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España experimenta sin éxito

La Roja respira con un empate ante una Italia superior tras un partido decepcionante, sin remate pese a juntar a Morata y Aduriz, y con De Gea como el mejor del equipo

José Sámano
Aduriz ante Bonucci
Aduriz ante BonucciPaolo Giovannini (AP)

Muchas pruebas y ninguna convincente, todo lo contrario. España, muy experimental, decepcionó en Údine, donde alteró sistema tras sistema sin más aplausos que para De Gea, titular por delante de Casillas, el buen hacer de Morata, que parece haber tomado la delantera a Diego Costa, y la vena goleadora de Aduriz. Una ocasión, un gol. Eso fue todo para España, desaliñada por un rival sin gran talento pero con mucho remangue y buen oficio. Italia, esté como esté el equipo, nunca fue una plaza amistosa. Pero a España le faltó casi de todo. Un empate ya pareció un premio mayor.

No por casualidad, el espinazo de la España de las cumbres fue, por lo general, su exquisita prole de volantes. Gente con escuadra y cartabón, como los lesionados Busquets e Iniesta, y los añorados Xavi y Xabi. Ninguno desfiló por Údine y bien que se resintió La Roja, incapaz de ser La Roja, desnaturalizada desde su principal balcón. No se engancharon los más pretorianos, Mata y Cesc, ni tampoco aprendices tan cualificados como San José y Thiago. Más tarde, Koke, Isco y Silva pasaron de puntillas. Todos irreconocibles a su paso por Italia. Demasiado peaje para una selección que precisa tránsito de área a área, para la que el medio campo nunca fue un apeadero cualquiera.

Italia, 1-España, 1

Italia: Buffon; Darmian, Bonucci, Astori; Florenzi (Silvestre, m. 89), Parolo (Jorginho, m. 89), Motta, Giaccherini (Antonelli, m. 80); Eder (Insigne, m. 52), Pellé (Bernardeschi, m. 62) y Candevra (Zaza, m. 62).

España: De Gea; Juanfran (Jordi Alba, m. 79), Piqué, Ramos (Nacho, m. 46), Azpilicueta; San José, Thiago (Isco, m. 61), Cesc Fábregas, Mata (Koke, m. 46), Aduriz (Silva, m. 73) y Morata (Alcácer, m. 86).

Goles: 1-0. M. 67. Insigne. 1-1. M. 70. Aduriz.

Árbitro: Deniz Atekin (Alemania). Amonestó a Motta, Parolo, Piqué y Cesc.

Estadio de Friuli: 25.000 espectadores.

Sin los que deben coser la pelota, España se quedó a la intemperie. Solo tuvo aire a los pies de Morata, que como ocurría con el mejor Villa, fue improvisado como delantero izquierdo. A la vista del agobio de los italianos, que achucharon lo suyo en la zona de creación, el equipo de Del Bosque quiso cambiar de vuelo: del rasante habitual al más orbital de Aduriz. Por ninguna ruta España se encontró con España. Morata, versátil, sobrevivió como pudo; Aduriz, que es más que un cabeceador sin techo, se sintió un cuerpo extraño. Uno y otro solo respiraron con el gol, ambos colaboracionistas.

No es Italia una selección con guante en las botas, pero sí un equipo abnegado, sin olvidar ese gen tan competitivo que le distingue, en las buenas y en las malas. Las bajas de Marchisio y Verratti, además de zagueros como Chiellini y Barzagli, la destiñen aún más. Ante una floja España, a los de Conte les bastó con una presión alta, sudar como regaderas y activar a Candreva por la banda derecha, donde a Morata le costaba cerrar por falta de costumbre y Azpilicueta se veía superado ante la mirada de Thiago. Un par de arreones de Candreva complicaron la vida a los españoles, la primera muy bien resulta por De Gea, de nuevo efectivo en el segundo tramo ante remates de Insigne y Florenzi. Con Casillas a la sombra, el debate no tendrá fin hasta que llegue la Eurocopa. Y luego, y más tarde, y más y más...

Dos delanteros, una ocasión

Visto el perfil bajo del equipo, reaccionó Del Bosque en el intermedio. Relevó a Ramos, con molestias en la espalda, y tiró de Koke en vez de Mata para taponar la izquierda y centró a los dos arietes. Por unos minutos, pareció una España más simétrica y espabilada, con algunos arabescos de Thiago, con las primeras aventuras de Juanfran... Un espejismo, lo que tardó la Azzurra en advertir el trueque español. Con tanto orden como tajo, de nuevo logró alejar a España de Buffon y buscar las cosquillas a De Gea. Hasta que embocó Insigne con la zaga visitante fuera de plano. Ya había pasado la hora de juego y aún estaba por verse un tirito español, alguna muesca ante la meta local.

Tan espesa estaba la selección de Del Bosque que ni apercibió que, en contra de la costumbre, con gente como Morata, Aduriz, San José, Ramos y Piqué, las jugadas a balón parado ya no son calderilla. Un gol en contra pareció iluminar a Cesc, que lanzó una falta desde la izquierda, cabeceó Morata en fuera de juego y al rebote de Buffon acudió como una fiera Aduriz. Dos delanteros para una ocasión. Máxima eficacia con la mínima productividad. Problema general, no solo de los arietes.

Nada más dijo España, con Isco y sin Thiago, con Silva por Aduriz nada más llegar el empate y luego ya solo Morata como punta. No funcionó ninguno de los tres sistemas. Del Bosque tomaría nota, le quedan dos meses de estudio. La España de dos delanteros puros tampoco chuta. La España sin el ancla de Busquets y la chistera de Iniesta tampoco la toca de manual. Ni siquiera la línea más fija, la de Ramos y Piqué, enclaustró como debe a De Gea, el mejor guardián español. Tiempo para los matices y las correcciones. Francia está a un paso.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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