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¿Por qué Guatemala es una potencia mundial en marcha atlética?

De 21 guatemaltecos en Río de Janeiro, ocho competirán en marcha. Genes, montañas y trabajo son sus secretos

San José (Costa Rica) -
Atletas en la prueba de 20 kms marcha de Londres 2012.
Atletas en la prueba de 20 kms marcha de Londres 2012.AP

Erick Barrondo, héroe en Guatemala desde que obtuvo la plata en marcha atlética en las olimpiadas de Londres, llegaba al mundo el 14 de junio de 1991. Barrondo ignoraba entonces que ya había una apuesta nacional por buscar gente como él; por armar un grupo fuerte en marcha atlética como el que ahora, con el medallista y siete atletas más, pule su preparación para los juegos de Río de Janeiro.

Con un biotipo ideal, de estatura baja y resistencia aeróbica desarrollada de manera natural en las montañas, el equipo de marchistas de Guatemala consolida la apuesta que dirigentes deportivos hicieron en este país desde los años 80 por las disciplinas de fondo, hasta convertirse en una potencia continental y verse de tú a tú en las pruebas globales.

Barrondo, un sencillo hijo de agricultor en los territorios poqomchi’, donde habitan los quetzales, es el referente máximo del auge de la marcha en Guatemala, pero otros nombres lo precedieron en años recientes y otros lo siguen a él en las categorías juveniles. Los buenos resultados en marcha atlética mantienen entusiasmados al país en torno a un deporte que, aunque lejos de ser de práctica masiva, le ha generado orgullo internacional y ha ido ganándose a pulso fuentes de financiamiento públicas y privadas.

Lo comentaba este miércoles Azucena Morales, técnica del Comité Olímpico de Guatemala, mientras vigilaba en las tierras altas de Quetzaltenango los últimos entrenamientos de las tres mujeres marchistas que forman parte del equipo que competirá en Río, como parte de la delegación total de 21 deportistas. Barrondo y los otros cuatro varones, mientras, depuraban en México los detalles finales que podrían resultar claves para repetir en un podio, como sueñan los guatemaltecos.

“La medalla de Érick fue fundamental para coronar un trabajo de muchos años, de procesos largos”, explica Morales por teléfono antes de responder por qué la marcha: por qué es precisamente este deporte el que ha logrado despuntar en Guatemala. La respuesta hay que buscarla en la planificación y los arduos entrenamientos, pero también en la cotidianeidad de aldeas como la de Barrondo o en la sangre indígena de los descendientes de los mayas.

“Es el fenotipo de los guatemaltecos, que somos de contextura pequeña y muchos habitantes de tierras altas, con fibras más rojas que blancas (glóbulos rojos que transportan el oxígeno de la sangre a los músculos), con una muy buena capacidad aeróbica, ideal para pruebas de fondo”, contesta Azucena. Un día antes, un estudio científico publicado por la revista especializada eLife certificó que las guatemaltecas son las mujeres de menor estatura en el mundo (149,8 cm en promedio), mientras que los varones guatemaltecos (con un promedio de 163,4 cm) solo superan en el mundo a los naturales de otros 11 países.

Esa fue precisamente la fortaleza que vieron desde los años 80, cuenta Juan de Dios Reyes, miembro de la directiva de la Federación Nacional de Atletismo de Guatemala. “Aquí será muy difícil encontrar a alguien de 1,90 para que dé un salto alto de 2,40”, explica desde Ciudad de Guatemala, antes de asegurar que el punto de inflexión para la marcha fue la marca mundial que impuso en 1999 Julio René Martínez en los 20 km.

Aunque hay marchistas altos que sacan ventaja de su zancada larga, los bajitos se ven obligados a dar pasos cortos con mayor frecuencia y eso permite reducir o disimular la “fase de vuelo”. Esta, explica Azucena, es el instante en que ambos pies están en el aire, lo cual es amonestable en una disciplina que exige todo lo contrario, contacto permanente con el suelo. “Ese es nuestro secreto, que no es secreto para nadie”, bromea.

El resto de la fórmula la componen los entrenadores importados para perfeccionar la disciplina en los marchistas de élite, como parte de los esfuerzos federativos. El mexicano José Alvarado, el cubano Rigoberto Medina (técnico de Barrondo en su gesta en Londres) y ahora el polaco Bohdan Bulakowski se han sumado a los planes de la Federación guatemalteca, que destina unos $500.000 anuales para los marchistas de la máxima categoría y ve un considerable aumento de patrocinios de empresas privadas.

Además, el apoyo del público crece también. Ya se cuentan por miles, según Reyes, los asistentes a los eventos de atletismo en el estadio capitalino Mateo Flores, cerca de una obra vial y un parque que ahora llevan el nombre de su medallista olímpico. Ya pocos se burlan de esa forma cadenciosa de andar de los marchistas, los nuevos referentes y los portadores de la ilusión de nuevos logros en Río.

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