15 fotosLa cara oculta de Río 2016Brasileñas de todos el país que viajaron hasta Río para prostituirse cuentan el otro lado de los Juegos, lejos de los estadios y las miradas del mundoEl PaísRio de Janeiro - 02 ago 2016 - 11:11CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceMaria tiene 24 años y odia su trabajo, pero necesita pagar sus facturas. Su sueño es graduarse en la universidad como auxiliar de autopsia y continuar estudiando en el extranjero. Decepcionada con la promesa de dinero que la trajo a Río, abandonó tras cinco días en la ciudad. "Solo vuelvo a Río para pasear", dice.Luisa DörrEn un apartamento, situado en el rico barrio de Jardín Botánico y pagado por los gerentes de un club de prostitución, conviven 13 mujeres con tres cosas en común: se acuestan con hombres por dinero, detestan su trabajo y vinieron a Río para hacer una pequeña fortuna durante los Juegos Olímpicos. Flora, que tiene un hijo, aceptó posar para la foto, pero no quiso ser entrevistada.Luisa DörrLa oferta que estas mujeres recibieron incluía el viaje de ida para Río, alimentación, transporte y hospedaje gratis. A cambio, están obligadas a trabajar en un club ocho horas por día, de lunes a viernes, hacer que los clientes consuman y acostarse, cada noche, con el mayor número de hombres posible.Luisa DörrLaura es una de las 13 mujeres que conviven en un apartamento de lujo en el Jardín Botánico alquilado por una casa de prostitución que reabrió para las Olimpíadas. Ella solo fue fotografiada, no quiso conceder entrevista.Luisa DörrMartha vino de São Paulo, a cerca de 400 kilómetros de Río. Tiene 22 años, una sonrisa infantil y generosa y es una de las varias madres solteras del grupo. Se prostituye hace solo dos meses, “cuando comenzaron a faltar cosas en casa y no había dinero ni para la leche”.Luisa DörrAntes de aparecer en los sofás del club, las mujeres se arreglan en el camerino. El día en que se tomó esta foto el local, en el centro de la ciudad, contaba con cerca de 20 trabajadoras. En los bastidores no hay competencia entre ellas, como de hecho existe en el momento de conquistar clientes. Aquí se ayudan unas a otras, como amigas antes de salir a una fiesta.Luisa DörrEsta casa de prostitución entró e bancarrota y acabó cerrando por peleas entre los socios. Los nuevos gerentes no pretenden hacerse ricos durante los Juegos, pero se dieron prisa para reinaugurar el club y no perder el impulso turístico del evento. La prostitución no es delito en Brasil y está reconocida por el Ministerio de Trabajo desde 2012, pero lo que ellos hacen podría ser considerado crimen de proxenetismo, que contempla el lucro con la prostitución ajena.Luisa DörrEl club cuenta con mesa de póquer, sauna, y habitaciones privadas. Los clientes pagan 100 reales (27 euros) por entrar, 300 reales (81 euros) por acostarse con las mujeres –dinero que se quedan integralmente para ellas– y 100 reales más por el uso de la habitación.Luisa DörrLos grandes eventos deportivos suelen ser vistos como una fuente inagotable de dinero, pero para muchas mujeres no es más que humo. Un estudio de campo del Observatorio de la Prostitución, de la Universidad Federal de Río concluyó que el Mundial de 2014 fue un mal negocio para las prostitutas en Río.Luisa DörrLuiza, tiene 32 años, vino de Espírito Santo, a 600 kilómetros de Río. Supo de la oferta para trabajar en ese club, reabierto con prisa para aprovechar los turistas de los Juegos, y aceptó. A disgusto. Es tímida – “hasta hoy no consigo acercarme a los clientes”. Luiza se quedará en Río hasta el día 22 de agosto, fin de la competición, con el objetivo de dejar para siempre las calles.Luisa DörrEl último empleo formal de Martha fue en una tienda de chocolates. “No se puede criar un hijo con mil reales (cerca de 280 euros), ¿no crees?”, cuestiona. Sus problemas, sin embargo, van más allá de las compras en el supermercado. Amenazada de muerte por el padre de su hija, hoy en en la cárcel, necesita salir de su ciudad, antes de que lo liberen, para sentirse a salvo.Luisa DörrTamara es una de las más veteranas del grupo. Con 29 años, ya se ha prostituido en todos los rincones de Brasil, atraída por eventos de todo tipo. La prostitución le llevó a dar el salto a Europa. Criada en un colegio de monjas y con un Nuevo Testamento siempre en el bolso, el discurso de Tamara es crudo, sin intención de romantizar una profesión que también detesta y que difícilmente consigue ejercer sin drogas.Luisa DörrEn un bar de la turística Zona Sur de Río, Thais, de 24 años, confiesa que está pensando en abandonar temporalmente la facultad donde estudia fisioterapia para ampliar su estancia en Río durante todos los Juegos. Quiere conseguir más dinero, invertir en un posgrado, estudiar inglés y viajar al exterior.Luisa DörrCarol, paulista de 22 años, se siente muy sola: “Quiero salir de esa vida antes de fin de año, pretendo casarme, construir una familia y trabajar de lo que sea. No deseo esto a nadie”. Cree que Río es su bote salvavidas para conseguirlo.Luisa DörrCuando han cumplido con las ocho horas de trabajo acordadas, las mujeres tienen libertad para trabajar en otros lugares. “Ellas necesitan ganar dinero y yo necesito que estén contenta porque, si no, se van”, explica uno de los socios del club. Tras una semana de conversaciones con el grupo revelaron otro parecido entre ellas: cuando la música de las discotecas se apaga y el rastro de alcohol y de sexo se pierde en el desagüe de la ducha, lloran en silencio bajo el edredón.Luisa Dörr