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El Tour comienza de nuevo

La Vuelta a España atrae a Contador, Froome y Nairo aunque los tres insisten en que su estado de forma es un misterio

Contador saluda a los aficionados en la presentación de la Vuelta.
Contador saluda a los aficionados en la presentación de la Vuelta.Javier Lizón (EFE)

No es el Tour, pero lo parece por los participantes. Es la Vuelta y se le sigue pareciendo por el recorrido. Correr en agosto-setiembre tiene una ventaja y un inconveniente. La ventaja, que al ser la última gran Vuelta de tres semanas, no son pocos los que necesitan resarcirse de frustraciones, desgracias o equivocaciones. El inconveniente, que las fuerzas están al limite, más aún si en algunos casos se han añadido los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro (caso de Froome) lo que convierte su estado de forma en una incógnita. Es la Vuelta, aunque parezca que el Tour comienza de nuevo. 3.315,4 kilómetros les esperan a los 198 participantes, pero especialmente a los tres grandes favoritos: Froome (Sky), Contador (Tinkoff) y Nairo Quintana (Movistar), salvo que de pronto surja una meiga, que haberlas haylas, en el pelotón.

No he podido hacer muchos tests para evaluar mi estado de forma" Alberto Contador

Ellos son el punto de partida, aunque navegan por calles distintas. El británico Froome barrió el Tour con escoba, mopa y aspirador. Lo dejó como una patena, dando muestras de una laboriosidad y un ingenio insoportables para sus rivales. El británico, nacido en Kenia, tiene la virtud de correr a su manera (como su equipo, el Sky), es decir de forma heterodoxa. En un ciclismo mecanizado, él parece en ocasiones el artesano que se resiste a la globalización.

“En el Tour hice cosas nuevas de manera espontánea. Ahora no sé si podré hacerlas”, afirmó en la rueda de prensa de presentación en Ourense. El británico reconoció que tiene “asuntos pendientes con la Vuelta” y cada año insiste en que la ronda española la tiene entre ceja y ceja. La pudo haber ganado en 2012 cuando era un gregario de lujo de Wiggins y se desgastó en ayuda de un jefe sin galones. Cuando se los dieron a él, Cobo, El Bisonte ya tenía una ventaja que mantuvo como solo un bisonte sabía hacerlo. También fue segundo en 2014, pero esta vez detrás de Alberto Contador, un rival de lujo. Muy lejos queda su 84º puesto en 2008 cuando se presentó en sociedad y muy cerca (el año pasado) cuando se cayó y abandonó. Sí, tiene cuentas pendientes para ser algo más que un hombre Tour. Pero reconoce que no está “igual que en el Tour” y que no ha preparado la carrera “de forma específica”. Su equipo no será el mejor, sin Mikel Landa ni Geraint Thomas. O sea, su evolución, un misterio.

La corte del Aubisque dictará sentencia

Previsiblemente, Francia dictará la sentencia de la Vuelta a España. Será el 3 de septiembre, en la etapa 14, cuando los ciclistas saldrán de Sabiñánigo para concluir en la cima del Aubisque, cima mítica del Tour. Antes habrán tenido que ascender al col de Inharpu, Soudet y Marie-Blanque (1ª) en un trayecto de 196 kilómetros. La etapa reina, a mitad de carrera, tras haber recorrido la cornisa cantábrica y acechado los montes de León. Antes puede haber sentencias recurribles con los finales en alto de La Camperona (etapa 8ª), Alto del Naranco (9ª) o Lagos de Covadonga (9ª). Después caben amnistías en Formigal (etapa 15ª), Penyagolosa (17ª) o, sobre todo, Alto de Aitana (20ª), el penúltimo día de carrera. O en la única contrarreloj individual (37km) entre Xàbia y Calp en la etapa 19.

La Vuelta empieza en Galicia con una ruta balnearia por la Ribera sacra, el corazón del Ribeiro, como lugar de meditación ante el sufrimiento venidero. Aguas termales antes de la tormenta. El recorrido ha alterado un tanto los perfiles habituales. En esta edición hay más etapas sinuosas frente a la manifiesta vocación de anteriores ediciones de transitar con calma y establecer finales explosivos. Dicen los ciclistas que los finales explosivos, por aparatosos que resulten no duelen si antes no hay exigencias montañosas. El sube y baja es más duro que el llanea y asciende. Claro que luego viene un viento de costado y rompe el pelotón en mil pedazos. Es la grandeza de lo imprevisible.

El segundo misterio es el de Alberto Contador. Caído y requetecaído en el Tour, la Vuelta vuelve a ser su tabla de salvación. El ciclista español es el grande de la carrera, no en vano es uno de los seis ciclistas que han ganado las tres grandes en toda la historia. Además, él y Valverde son los dos únicos participantes que han ganado la Vuelta a España. Pero Contador también se protege del favoritismo, una cualidad que eternamente define a los ciclistas. “No he podido hacer muchos tests para evaluar mi estado de forma”, asegura. “Estaré luchando por la victoria y espero tener un poco más de suerte que últimamente. El Tour era mi objetivo y he tenido que sobreponerme psicológicamente (a su abandono). Pero todos le miran de reojo, incluso de frente. Él y todos saben que es el favorito: el más descansado, pero el más abatido mentalmente.

El tercer misterio es Nairo Quintana, el líder del Movistar. El colombiano no pudo inquietar a Froome en el Tour y su estado de forma es una incógnita o el secreto mejor guardado el pelotón. “No sé cómo llego yo”, dijo en la presentación. Nadie públicamente lo sabe. Además, la Vuelta le ha dado sinsabores en forma de caídas. Desde 2014, cuando ganó el Giro, Nairo Quintana sigue siendo un aspirante a las grandes gestas que no acaba de dar el paso adelante.

‘Outsiders’ inquietantes

Son los tres candidatos con sus tres misterios a cuestas y sus asuntos pendientes en la libreta. Pero hay más. Hay outsiders inquietantes. El holandés Kruijswijk acabó 4º en un Giro que tenía en el bolsillo: se lo arrebató una caída. A sus 29 años está en edad de merecer un premio y va a invertir lo que le queda en el bolsillo. El colombiano del Orica Esteban Chaves se desenvuelve bien en la Vuelta (fue quinto el año pasado), con etapas cómodas y finales explosivos. Y luego restan las sorpresas, no sea que aparezca un Horner (2013) o un Juanjo Cobo (2011) y tire las quinielas a la basura sin un acierto.

El estilo Vuelta se ha aquilatado. Esta vez mira al Norte, cambiando el riesgo del calor por el riesgo de lluvia. La Vuelta tiene identidad propia, aunque se parezca al Tour por el mérito de atraer a los principales participantes. No estarán los italianos Aru (ganador del año pasado) y Nibali (triunfador en 2010 y segundo en 2013). Son los ausentes. Hay más, pero de otro tipo, ocasionales y divertidos.

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