Récord histórico de Djokovic
El número uno bate a Murray (6-2 y 6-4) en la final de París-Bercy para alzar su sexto trofeo del M-1.000 del año, algo que nadie había logrado. Con 26, se sitúa ya a solo uno del español
Lo de Novak Djokovic es, sencillamente, insultante. El serbio, número uno, prospera a todo trapo hacia objetivo suyo que es el de acceder al panteón histórico del tenis e instalarse junto a los más grandes. Lo hace triunfo a triunfo, exhibición a exhibición, a cada cual más categórica y autoritaria. La última, en la final de París-Bercy, contra Andy Murray: 6-2 y 6-4, después de una hora y 32 minutos. Qué remedio, debió de pensar el escocés, porque hoy día hay pocas cosas más frustrantes en esto del deporte que ponerse enfrente del serbio e intercambiar unas bolas con él. Un suplicio, vaya.
El escocés, todo fe, hizo lo que estuvo en sus manos. El problema es que Djokovic no hace concesiones, o muy pocas, salvo un punto ridículo en el que se confió y dejó pasar la pelota pensando que no pisaría la línea y se iría, pero no fue así. Ese puede ser, actualmente, su mal mayor; así está el patio en el circuito masculino, dominado con puño de hierro por Nole. El serbio, de 28 años, ha conquistado ya 10 trofeos en 2015.
Con este último, el de París, su sexto del Masters 1.000, algo que nadie había conseguido en una misma temporada. Rafael Nadal, en 2013, había fijado ante el tope en cinco. Es, además, su 26º de esta categoría, por lo que ya palpa el récord que ostenta el propio Nadal, los 27 del español, que por primera vez desde 2005 cerrará el curso sin laurel alguno del M-1.000.
Los partidos de Djokovic han perdido toda imprevisibilidad o suspense. El atractivo, desde que arrancó el curso, está en el qué, el cómo y cuándo desmiga a su rival de turno. Verle jugar es una delicia, porque su revés a dos manos es inigualable y su repertorio técnico es formidable. De un modo u otro, encuentra ángulos inverosímiles. Si no, que se lo pregunten a Murray, al irreductible Murray, que en alguna ocasión tuvo que devolver la pelota a escasos centímetros de los soportes publicitarios de los laterales, en escorzos complicadísimos.
Su 2015 se resume en 78 victorias y solo cinco derrotas, en 15 torneos disputados, 10 títulos y 14 finales
Y eso que el escocés es de los pocos que puede presumir de haberle birlado un triunfo este año, en el que Nole solo ha cedido ante él, Ivo Karlovic (Doha), Roger Federer (Dubái y Cincinnati) y Stanislas Wawrinka (Roland Garros). El de Dunblane lo consiguió hace tres meses, en Montreal. Entonces cogió a contrapié al número uno, vencido en una batalla de tres horas, en una actuación heroica del británico. En esta ocasión, sin embargo, no hubo discusión. Djokovic activó la trituradora y picó al bueno de Murray.
Este intentó agarrarse a la final por todos los medios, pero su voluntad se quedó en una mera ilusión. Al tercer juego del primer set ya cedió su servicio y al sexto encajó otro crochet. Y en el segundo parcial, otro espejismo, porque Djokovic abortó cualquier intento de reacción reduciendo el porcentaje de puntos retenidos con segundos de su rival al 35% y su cifra de errores no forzados a solo 12, por los 34 de Murray. Es su dictado, la forma de labrar su historia. El presente, y quién sabe si el futuro, es exclusivamente suyo.
Consciente de su proeza, se despidió con un mensaje de agradecimiento y un juego de palabras: "París-Mercy", estampó en la lente de la cámara, dentro de un corazón. Ahora, a dos semanas vista, Londres y la Copa de Maestros. Un nuevo desafío para un año inolvidable, resumido en 78 victorias y cinco derrotas, en más de 16 millones de dólares en ganancias, en 15 torneos disputados y 14 finales. En dos palabras: Novak Djokovic.
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