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Suárez, Bale o Simeone

La suerte de la Liga depende de los goles del ariete del Barça, de los cabezazos del galés del Madrid o de las rotaciones del Atlético

Ramon Besa
Lucas Vázquez y Bale celebran el gol a la Real Sociedad.
Lucas Vázquez y Bale celebran el gol a la Real Sociedad.Juan Herrero (EFE)

Aunque con los mismos apuros, los tres aspirantes a ganar la Liga resolvieron la antepenúltima jornada de distinta manera: el Madrid mantiene la constante de Bale, un futbolista que en ausencia de Cristiano y Benzema se reivindica como la solución en los partidos de entretiempo como el de Anoeta, circunstancia que bendice la política galáctica de Florentino; el Atlético se remite a Simeone, un técnico que administra muy bien los recursos y optimiza mejor la plantilla a partir de una inferioridad tan asumida como discutible, siempre dispuesto a demostrar que el fin justifica los medios; y el Barça, admirado por su estilo y sentido del juego colectivo, se justifica por los goles que marca Suárez, pichichi y aspirante a la Bota de Oro, y por los que no encajan Bravo o Ter Stegen.

Bravo, lesionado, no jugará contra el Espanyol

Claudio Bravo, portero del Barcelona, notó en el duelo ante el Betis unas molestias en el gemelo después de un pequeño salto. Por eso pidió el cambio y chocó las manos con Ter Stegen, que tuvo un regalo inesperado de cumpleaños al jugar de nuevo en la Liga. Un premio que no tenía desde la jornada seis, justo cuando Bravo se recuperó de su anterior lesión muscular —estuvo cuatro partidos de baja—, entonces en el sóleo izquierdo. En esta ocasión es el derecho el que le impedirá con casi toda seguridad estar en el derbi ante el Espanyol en la próxima jornada y queda por ver si llegará al duelo ante el Granada, partido que cierra la Liga. Así lo dictaminaron las pruebas que le hicieron ayer por la mañana en la clínica Creu Blanca de Barcelona.

La baja de Bravo, a quien podría habérsele acabado la temporada porque se da por descontado que será Ter Stegen quien juegue la final de Copa ante el Sevilla, alimenta el debate en la portería azulgrana. Entre otras cosas porque el alemán ya ha sugerido en público que no aguantará otra temporada de suplente, por más que siempre haya respetado la decisión del técnico Luis Enrique, que cuenta con el chileno en la Liga —también lo hizo en el Mundial de Clubes—, y con Ter Stegen en la Copa y Europa.

El marcador avaló al trío de candidatos cuando solo faltan dos jornadas para el final de la Liga. El golaverage está de parte del líder Barcelona, que enfrentará a dos equipos que pelean por evitar el descenso: el Espanyol, liberado después de abatir al Sevilla, y el Granada. Más sencillo parece el calendario del Atlético, que visitará la cancha del Levante para acabar en el Calderón contra el Celta. Y tampoco parecen especialmente inquietantes los adversarios del Madrid: Valencia y Deportivo. El campeonato queda a expensas por tanto del Barça, ganador de seis de las últimas 10 Ligas, por tres del Madrid y una del Atlético. Los azulgrana compiten más contra su pasado, especialmente el más reciente, protagonizado por el éxito del tridente que el curso pasado logró el triplete, que ante dos adversarios condicionados por sus apiraciones de disputar el día 28 la final de la Champions.

Volver a ganar la Liga

La disputa de la Copa de Europa exime a madridistas y rojiblancos de explicar sus actuaciones en la Liga. Ambos resolvieron sus partidos respectivos contra la Real y el Rayo con los suplentes mientras que el Barça derrotó al Betis con la misma formación que en mayo pasado conquistó Berlín. No hay una mejor afirmación para definir las condiciones en las que se disputa el torneo que la realizada por Piqué: “Tenemos que volver a ganar la Liga”. Los azulgrana juegan con la presión que supone haber dilapidado 12 puntos de ventaja y la tristeza que comportó su eliminación europea ante el Atlético. La Liga se le hace larga, los partidos no se acaban nunca y no les queda más remedio que encomendarse a las áreas, la mejor solución en tiempos del triplete que forman Messi, Suárez y Neymar.

A veces da la sensación de que el Barça juega entre espantado y agarrotado, empeñado en no tomar goles, confiado en la sensibilidad del pie izquierdo de Messi y el martillo de Suárez, suficientes ambos para refugiar a Neymar. El brasileño fue tan decisivo al inicio del campeonato en ausencia de Messi como ahora lo es Bale para cubrir las bajas de Cristiano y Benzema. La cabeza del galés funciona como la de Santillana. El Madrid aprendió a competir desde que la BBC dejó de ser una unidad indivisible y se imponía tirar de Lucas Vázquez y Jesé. Los partidos del equipo blanco tienen picos y alimentan las mejores y peores sensaciones, consecuentes con las características del Bale. También los encuentros del Atlético son muy vivos porque Simeone mueve al plantel y no para de darle vueltas al juego hasta dar con la victoria como pasó ante el equipo de Paco Jémez.

La emoción en Madrid contrasta con el inmovilismo de Barcelona. Juega el Barça de mala gana, empeñado en que le den razón: el título lo ganarán o perderán los que iniciaron su defensa, de manera que la alineación se decide de acuerdo a un estatus asumido por Luis Enrique. El equipo juega para que Messi ponga los pases y Suárez los goles, tan legítimo como que Bale decida para el Madrid y Simone para el Atlético. La diferencia es que al Barça le va la vida en la Liga con sus titulares mientras que sus rivales recurren a los suplentes porque tienen el amparo de la Champions.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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