David Ferrer, en el laberinto

Después del desbarajuste, de que la lluvia obligase a suspender más de 30 partidos el martes y más de 40 ayer, miércoles, las nubes se tomaron un respiro durante la mañana de este jueves londinense. A pesar de la tregua continuaron ahí, oteando desde las alturas todo lo que ocurría en Wimbledon, y lo que presenciaron fue una despedida prematura, en la segunda ronda, que no entraba en los planes de David Ferrer. El alicantino, apeado por Nicolas Mahut (6-1, 6-4 y 6-3, después de 1h 58m), se marchó cabizbajo de un escenario que nunca se le ha dado especialmente bien, como a la gran mayoría de los tenistas españoles, pero esta vez la cosa fue bien distinta.

En este 2016, Ferrer no se encuentra. El pulso contra Mahut fue el fiel reflejo de ese querer y no poder contra el que lucha el de Xàbia esta temporada, en la que ha ganado 22 partidos y ha perdido ya 14. El año pasado, a estas mismas alturas, se había hecho ya con tres títulos (Doha, Río de Janeiro y Acapulco) y sus sensaciones eran fabulosas. Hoy día, sin embargo, la dinámica es completamente distinta. No comenzó mal el curso (cuartos en el Abierto de Australia), pero después los resultados no han sido buenos (octavos en Roland Garros). Pero la historia va mucho más allá de los resultados.

"Ha sido mejor en todos los aspectos. Yo he estado muy lejos de mi nivel, sobre todo mentalmente. No consigo mantener la concentración durante todo el partido y ante eso... poco más que decir; no se puede hablar mucho más de tenis", se arrancó Ferrer, de 34 años y cuya frontera en Londres la establecen los cuartos de 2012 y 2013. "No sé cuál es el problema; el problema es que no sé cuál es el problema, pero no tengo fuerza o una actitud competitiva, ni hoy ni durante muchos partidos este año. No hay un motivo real, porque estoy bien y todo va bien... Pero me está costando competir y es algo nuevo para mí".

Sin fuerza interior

Ferrer no está bien. Su cuerpo hoy día le respeta, fruto del esfuerzo de muchísimos años, pero la fuerza interior se escapado por alguna rendija. "Quizá es ese aspecto he tocado un poco fondo. Me he dado cuenta de que ya son ya demasiados partidos; a lo largo de mi carrera a lo mejor son dos o tres, pero eso para mí ya es mucho", explicaba ante los periodistas; "a lo largo de mi carrera nunca he tenido este bache, el no tener esa actitud competitiva, y ahora me cuesta más, es algo nuevo. Me me pone triste, claro, porque no es justo.... Con la carrera que he tenido estar así... A lo mejor si los otros son mejores y tú estás bien de actitud, pues sí, pero cuando intentas buscar esa actitud o ponerla y no das con ella te entristece".

Ahora, el alicantino (26 trofeos individuales en sus estanterías, triple ganador de la Copa Davis y en su día la tercera mejor raqueta del planeta) buscará respuestas en casa, en Xàbia. "No me he parado mucho a pensar. Quiero irme unos días allí para desconectar de todo y de todos y buscar la solución para empezar otra vez", expresó. Precisó antes de abandonar el All England Tennis Club que competirá en Bastad (Suecia, a partir del 11 de julio), pero él, hombre autoexigente y conciencudo a más no poder, aún no encuentra la salida de su laberinto. No obstante, guerrero él siempre, no se rinde. Aún no, desde luego: "Todavía me motiva el tenis, si no, no estaría aquí".