Renacido
Hubo un momento en el partido que estaba haciendo el Madrid en que resultaba imposible separar la mirada del televisor, sobre todo si se había cambiado de canal. Una curiosidad malsana, como ver el incendio de tu propia casa. Por ahí se va tu vida, pero pides una silla de playa y te pones una visera de pinturas Acritón porque cuando no se puede hacer otra cosa hay que hacerlo al menos cómodo. Una orden que de alguna forma interiorizaron los jugadores al salir al campo.
Lo irreparable siempre tiene un punto atractivo. Esos minutos del partido del Madrid, por ejemplo, fueron tan malos que era imposible ponerse a criticar a nadie. Había que seguirlos de pie, como cuando se escucha un himno en un funeral de Estado: noventa minutos de silencio. Fue como si de algún modo se deconstruyese el juego hasta llevarlo a un estado de placenta: el fútbol en estado puro, sin rasgos, naciendo ante la mirada alucinada del público. El fútbol cuando nadie sabía lo que era controlar un balón, dar un pase, hacer un desmarque. Se desconocía el disparo, el saque de banda, el gol. Todo estaba por inventar y a todo había que ponerle un nombre. Del mismo modo que siempre ha resultado un enigma saber quién fue el primer hombre que arrancó un percebe y se lo comió, tras el partido del Madrid se aclara cómo jugaban los británicos en el XIX cuando uno de ellos puso a rodar un balón. Ese interés documental tuvo el derbi: asistir a una recreación de National Geographic en la que ni el mejor guionista pudo imaginar que el mejor del Madrid fuese Danilo en una banda que no era suya.
Esta temporada hay un nivel CR en partidos fáciles y otro en partidos difíciles
Y salió Cristiano
Cuando todo acabó salió Cristiano Ronaldo a explicar en qué había consistido aquello, como cuando el artista cuenta qué significa su obra. Acostumbrados a las ensoñaciones lisérgicas de Ramos, todos se echaron las manos a la cabeza porque CR dijo, recapitulando, que “el fútbol es así”, que con los jugadores suplentes no se juega igual que con los titulares, sobre todo si los titulares están entre los cinco mejores del equipo, y que si todo el mundo jugase a su nivel el Madrid estaría primero. Esto último sí discutible: esta temporada hay un nivel CR en partidos fáciles y otro en partidos difíciles.
El mundo paralelo en el que se ha instalado del Madrid de fútbol respecto al Madrid de baloncesto lo ejemplificó ayer Sergio Llull con un triple en el último segundo desde su propia pista. Que le dio la victoria al Madrid. Y que de haberlo lanzado el Madrid de fútbol el balón golpearía en el aro y entraría, limpio, en la canasta propia.
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