas.
El gol de Lirola, sencillo y bello, debía despertar al Athletic. En las liguillas, los empates adormecen y a veces producen connivencias tácitas entre los contendientes, más aún si uno (el Sassuolo) considera al otro (el Athletic), como el jerarca del grupo. Pero no. El gol del jugador catalán Lirola fue como una pedrada en el ojo bueno del Athletic. Le apagó la luz. Todo lo poco que había hecho se quedó en nada. El Sassuolo no tiene figuras, pero el colectivo arroja un promedio más que suficiente. Pero ante el Athletic, jugadores como Politano, sobre todo, o Biondini, crecieron de forma descomunal. En la misma proporción que el Athletic bajaba escaleras en el escalafón de su historial, muy lejos de su ritmo, de su intensidad, de su coraje.
El partido se cerró muy pronto, cuando San José hizo una cesión horrible hacia su portero, al que dejó vendido frente a Defrel y el francés le puso al regalo el lazo del gol. Los pocos ahorros que tenía el Athletic los arruinó él mismo. Todo eso ya con Aduriz y Susaeta en el campo (que partieron desde el banquillo). Poco más que un bombardeo tenue fue capaz de hacer el equipo rojiblanco para mayor gloria de Paolo Cannavaro, tan fértil en el juego aéreo, como estéril en el raso. El tercer gol italiano premió al mejor jugador sobre el campo, Mateo Politano, un futbolista pequeño, habilidoso, vertical, plagado de recursos e intenso. Todo lo hizo bien, al contrario que el Athletic, que todo lo hizo mal, salvo sacar de centro del campo, cuando le tocó. Y le tocó varias veces para su desgracia. Como en Liga, el Athletic empieza mal en Europa, goleado y último en la clasificación. Está claro que su felicidad pasa por el sufrimiento como eslabones de una misma cadena
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