El negro fin de semana del ciclismo belga
Después de la muerte de un corredor al que le cayó encima una moto en la Gante-Wevelgem, fallece otro que sufrió un ataque cardiaco en el Critérium Internacional
Para los ciclistas belgas, este fin de semana se ha teñido de negro. Dos corredores, Antoine Demoitié, de 25 años, y Daan Myngheer, de 22, fallecieron el lunes, víctimas de dos circunstancias que han producido el desasosiego en una sociedad que sigue creyendo en la posibilidad del riesgo cero en cualquier actividad de la vida.
Demoitié murió el lunes en un hospital de Lille después de que el domingo una moto le cayera encima durante la disputa de la Gante-Wevelgem, la primera gran clásica de la primavera belga. Demoitié había sufrido una caída junto con otros ciclistas y estaba ya en el suelo cuando le fallaron los frenos a la moto que transportaba a un comisario y se desplomó sobre él. Al recordar con tristeza su muerte antes de la salida de la primera etapa de los Tres Días de la Panne, la carrera belga que comenzó ayer, se hizo hincapié en que donó sus órganos y salvó la vida a tres personas que esperaban un transplante. En la prueba se extremaron las medidas de seguridad y se limitó al mínimo el número de motos acreditadas.
Myngheer, por su parte, comenzó a sentirse mal el sábado durante la primera etapa del Critérium Internacional, junto a Porto Vecchio, en Córcega, y se bajó de la bicicleta. Mientras se le trasladaba en una ambulancia sufrió un ataque cardiaco. Perdió el conocimiento y no lo volvió a recuperar. Murió el lunes al atardecer en Ajaccio. Su familia donó sus órganos y la policía, mientras estaba hospitalizado, registró su habitación en el hotel corso en el que se alojaba en busca de sustancias prohibidas que no había. En 2014, Myngheer, campeón júnior de Bélgica en 2011, había sufrido otro episodio cardiaco. Se sometió a varias pruebas que no observaron ninguna anomalía y siguió corriendo sin problemas.
Demoitié es el primer ciclista que fallece atropellado por un vehículo durante una carrera, pero desde hace meses se habían levantado voces alertando del peligro que suponía la gran cantidad de motos acreditadas en cualquier competición (hasta 60 en etapas del Tour de Francia: cámaras, fotógrafos, comisarios, policía, enlaces, pizarra, ayuda mecánica, avituallamiento líquido...), su gran tamaño y el creciente desconocimiento de las peculiaridades de una carrera ciclista por parte de los pilotos, muchos de ellos aficionados.
Las redes sociales amplificaron la alarma, generaron la sensación de una escalada relatando y publicando fotos de cómo una moto atropelló al belga Van Avermaet en la última Clásica de San Sebastián, otra arrolló a Fuglsang en el Tour y otras acabaron en el suelo con Peter Sagan y Sergio Paulinho en la Vuelta, y, finalmente, convirtieron en inevitable el accidente mortal de Demoitié.
Galletti y Neves
Los especialistas tampoco creen que la muerte de Myngheer, debida probablemente a una arritmia maligna, como la muerte súbita que afecta de vez en cuando a futbolistas en el campo, pudiera haberse evitado. Hay enfermedades, mutaciones genéticas o defectos que no se pueden apreciar en las pruebas habituales, como ecocardiogramas o pruebas de esfuerzo, que sí han apreciado anomalías en el australiano Michael Rogers y en el belga Johan van Summeren, ambos sin autorización para seguir corriendo.
Antes que el joven belga, al menos dos ciclistas fallecieron en mitad de una carrera por problemas con el corazón. Uno fue el italiano Alessio Galletti, que murió en la Subida al Naranco de 2005. Otro fue el portugués Bruno Neves, quien falleció en 2008 en una carrera en su país, la Clásica de Amarante.
"Accidentes inevitables"
Como los atropellos de ciclistas por motoristas fueron uno de los temas de la pasada Vuelta, el director de la ronda española, Javier Guillén, es una de las personas más sensibilizadas por el problema, y que más ha estudiado cómo resolverlo. Su conclusión es de sentido común: mientras tanto motos, como coches, como ciclistas sean necesarios para que haya una carrera y mientras deban convivir en una estrecha cinta de asfalto, los accidentes son inevitables. “Lo que debemos hacer”, dice Guillén, que pide que se haga en frío, pasado un tiempo del accidente de Demoitié, “es intentar que sean los menos posibles y que sus consecuencias sean lo más leves posibles. Y que sea la UCI quien adapte los reglamentos”.
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