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Bellerín, un lateral “old school”

“Se formó en el Barcelona, solo por eso es especial”, reconoce Arsène Wenger sobre el jugador de Calella

Bellerín pugna por el balón ante Rose, del Tottenham.
Bellerín pugna por el balón ante Rose, del Tottenham.ANDY RAIN (EFE)

“Se formó en el Barcelona y eso ya le hace especial. Creo que los jugadores españoles aman el fútbol. Es un placer trabajar con él porque la verdad, no sé cómo lo hacen en España, pero lo hacen muy bien”, dice Arsène Wenger si le preguntan por Héctor Bellerín, lateral del Arsenal que creció en la cantera del Barça, donde jugó ocho temporadas. Cuando tenía 16 años, el técnico francés se lo llevó a Londres y hoy, como en la ida, le mandará marcar a Neymar. Dice la leyenda en el fútbol base que la culpa de que no juegue hoy a las órdenes de Luis Enrique la tiene un partido contra el Espanyol y, de rebote, el buen ojo de García Pimienta, ahora segundo técnico del Barça B, que le cambió de posición, de extremo a defensa, siendo cadete. Si era bueno de delantero, la rompió como lateral. Hasta entonces, se había fijado en Joaquín —su padre es del Betis— y en Pedro; entonces, empezó a mirar a Dani Alves.

Bellerín, que nació en Calella y hoy tiene 20 años, entró en la escuela del Barça para jugar de delantero cuando tenía seis años. “Era un obús. Rápido, potente…”, recuerdan los entrenadores que trabajaron con él de niño, mudos por la ley del silencio que impera en el Barcelona. Tan rápido que según estudios del Arsenal corre los 40 metros más veloz que Bolt. “Un chaval, como persona, bueno de verdad, un sol de niño”, añaden. “Pero bueno, bueno”, insisten los que le vieron crecer.

Hijo de un empleado de asistencia en carretera y de una señora que trabajaba en una fábrica textil del Maresme, supo de niño lo que les costaba a sus padres el plato que cada noche le ponían en la mesa. A sus compañeros les admiró siempre su esfuerzo: “Salía del cole a las cinco, venía a entrenar en el taxi del club desde su pueblo y no llegaba a su casa hasta las diez. ¡Y sacaba las mejores notas del equipo!”, explican ahora. En el club fue un verdadero trauma su despedida. “Era uno de los señalados a llegar al primer equipo, en especial desde que Pimi le cambió de posición, porque su nivel competitivo era altísimo. Da igual si jugábamos contra los pericos, el Cornellà o la Damm, en un partido de esos que terminaban 10-1 o en un entrenamiento cutre de entre semana. Su conducta era siempre ejemplar ”.

Bellerín corrió la banda tanto y tan bien en con aquella quinta del 95 que ganó la MIC Cup y, especialmente, en aquel partido en que bailaron al Español, que un ojeador del Arsenal lo tuvo clarísimo y no hubo vuelta de hoja. “Se fue a Londres porque le arreglaron la vida a la familia, no pudimos igualar el dinero que le puso el Arsenal sobre la mesa. La familia le dio mil vueltas, pero era evidente que no pudieron decir que no. Por él se hubiera quedado, como Samper, pero...”, cuentan personas que vivieron aquellos días dentro del club.

Samper, ese que el sábado debutó en el primer equipo, es su amigo del alma, y pasaban juntos  sus veranos desde que se conocieron en el Barça a los siete años, porque tiene casa en Malgrat, muy cerca de Calella. Junto a Toral — que emigró del Barça al Arsenal en el mismo año—, eran inseparables. Los tres viajaron un verano a Grecia, excursión de la que queda como recuerdo el tatuaje con la palabra "amigo" que Belle luce en su brazo derecho. Los tres pasaron las últimas navidades en Londres, ciudad que el lateral conoce al dedillo porque, tipo inquieto, lejos de apalancarse en un sofá, la recorrió al llegar al Arsenal. Cogía el mapa del metro y le preguntaba a su novia: “¿Dónde vamos?”. Y así encontró rincones que le atraparon. ¿Su favorito? Alguna vez ha contado que ninguno como el piso 28 de la Millbank Tower, por sus maravillosas vistas, o las tiendas alrededor de Carnaby Street, a las que llegó por consejo de la que fue su patrona en la casa donde vivió sus primeros años en las divisiones inferiores del Arsenal.

No fueron tiempos fáciles, porque le costó meter la cabeza en el primer equipo, pero le adoptó Mikel Arteta, que le mimó y tiró de él: “Nunca dudé de su capacidad futbolística ni personal. Tenía algo y sabía que Arsène le daría la oportunidad. Pero a un crío de 17 años no puedes dejarlo solo. Yo pasé por eso en París. El resto lo hizo solo”. El resto es jugar como un veterano: “Es bueno técnicamente, bueno defendiendo y bueno atacando. Lo tiene todo”, le reconoce el capitán. “Se esfuerza, escucha mucho y aprende rápido”, dice Steve Bould, técnico en las inferiores del Arsenal. “Es un lateral old school [de la vieja escuela]”, se rindió hace meses Ray Parlour, mítico zaguero gunner, en el que probablemente sea el mejor elogio que nunca haya escuchado un defensa español en la Premier.

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