Truco o trato
Sánchez Llibre le explicará al presidente chino que el Espanyol tiene una masa social que ha hecho de la supervivencia una virtud y quiere un equipo indomable
Uno se imagina al señor Chen Yansheng, número 254 de la lista Forbes de millonarios en China, llamando al timbre de la puerta del domicilio de Daniel Sánchez Llibre en Vilassar de Mar y, acorde con el día de Halloween, soltarle el manido “Truco o trato”. Por el momento se sabe que hay trato, aunque este tipo de acuerdos accionariales se entienden bien en los despachos y en los bancos, pero proyectan una sombra de inquietud sobre la grada, el vestuario y el césped.
El biombo entre uno y otro ámbito lo conoce Sánchez Llibre por propia experiencia. Ya antes de que se convirtiera en presidente del club en 1997, firmó un aval para salvar al Espanyol del descenso administrativo. Ese mismo día fue invitado a presenciar, junto a uno de sus hijos, el partido que se disputaba en Sarrià. El portero del palco le cerró el paso. No le conocía. Y Sánchez Llibre, campechano, con su proverbial tono entrecortado, le comentó: “¡Pero ¡oiga!, si acabo de firmar un aval de 500 millones de pesetas!”.
Es posible que Sánchez Llibre le haya explicado a Yansheng esta y otras anécdotas, además de donde se mete. Pasa a controlar un club con un magnífico campo, un potencial futuro muy estimable y una masa social fiel, minoritaria en cualquier caso si se compara con la de su vecino, un Barça de otra galaxia, con el que solo compite —y a duras penas— en los dos partidos de obligado cumplimiento por el calendario de Primera. Yansheng también debe saber que los jugadores del Espanyol pueden ser buenos, pero no muy buenos. Si acceden al nivel superior, el traspaso está asegurado. Con una deuda que ha crecido por encima de los 130 millones, a la fuerza ahorcan.
Cuando los jugadores del Espanyol acceden al nivel superior, el traspaso está asegurado. Con una deuda que ha crecido por encima de los 130 millones, a la fuerza ahorcan
Sus directores deportivos, ahora Óscar Perarnau, han tenido que hacer equilibrios mil con los jugadores de la cantera y los cedidos o desechados por los grandes para formar una plantilla que, año tras año, se da con un canto en los dientes cuando suma los 42 puntos suficientes para mantener la categoría. En cuatro ocasiones no lo consiguió y penó en Segunda, la última, en la temporada 1993-1994, poco después de que el club se convirtiera en una Sociedad Anónima, tres años antes de que se jugara el último partido en Sarrià, acto seguido, dinamitado. Pese a todo, ganó cuatro Copas, la última en 2006, y llegó dos veces a la final de la Copa de la UEFA, aunque ambas las perdió en las tandas de penaltis.
Un grupo de estudiantes de la Universidad de Barcelona fundó el club hace 115 años. Estuvo en manos de diferentes presidentes, que al igual que muchos directivos, ejercieron de mecenas y, a veces, de amos. Proverbiales fueron las luchas por el poder entre lo que se llamaron las familias del Espanyol. Y durante los últimos tiempos, después de que falleciera su máximo accionista Lara padre, luego su hijo Fernando y más recientemente José Manuel, ha ido dando bandazos. Pero ahí sigue.
Es el décimo, el segundo equipo más goleado en Primera, el más goleado en toda la historia de la máxima división. Eso, señor Yansheng, aunque sea tan difícil de entender como que ahora pase a manos chinas, no es más que otro motivo de orgullo para una masa social que ha hecho virtud de la supervivencia y, que si tuviera que elegir un adjetivo para su equipo ideal sería, probablemente, el de indomable. Así las cosas, trato o truco.
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