La última sorpresa de la Real
Mikel Oyarzabal, el joven delantero recién salido de Zubieta, se estrena en un clásico contra el Athletic, que sigue adorando a Aduriz
El clásico entre el Athletic y la Real Sociedad siempre tiene su cara y su cruz, más allá del resultado o las incidencias que puedan determinarlo. Para algunos es gafe, por ejemplo, para el rojiblanco Xabi Etxeita que se ha perdido los tres últimos, dos por sanción y otro por lesión. La acumulación de tarjetas le deja otra vez fuera de este partido que dura mucho más de los 90 minutos y pico que dictaminan el reglamento y el árbitro. Es la cruz del clásico, mientras la cara, en esta ocasión, cae del lado del jovencísimo Mikel Oyarzabal, un extremo de 18 años, nariz aguileña y pies grandes (un 47 de botas guía sus pasos, o sea más de 30 centímetros de pie) que se ha convertido en el revulsivo de una Real Sociedad que necesitaba como agua de mayo un reencuentro con su cantera.
Eibarrés de nacimiento, fue tentado de niño por el Athletic, pero sus padres prefirieron afianzar sus raíces antes que ponerle en la autopista que lleva a Bilbao en poco más de media hora. Exterior, zurdo, habilidoso y potente, es una mezcla que no abunda en el fútbol y la Real le echó el ojo poco después para ficharlo y dejarlo en el juvenil del Eibar observando su evolución. El chico prometía, pero son muchas las promesas incumplidas en el fútbol. Oyarzabal honró su palabra. Volvió a la Real y tras jugar 10 partidos con el segundo equipo, David Moyes lo incluyó en la convocatoria frente al Levante en Valencia donde le concedió unos minutos. Quedará la duda de qué hubiera sido de él de la mano del entrenador escocés que, poco a poco, fue perdiendo pie en el ánimo y en el juego de la Real Sociedad hasta, poco después de encontrar casa en Donostia, regresar al Reino Unido, sumando un nuevo fiasco en su carrera.
El Athletic no gana a la Real desde 2012 con Marcelo Bielsa en el banquillo frente a Montanier
Eusebio sí creyó en Oyarzabal y el muchacho creyó en el entrenador de La Seca. Eusebio le dio confianza y el jugador le dio la profundidad que buscaba, más aún en momentos en los que Carlos Vela, el jerarca de la delantera, el futbolista desequilibrante, parecía algo adormecido, demasiado intermitente. Oyarzabal marcó un gol en la contundente victoria de la Real ante el Espanyol (0-5) y después hizo un doblete ante el Granada, para ratificar la mejora de su equipo, hace poco dubitativo.
La sequía tras Bielsa
Con esas credenciales se presenta en Bilbao ante su primer clásico, un partido que su técnico, Eusebio, ha humanizado huyendo de las estadísticas “en las que no creo, porque creo en los momentos” y que Aduriz, su rival, ha definido como “precioso, pero muy duro”. Estadísticas que valen para cualquier cosa: para decir que se ha jugado 68 veces en San Mamés, de las cuales 37 han favorecido al Athletic y 12 a la Real, o para recordar que el Athletic no gana a la Real desde 2012 con Marcelo Bielsa en el banquillo frente a Montanier, con dos goles de Susaeta.
Más cargado llega el Athletic por su presencia en la Liga Europa, pero rearmado también por su victoria en Marsella con otro ejercicio regio de Aritz Aduriz. Más redimida llega la Real Sociedad, hasta hace un mes cariacontecida por su cercanía a los puestos del infierno y ahora a un paso de los salones de la fama. El Athletic mide sus fuerzas, sin ahorrar ni sudor ni futbolistas. Incluso Raúl García ya entrena con sus compañeros en espera del banderazo de salida.
Para Oyarzabal, el chico de Eibar, habilidoso, rápido y fuerte, estudiante de Empresariales, el examen de San Mamés será su primera evaluación, no la última, ante un tribunal de máxima exigencia. Los clásicos son así, hasta en caso de empate hay vencedores y vencidos.
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