Un Roland Garros fortificado

Largas colas, obstrucciones, un batiburrillo de gente y vehículos a lo largo de todo el Boulevard d'Auteuil, la arteria principal de acceso al silvestre complejo de Roland Garros; policías armados y un valladar metálico, doble, con un propósito disuasorio. La colonia residencial de Boulogne-Billancourt, localizada en el cinturón periférico de París, zona suroeste, amaneció ayer con dispositivo más propio de un estado de excepción que el diseñado para un torneo de tenis. “No importan las molestias, porque en este caso son necesarias. Lo primero es la seguridad”, minimizaba a la entrada Olivier, un abogado de Grenoble y residente en la capital.

Sigue Francia en vilo por la matanza yihadista del pasado 13 de noviembre y por la permanente amenaza terrorista. El nivel de alerta es máximo en París y tiene reflejo en la organización del Grand Slam, donde todo el mundo padece las consecuencias: aficionados, trabajadores, periodistas –instados a respetar la normativa, bajo riesgo si no de perder la credencial– e incluso jugadores. “A mí me han cacheado y bien cacheada”, explicaba Garbiñe Muruguza. “A mí también. Tengo que abrir todas las bolsas, pero si es por algo así, bienvenido sea este lío. Y yo aún he tardado menos, pero mis padres tenían que entrar por otro sitio y se han tirado un buen rato”, comentaba Pablo Carreño, sparring de Rafael Nadal en el entrenamiento.

El marcaje también afecta al de Manacor, pero revisado en menor medida. No así los componentes de su equipo, inspeccionados como cualquier otro ciudadano. “La verdad es que no pienso en esto. Siempre me he sentido seguro aquí, en París. Fue una noticia terrible, pero es pasado. Creo que todo el mundo está concentrado al cien por cien en garantizar la seguridad del torneo”, había indicado un día antes el balear, que en principio iba a reunirse ayer con el presidente de la Federación Internacional (ITF), David Haggerty, con el objeto de abordar su petición de publicar su historial antidopaje, aunque al final se pospuso la cita entre ambos por una cuestión de agenda.

Un 25% más de presencia policial

En el contexto de esta tensión, las medidas para evitar un potencial atentado durante el evento se han multiplicado. Aunque no haya trascendido la cifra concreta de agentes, la Federación Francesa de Tenis (FFT) y el Ayuntamiento de París acordaron incrementar un 25% la presencia policial con respecto al año pasado. Todo trasporte que se acerca a la zona debe respetar el perímetro de seguridad, de unos 500 metros y que nace prácticamente en el Parque de los Príncipes, el estadio de fútbol del PSG. Y para acceder al recinto, fortificado como nunca, los visitantes tienen que pasar por tres puntos de control y someterse a los registros sistemáticos de las fuerzas especiales, equipadas con detectores de explosivos.

El anticipo a la Eurocopa

“Por lo que sucedió hace unos meses y tal y cómo está el mundo ahora, no tengo nada contra todo esto”, apunta Novak Djokovic. “Creo que esto es algo que todos los jugadores queríamos, un poco más de seguridad. Tan solo queremos jugar al tenis y disfrutar de nuestras vidas”, señaló la número uno, Serena Williams, que posee un apartamento en París y ha pasado largas estancias en la metrópoli francesa durante los últimos años.

Roland Garros está, pues, aparentemente blindado mediante un protocolo que se repetirá y reforzará exponencialmente a partir del próximo 10 de junio, cuando arranque la Eurocopa de Francia con la disputa del partido entre la anfitriona y Rumanía, en el estadio de Saint Denis. Junto a París, otras ocho ciudades del país acogerán el torneo de fútbol: Marsella, Niza, Burdeos, Lyon, Lens, Saint-Étienne, Toulouse y Villeneuve d'Ascq.