Messi levanta la Supercopa de España
El capitán del Barça se exhibió ante el Sevilla en un partido marcado por los goles de Arda y las paradas de Bravo, cuya actuación sonó a despedida
El campeón de Liga y de Copa ganó también la Supercopa. Nada tuvo que decir el Sevilla, que ofició de buen convidado, derrotado en el Nervión y en el Camp Nou. No jugó mal, a ratos incluso lo hizo bien y demostró un buen sentido de equipo con Sampaoli. Ocurre que fue un conjunto chato, estéril en las áreas, víctima de la pegada del Barça, que tiene un porterazo llamado Bravo y un jugador único: Messi. La actuación del 10 fue tan solemne y completa que se permitió marcar un gol de cabeza que recordó los tiempos de César o si se quiere de Kocsis.
Messi está de dulce y a su alrederdor hasta Arda Turan se marca jugadas estupendas, mete goles de delantero, rehabilitado como punta mientras Neymar golea a Honduras en Río (6-0). Messi agarró el partido para no soltarlo después que Bravo negara al Sevilla, que dio un recital de juego nada más saltar al Camp Nou.
Los espectadores no habían identificado todavía la formación de Sampaoli, muy cambiada respecto al Pizjuán, cuando Ben Yedder exigió una intervención de mérito del meta de Barça. Muy profundo, el delantero tomó la espalda de la zaga azulgrana de manera reiterada y remató hasta tres veces, una a la madera de la portería del Barcelona. Tocaba Correa y atacaba el espacio Ben Yedder de tal manera que hasta Mascherano estuvo a punto de sorprender a Bravo. El chileno no se venció nunca, agrandado quizá porque el de ayer podía ser su penúltimo encuentro —jugará el sábado ante el Betis— antes de fichar por el City, y el Sevilla se quedó a cero, igual que en el Nervión. No atinó ni en un penalti por manos de Umtiti que marró Iborra.
Ya perdía por un gol a cero el Sevilla cuando Bravo le paró el penalti a Iborra. A los diez minutos se había presentado Messi y se acabó la ofensiva de los muchachos de Sampaoli. El 10 recibió de André Gomes y filtró una asistencia preciosa para Arda. No perdonó el turco, que repitió al inicio de la segunda parte después de un error en el pase de Sergi Rico, bien apretada la jugada por André Gomes. Agradó el portugués tanto como Arda, ambos alimentados por Messi, todocampista en el Camp Nou. El 10 se asoció con delanteros y volantes, para que el Barça ligara unas cuantas jugadas, más preciso, compacto y autoritario en la segunda parte que en el primera, que se acabó con un remate al palo de Mercado.
Lesión de Mascherano
Al igual que en la ida, a los azulgrana les costó tener el control del balón y el gobierno de la contienda, estuvieron a veces imprecisos y propiciaron las llegadas del Sevilla. Nada extraño si se atiende a que jugaron los cuatro fichajes: Digne, Umtiti, Denis Suárez y André Gomez. Ya se sabe qué pasa cuando se imponen las rotaciones, y los dos entrenadores actuaron condicionados por la ida (0-2) y el inicio el sábado de la Liga. Los cambios propiciaban de alguna manera la sorpresa, la posibilidad de ver algo nuevo —como los goles de Arda—, y también la seguridad de continuar contemplando a Messi, que anotó su gol 26 en 28 partidos al Sevilla. Tampoco faltó la lesión de rigor en tiempos de pretemporada: se rompió Mascherano y se unió a las bajas de Ter Stegen, Mathieu e Iniesta. Las lesiones emborronaron la buena actuación del equipo barcelonista, mejorado con el tiempo, al igual que en Sevilla, liderado por Messi, el capitán que levantó la Supercopa, el único trofeo que no tenía Luis Enrique.
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