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“A la victoria se llega con sufrimiento”

Zidane alcanza su triple corona como madridista haciendo un elogio de la capacidad de sufrimiento de sus futbolistas

Zidane, con la Champions.
Zidane, con la Champions.Matthias Hangst (Getty)

Campeón de Europa como jugador, como segundo entrenador y como entrenador en jefe. Zidane celebró sin aspavientos la triple corona del Real Madrid. Y adquirió el mismo perfil bajo que en la vigilia, perseverando en la idea del trabajo como argumento de un revulsivo que ha dado la razón al presagio de Florentino Pérez.

Cinco meses ha tardado Zizou en conquistar el título supremo del fútbol de clubes, pero eludió cualquier mérito particular. Lo atribuyó a los mismos jugadores que lo mantearon en el césped de San Siro después de la victoria, aunque tanta modestia hizo concesiones al subconsciente: "Había soñado ganar el título como entrenador. Sabía que podía y, más aún, cuando se trabaja con un equipo de esta historia. Hemos sufrido mucho, pero siempre he dicho que a la victoria se llega con sufrimiento".

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Se le acalambraban los jugadores y llegaron al desenlace exhaustos, pero Zidane cree que la victoria ha estribado en haber soportado la presión mental. Y en haber aportado a la calidad del equipo todos los requisitos de la concentración y el esfuerzo.

¿Los penaltis? Zidane admitió que no los había preparado. Y que la selección la hizo en función de su estado físico y anímico, concediéndole a Ronaldo el honor de rematar el camino hacia el título: "No estaba lesionado. Y nos ha dado la victoria. Hubiera sido imposible plantarnos en la final sin todo lo que ha hecho. Era justo que tuviera entre sus pies la última jugada del encuentro. Ronaldo nos ha traído hasta Milán".

Podría decirse lo mismo de Sergio Ramos. Que parecía un atlante sujetando la estructura defensiva del Madrid y que fue elegido mejor jugador de la final, aunque el propio galardonado se apresuró a mencionar las cualidades del éxito colectivo.

Lo hizo en la rueda de prensa recién duchado y pletórico. Vestido con una camiseta blanca-blanquísima donde aparecía impreso el número. 11. "Ha sido una sensación maravillosa. Premio a una temporada de altibajos. Hemos superado los contratiempos. Ha sido un partido muy duro, muy intenso. Felicito al Atlético por su campaña y por su partido. No me gustan los balances individuales, pero Casemiro ha dado mucho equilibrio. Nos ha ayudado mucho atrás. Y ha sido clave para terminar la temporada de la mejor manera posible", señalaba Ramos con una sonrisa inabarcable.

También fueron inabarcables sus elogios a Zidane. Y al cambio de rumbo que supuso el relevo de Benítez cuando la temporada del equipo parecía seriamente amenazada. "Lo que puedo decir de Zizou es que os ha traído humildad, trabajo, optimismo, ganas, motivación, comprensión. Y adquirió enseguida un feeling con los jugadores que antes no existía", deslizó Ramos sin eludir el juego de las comparaciones.

Feliz como estaba, el defensa sevillano confió una de sus supersticiones. Quiso tirar el cuarto penalti porque su número es el cuatro. Y estaba convencido de anotarlo cuando vio salir el balón. "La experiencia de Milán es diferente a la de Lisboa. Ni mejor ni peor. Una experiencia intensa, pero tiene un significado para mi porque es la primera que levanto como capitán", confiaba Ramos casi a las dos de la madrugada.

No cabía más contraste entre el desfile funerario de los jugadores del Atleti y el carisma con que levitaban los futbolistas del Madrid, haciendo de la "zona mixta" una alegoría de la depresión y la euforia. Participaban de ella hasta los jugadores del Madrid que no disfrutaron minutos y cuyo porvenir se antoja comprometido. Por ejemplo, James Rodríguez. Que no estuvo ni en el once inicial ni entro en la solución de los cambios.

"Quiero seguir en el Madrid muchos años", explicaba la estrella colombiana. "Me hubiera gustado ganar, pero creo que hice fuerzas desde fuera para que el equipo ganara. Ha sido una temporada extraña, pero hay que aprender de las cosas malas".

Era evidente el contraste con Lucas Vázquez, protegido de Zidane, sustituto de Benzema en el minuto 77 y artífice del penalti de apertura en la tanda. "No me sentí presionado, sino motivado. Zidane siempre me ha dado confianza. Y era una manera de agradecérsela. Golpee con más tranquilidad de la que hubiera imaginado. Esto que ha pasado aquí es algo indescriptible. Es la manera de reflejar un año de trabajo".

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