Castroviejo, cuarto en la exhibición de Kiryienka
El bielorruso, sorprendente campeón del mundo contrarreloj en una prueba en la que los favoritos, salvo Malori, no tocaron el podio
En 1995, en los segundos Mundiales contrarreloj que se disputaban, Miguel Indurain y Abraham Olano terminaron primero y segundo, y un año después repitieron posición y medallas en los Juegos de Atlanta. Solo 20 años después de sentirse el no va más de la modernidad, el ciclismo español mira hacia atrás y no puede evitar un pinchazo de nostalgia, quién se lo iba a decir, por los tiempos aquellos en los que sus mejores hombres ya no eran pequeños escaladores, sino gigantes rodadores. Hace 10 años, en la Casa de Campo de Madrid, el cántabro Iván Gutiérrez terminó segundo. Fue el último español que subió al podio de un Mundial contrarreloj.
Del próximo, del especialista que acabe con la sequía de victorias, no se sabe siquiera si ha nacido ya, aunque el vizcaíno Jonathan Castroviejo, empeñado en que su potencia grande, y su extraordinaria capacidad de sufrimiento, lleve la contraria a su pequeño tamaño corporal, mantiene una extraordinaria dignidad: terminó cuarto, a menos de 3s de un bronce que se llevó el veterano francés Jerôme Coppel.
Castroviejo fue lo mejor de España en Richmond, donde hacen millones de rubios Marlboro todos los días y donde recluyeron para salir a los corredores en la atracción de Halloween a la sombra de la montaña rusa de su parque de atracciones para que, quizás tragando saliva asustados por lo que tenían por delante (53,5 kilómetros de toboganes y repechos para acabar en un mentiroso falso llano) prepararan la salida. Y de donde salió el sorprendente ganador, el especialista bielorruso Vasil Kiryienka, el ciclista atómico (nació en la frontera con Ucrania, y debió ser evacuado tras la explosión de Chernóbil), quien, a casi 50,5 kilómetros por hora, se impuso por 9s al italiano Adriano Malori, el chaval de Parma campeón sub 23 de 2008 ,quien devolvió a su país de grandes rodadores históricamente un orgullo perdido hace años.
Dumoulin, Dennis y Martin, por este orden, terminaron quinto, sexto y séptimo. El otro español, Luis León Sánchez, finalizó 26º
No estaban en la capital de Virginia, viejo sur de plantaciones de tabaco y esclavos, dos de los mejores especialistas del siglo, el británico Brad Wiggins, recordman de la hora, campeón olímpico y campeón mundial el año pasado en Ponferrada, y el suizo Fabian Cancellara, también campeón olímpico y cuatro veces campeón mundial (un récord), por lo que la defensa de su generación recayó entera sobre los solos hombros del alemán Tony Martin, tricampeón mundial, aspirante al cuarto hora. Frente a él, los nuevos dominadores de los desarrollos exagerados, de los platos de más de 56 dientes, de la espalda horizontal: Tom Dumoulin, el holandés héroe vencido de la Vuelta y bronce en Ponferrada tras Wiggins y Martin; Rohan Dennis, el australiano que se vistió de amarillo en la contrarreloj del Tour y poseyó un tiempo el récord de la hora, y el italiano Adriano Malori, el especialista del Movistar que coquetea constantemente con los mejores.
Con todos ellos, con el viejo campeón y con los nuevos, pudo Kiryienka, de 34 años, un ciclista que nunca deja de sorprender. Comenzó en la pista, y siendo campeón del mundo de puntuación, un tipo pesado y culón, un metrónomo del ritmo, fue capaz de ganar el mismo año una dura etapa de montaña en el Giro, en el lluvioso monte Pora, por delante de Alberto Contador. Después de fichar por el Movistar, repitió acción y victoria en el Sestriere tras Le Finestre del Giro de 2011. Y en Italia, la tierra que más le inspira, y ya como puntal del británico Sky, ganó este año la contrarreloj más dura disputada en una gran vuelta, los 60 kilómetros de Valdobbiadene en el Giro victorioso de Contador.
Dumoulin, Dennis y Martin, por este orden, terminaron quinto, sexto y séptimo. El otro español, Luis León Sánchez, 26º.
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