Lorenzo y la mejor vuelta de su vida
Más agresivo que nunca, el piloto de Yamaha logra la pole en Misano y recupera la confianza. Busca su primera victoria en siete carreras
Lanzó el puño al viento. Gritó. Y gritó más. Como para acobardar a sus rivales. Les quería demostrar que había vuelto. Volvía a ser él. El Jorge Lorenzo que machaca el crono. "Me siento muy orgulloso del tiempo que he conseguido", decía. Pero no hacía falta. Su cara hablaba por él. "Esta es la mejor vuelta de mi vida", añadía. Pasada una horita, matizó: "Siempre tienes la sensación de que la última pole que has logrado es la mejor de tu vida, pero sigo sintiéndome un poco así. Fui mucho más agresivo de lo normal, frené más tarde que nunca, abrí un poquito más el gas en las curvas, arriesgué con la moto moviéndose mucho un poco más de lo que acostumbro", explicaba. Igual de orgulloso de lo que lo estaba nada más bajarse de su Yamaha.
Había logrado, en su primera vuelta lanzada, el récord de la pista -batía así su propio récord de la pole del año pasado-, pero quiso más. Se dijo a sí mismo que tenía que intentar rebajarlo, aunque se fuera al suelo en el intento, según confesó. Y lo logró. Exploró los límites de la pista. Los de su M1. Y encontró dos décimas que todavía sobraban. Sin caerse al suelo. Y aquella pole, que ni le da puntos, ni le garantiza la victoria este domingo (14.00, MovistarTV), le devolvió la alegría más pura. Y mucha confianza. En uno de los circuitos en que mejores resultados cosecha: tres victorias, cuatro segundos puestos y un cero, el año pasado. Y en el que las victorias mejor saben, pues tienen un valor psicológico añadido, por eso de ganar en casa del rival, de imponerse en un escenario en el que todos adoran a Rossi.
Misano, un circuito de poca recta, con fuertes frenadas en las que cada vez la Yamaha se defiende mejor, y tres aceleraciones en las que las Honda sufren más, siempre fue un buen lugar para Lorenzo. Por eso, ahora aspira a que le sirva de acicate para, como mínimo, volver a aparecer por el podio de manera regular (en seis citas solo ha estado en el del GP de Austria, donde fue tercero) y, por qué no, volver a ganar una carrera. Porque nunca hasta ahora había pasado una racha tan mala como esta: no gana desde el GP de Italia, hace siete grandes premios. "Si me encuentro bien y la moto me permite hacer un gran ritmo se puede hacer una gran carrera", apunta.
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Hasta parece ser de los pocos que tienen claros los neumáticos que elegirán para la carrera. "Pero prefiero no decirlo". Aunque le aterra una incógnita, que no resolverá hasta que no se apague el semáforo. Durante el fin de semana ha habido algunos pilotos (él o Rossi, por ejemplo) a quienes les ha tocado una goma trasera cuyo rendimiento no ha sido bueno: "patinaba mucho, por ejemplo". Ya le ocurrió algo así en la última carrera, en Silverstone. Y terminó octavo. En un campeonato como el de este curso en el que la competencia es atroz los pequeños detalles son vitales. Y un problema así puede costarle a uno la carrera. Lorenzo está en el límite ya. A 64 puntos del líder como está, no tiene claro si ya le ha costado el título.
Precisamente el líder, Márquez, cuarto en la clasificación, dice que en Misano, donde pelea porque no le venzan las aceleraciones, ni los caballitos de su Honda, se conformaría con subir al podio. Además de Rossi, que saldrá segundo, con todo el calor (y toda la presión de su público y de esa enorme grada que reúne a 18.000 rossistas vestidos de amarillo), Viñales, tercero y encantado con su Suzuki, e incluso Pedrosa, octavo en parrilla, pero muy competitivo en los libres, pueden ser los protagonistas de una carrera que aspira ver de vuelta al mejor Lorenzo.
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