De las paces en Montmeló a la cena de la paz de Tavullia

Apenas 13 kilómetros separan Tavullia, el pueblo de Valentino Rossi, del circuito de Misano, que desde hace unos años honra al fallecido Marco Simoncelli. El trayecto, unos 18 minutos en coche, te obliga a atravesar Cattolica, de donde era el simpático piloto. Y te lleva a Tavullia por la carretera provincial 58, el número de Supersic. Cosas de la vida. A tres kilómetros del centro de la villa, entre una generosa arboleda, aparece, imponente, la empresa de Il Dottore, VR46, que comercializa la mercadotecnia de medio paddock. Al llegar a Tavullia, justo donde se levanta la iglesia desde la que hace años llegó a asomar un Valentino de cartón tamaño natural para dar la bienvenida a los peregrinos que, cada año, llenan sus calles el fin de semana del gran premio de San Marino, se encuentra, sin necesidad de mucha indicación, la sede del club de fans del 46. Y todo lo que él y su gente han ido construyendo los últimos 20 años: la pizzería, también restaurante, Da Rossi, una heladería (fantástica la terraza), un bar, una tienda de productos oficiales del 46, una tienda de comida de productos ecológicos con el sello de Valentino (vinos, aceites, pasta…), todo en torno al club de fans, desplazado unos metros de donde se levantó la oficina original.

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“Hace unos años teníamos que convencer a la gente para que se hiciera socia del club de fans, explicarles lo que les daríamos a cambio, enseñarles la gorra, la camiseta... Ahora llegan a la oficina y solo preguntan: ‘¿cuánto tengo que pagar para ser del club de fans de Rossi?’ Podríamos pedir más dinero, que son 40 euros al año, y darles la mitad de lo que les damos. Ya no nos cuesta esfuerzo. Nunca lo hubiéramos imaginado. Hay gente que lleva 15 años con nosotros, que empezamos en esta historia hace 20, siguiendo a Vale. Son seguidores leales”, explican, a carcajadas, Rino Salucci y Flavio Fratesi, presidente y vicepresidente del club de fans, también de Tavullia, claro. Vieron crecer a Rossi, le siguen a todas partes. Son amigos. Su gente. Parte de esos 50 empleados del pueblo que el nueve veces campeón del mundo tiene a sueldo. La mafia, dirían desde fuera, la familia, dirían ellos.

Este fin de semana tienen mucho trabajo. Y un reto. Han organizado, junto al circuito de Misano, la mayor grada nunca vista en una carrera de motos o coches. Les reservaron una tribuna: 800 metros de largo, capacidad para 18.000 personas, todas ellas recibirán material gratuito del club de fans de Rossi: gorras y banderas tamaño grande, para construir una grada gigante totalmente amarilla. Solo hacía falta comprar la entrada, ni siquiera ser socio. “Hace ocho años que pensamos en hacerlo. La primera ver que dimos color a una tribuna fue en Le Mans, 2008. Y hemos ido haciéndolo en otros circuitos, pero nunca una tan grande. El año que viene lo intentaremos también en Montmeló, ya nos han reservado cuatro gradas”, explican. Y sigue Fratesi: “Carmelo [Ezpeleta, CEO de Dorna, organizadora del Mundial] está contentísimo. Esto puede empujar a otros club de fans a hacer lo mismo. El día después de Valentino lo tenemos que empezar a preparar ya. Si los clubes de fans crecen es más fácil para todos. En el motociclismo siempre ha faltado esta sensación de pertenencia. Todos eran un poco de todos. No es como el fútbol, que el que va al campo va con su camiseta. Tener grupies es bonito. Nosotros siempre nos hemos sentido parte de algo. Los colores ayudan a vender más entradas”.

El club de fans de Rossi cubrirá de amarillo una tribuna de 800 metros de largo con 18.000 seguidores, la más grande nunca vista en un circuito

Pero, después del polémico final de la temporada 2015, el fanatismo también derivó en un inicio de campeonato complicado. Los pilotos españoles, especialmente Márquez y Lorenzo, eran abucheados en cada formación de parrilla. Y cuando ambos subieron al podio en el gran premio de Italia, además de silbidos fueron recibidos con tomates. Ahí está el reto de este fin de semana: “El ambiente ha cambiado bastante desde Mugello, se nota. Nosotros no queremos que pasen cosas así, pero siempre habrá alguno que silbará desde la grada. Es imposible decirles a 18.000 personas que no silben a un rival. Hay muchas personas en un circuito, pero no se siente ya ese nerviosismo que había hace unos meses”, explica Fratesi, que ha invitado a cenar, en la pizzería Da Rossi, al tío de Márquez, Ramon, presidente del club de fans del español, a su mujer y otros seguidores de Marc: “Esta noche estarán aquí cenando con nosotros los miembros del club de fans de Marc. Cenaremos con Ramon Márquez (tío del campeón), con su mujer… Lo importante es que no convirtamos esto en una guerra. Al final, MotoGP es un espectáculo para todos”.

Desde que Márquez felicitó a Rossi por su victoria en Montmeló y se produjo aquel apretón de manos, el primero desde el encontronazo en Malasia, la cosa se ha suavizado. Por eso no les ha costado coger el testigo. “El domingo será todo amarillo, esta es la casa de Valentino, pero se nota mucho el cambio de ambiente. En Mugello te hacían comentarios por la espalda. Aquí será una carrera más”, augura el piloto español.