La hora del capitán
Chris Robshaw, cuestionado desde su precoz nombramiento con Inglaterra, esgrime fortaleza de espíritu ante su cita clave
Cuando el seleccionador inglés, Stuart Lancaster, eligió como capitán a Chris Robshaw, que apenas contaba con dos internacionalidades oficiales en su currículum, lo hizo porque entendió que su jugador tenía la fortaleza necesaria para digerir las dudas, resultado necesario de su precoz nombramiento. “Es un tipo duro, el sábado lo vamos a descubrir”, ha recalcado este jueves Lancaster de su pupilo, criticado por la decisión de buscar el ensayo en la última acción de la derrota ante Gales. Aparte de su rol de liderazgo, tiene trabajo extra ante la poderosa tercera línea de Australia, que eliminaría del torneo a los ingleses si vence el sábado en Twicknehmam.
“He aprendido mucho sobre cómo funciona y lo que supone ser capitán. Hay buenos y malos momentos y tienes que saber cómo lidiar con ello. No se trata de ignorar las críticas, debes saber qué está pasando y utilizarlo. Es la mejor forma de demostrarles que se equivocan”, asegura Robshaw, de 29 años. Sus entrenadores gustan del termino resiliencia para definirle, valorando su capacidad para sobreponerse a situaciones traumáticas. Ante los Wallabies serán 41 partidos capitaneando el XV de la Rosa, cifra que solo supera Will Carling (59); registro asombroso para ese chico que necesitó mucho apoyo en su lucha contra la dislexia. Ante Gales superó a Martin Johnson, líder de la Inglaterra que levantó el título en 2003. “Robshaw puede ser el líder que fue Jono. No habla mucho, pero los chicos siguen sus acciones, su ética de trabajo”, explicaba Graham Rowntree, uno de sus entrenadores en la selección.
Su padre, arquitecto, falleció de un infarto cuando Robshaw apenas tenía cinco años y su madre, que atendía como enfermera en varios hogares, asumió el esfuerzo económico para pagar la matrícula de su hijo en una escuela donde recibiera ayuda especial contra la dislexia, una alteración de la capacidad para leer por la que se confunden letras o sílabas. Consciente de la importancia del trato personal, el líder inglés define como “un tipo muy útil” al psicólogo de la selección.
Voz cantante en el corrillo de camisetas blancas, Robshaw tuvo apenas unos segundos el sábado para decidir que Inglaterra debía buscar el ensayo y rechazar los tres puntos que habrían valido el empate ante Gales. “Es imposible prepararlo. El partido no para, esto no es fútbol americano, no tienes un pinganillo para dar instrucciones. Los jugadores deben tomar las decisiones en el calor del momento y la clave es que asumamos una responsabilidad colectiva. Y la respuesta como grupo es estar detrás de nuestro capitán”, subraya Lancaster en defensa de su pupilo, su gran apuesta desde que le nombrara en enero de 2012.
Meses después, Robshaw ya podía esgrimir la portentosa victoria ante Nueva Zelanda (38-21), la gran gesta de un ciclo con cuatro segundos puestos en el Seis Naciones, insatisfacciones olvidadas por el fin supremo del Mundial. “Siempre hay presión en el deporte internacional, por eso se llaman test matches, te ponen a prueba continuamente. Esto ahora es una prueba de carácter, ver cómo reaccionamos”. En una semana llena de preguntas, el número 8 inglés reconoce la sensación de ansiedad. “Claro que notas la presión, ojalá nos hubiéramos enfrentado a Australia el lunes”.
Por si la magnitud del choque no fuera suficiente, Robshaw deberá dar ejemplo haciendo su trabajo sobre el césped ante una de las mejores terceras líneas del mundo. En su debut como pareja, David Pocock y Michael Hooper vencieron en agosto a los All Blacks y dieron a Australia el título del Rugby Championship. “Son potencialmente dos de los mejores jugadores del mundo. Trabajan bien juntos pero también funcionan por separado, lo que dificulta muchísimo que nos organizamos”, reconoce el capitán inglés.
En días menos acuciantes, Robshaw prueba a ser barista, una suerte de especialista en café de alta calidad que busca innovar nuevas bebidas. Incluso ha tomado clases. A unas horas del partido que podría definir su legado como capitán, el hombre que reconoce “lo difícil que es relajarse” tiene el reto de servir de ejemplo a sus propios pensamientos.
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