El Sporting de Gijón es de Primera
Abelardo celebra con lágrimas la victoria del conjunto asturiano gracias a los goles de Jony y Sergio Álvarez
El éxtasis en el fútbol tuvo en El Molinón su máxima expresión. Las lágrimas de Abelardo sintetizaban la tensión, el sufrimiento, la pasión, el orgullo y el trabajo de toda una temporada del Sporting, que permanece en Primera gracias a la incontestable victoria final frente al Villarreal y la derrota del Getafe ante el Betis en el Villamarín, estadio talismán para el club gijonés, donde un año atrás consiguió el sueño de volver a la élite. La plantilla del Sporting fue homenajeada al final del partido, anunciando uno por uno a sus jugadores, tratados como héroes por el Molinón agradecido.
Con Mareo como bandera, el Sporting ha logrado una permanencia merecida, con compromiso y esfuerzo, maximizando los escasos recursos, limitado en el presupuesto, castigado sin poder fichar por gestiones pasadas. A partir de la cantera y de las cesiones de Halilovic y, sobre todo, de Sanabria, con Jony como principal exponente del producto propio, el conjunto asturiano hizo de la necesidad virtud, sin renunciar al buen gusto, superando en ocasiones su inocencia. El empate ante el Madrid en su regreso a Primera allá por agosto fue el buen augurio de que los asturianos regresaban para quedarse, ganándose sus humildes jugadores una página en la historia del Sporting. “Estamos disfrutando de este momento tras una temporada de mucho sufrimiento”, resumía Lora, el capitán del Sporting, portando una camiseta que conmemoraba la permanencia con la imagen de Manolo Preciado, icono siempre presente en el corazón sportinguista.
El último capítulo comenzó bien para el Sporting. Jony desató la euforia pronto en el Molinón. Apenas habían pasado ocho minutos de partido y el Sporting se adelantaba en el marcador al rematar el de Cangas del Narcea de primeras un centro de Carmona desde el costado derecho. El conjunto asturiano conseguía el primer paso hacia la salvación en un presumible partido de nervios y tensión para los asturianos, relajado el equipo castellonense, el líder de la otra Liga. Contestó el Villarreal en un contragolpe que dejó solo a Baptistao ante Cuéllar, aliviado el portero extremeño ya batido al comprobar que el esférico era repelido por el palo izquierdo.
La intención inicial fue del Sporting, sin darse por derrotado el Villarreal con lo menos habituales, cuestionado el conjunto castellonense qué actitud mostraría por las preferencias de Marcelino que anunció sin hipocresía alguna que deseaba que el conjunto asturiano permaneciese en Primera.
Ortodoxo con el balón en los pies, al Villarreal le faltaba intensidad y verticalidad para llegar al área de Cuéllar, organizado y prudente el Sporting, bien posicionado, controlando los ataques amarillos, esperando su oportunidad para dar el golpe definitivo, llegando al descanso con los deberes mínimos parcialmente hechos, con las buenas noticias procedentes de Sevilla que le mantenían en la élite.
Pendientes del Benito Villamarín, el Sporting buscaba el gol de la tranquilidad ante el Villarreal, cada vez más suelto el conjunto castellonense, con buena disposición y escaso nervio el equipo de Marcelino. Marcó el Betis y el Molinón transmitió a sus jugadores la buena nueva. El Sporting debía mantener al menos el resultado, con un mundo por delante, necesitado de concentración y temple, con incuestionable esfuerzo y ánimo, sin asumir riesgos.
Ya con Castro y Halilovic en el terreno de juego, el Sporting se precipitaba en acciones individuales con cierta ansiedad por matar el partido, con la euforia de nuevo en el Molinón por el segundo gol del Betis ante el Getafe, sin sangre fría para certificar la victoria salvadora, con el peligro de Denis Suárez y Bakambu en las filas del Villarreal. Sergio Álvarez evitó el susto final con un golazo desde fuera del área que se coló en la escuadra derecha de Barbosa. Abelardo, sportinguista hasta la médula, no pudo contener la emoción. Sus lágrimas estaban justificadas. El Sporting es de Primera.
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