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SIEMPRE ROBANDO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Aniversario

Manuel Jabois
Zvonimir Boban abraza al seleccionador croata Miroslav Blazevic tras una victoria de Croacia ante rumanía en el Mundial de 1998
Zvonimir Boban abraza al seleccionador croata Miroslav Blazevic tras una victoria de Croacia ante rumanía en el Mundial de 1998reuters

Un día de 2001, en una de esas mañanas templadas de Vigo, me crucé con Zvonimir Boban. Caminaba desgarbado y magnífico como un modelo callejero; en Nueva York ya le habrían echado el lazo para una campaña de jerseys de lana. En Vigo, sin embargo, pasaba inadvertido entre la raza superior de las Islas del Hierro, todos de ojos marinos y llenos de sal. Se habían cumplido ya dos décadas de un gesto político impactante, la patada voladora de Boban a un policía yugoslavo en los disturbios de un Dinamo de Zagreb-Estrella Roja.

Boban iba a retirarse del fútbol tras salir del Milan, pero el Celta le convenció para seguir en activo. Víctor Fernández tenía al equipo en Europa y en Vigo jugaban estrellas como Mostovoi y Karpin. Pero en diciembre, durante un viaje a Italia, Boban le dijo a La Gazzetta que dejaba el fútbol. Horacio Gómez, suspicaz, se preguntó si aquello significaba dejar también el Celta.

Boban ya era por entonces una bandera. Al mediapunta le había sobrevivido el símbolo político como consecuencia de lo ocurrido en 1990 en Zagreb. Allí jugaba el Dinamo croata contra el Estrella Roja serbio en la Liga yugoslava. Una semana antes, la segunda vuelta de las elecciones en Croacia dio como ganadores a los nacionalistas; al campo del Dinamo, el estadio Maksimir, se dirigieron miles de aficionados radicales del Estrella Roja comandados por Zejko Raztanovic Arkan. Muchos de esos ultras estarían un año después formando en la guardia paramilitar consentida por el Ejército yugoslavo, Los Tigres de Arkan. En Zagreb esperaban los ultras croatas Bad Blue Boys. Al partido, normalmente de alto riesgo, le dieron un grado más. Yugoslavia estaba al borde de la peor carnicería europea desde la II Guerra Mundial.

Eran aficiones a un club diferente, a unas ideas políticas distintas y a una forma de país violentamente enfrentada. Los serbios, nada más llegar al estadio, lo destrozaron como perros rabiosos; los croatas, en medio de la primera parte, saltaron enfurecidos al césped. Agentes de la policía serbia cargaron contra ellos mientras los jugadores buscaban el túnel de vestuarios. Menos Boban, que tenía 22 años.

Las cámaras grabaron al jugador enfrentándose a un policía que golpeaba a un aficionado del Dinamo. Se ve cómo lo separan y Boban vuelve a buscarlo para darle una patada y tirarlo al césped. “Ahí estaba yo, una figura pública, preparada para arriesgar mi vida, mi carrera, todo lo que la fama puede comprar, por un ideal, por una causa: la causa croata”.

Una placa en el estadio del Dinamo de Zagreb dice: “A los fans de este club, que iniciaron la guerra contra Serbia en este campo el 13 de mayo de 1990”.

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

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