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Eurobasket
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Argumentos para todos

La selección celebra su triunfo ante Turquía, en Berlín.
La selección celebra su triunfo ante Turquía, en Berlín.Markus Schreiber (AP)

España ha disputado ya sus dos primeros partidos y hay material como para que optimistas y pesimistas defiendan con argumentos suficientes sus previsiones de por dónde irá el futuro. Porque hasta que llegue el momento de las eliminatorias directas, casi todo se trata de eso, de impresiones. El equipo español ha mostrado dos caras bien distintas. La del debut ante Serbia, gris, obtusa, ciclotímica, con demasiados jugadores fuera de foco, escaso acierto y errores de bulto en la definición. La del un día después ante Turquía, imperial, contundente, chisposa y reivindicativa para todos los jugadores que puso Scariolo en pista. A partir de estas dos versiones tan diferentes, cualquiera puede llevar el debate a su terreno.

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Los del vaso medio lleno argumentarán que vamos entrando en juego, que a pesar del mal juego, a falta de poco más de un minuto para el final, teníamos a tiro a toda una subcampeona mundial o que logramos hacer parecer a Turquía un equipo júnior. Que hay mucho más que los seis o siete jugadores principales y ahí está el ejemplo de Pau Ribas, que parece que lleva toda la vida en la selección y genera beneficios directos e indirectos, como completar y aligerar de minutos a los dos Sergios. Que otro Pau, Gasol, en un día normalito, es el mejor pívot del campeonato. Que defensivamente el equipo está muy bien trabajado y que la reacción producida después del traspié inicial fue de equipo bragado y curtido, que sabe navegar en aguas agitadas como suelen ser un campeonato de este tipo, se crece en los momentos complicados y ante el nerviosismo que provoca una derrota, responde en la primera ocasión.

Los menos animosos, por su parte, considerarán que la vara de medir no es Turquía, a la que lapidamos desde el salto inicial, sino Serbia. Y que ese día se nos vieron las costuras, confirmando que sufrimos defectos estructurales de difícil solución en las grandes citas, como la poca contundencia física de nuestros hombres altos o los problemas que nos crean las defensas al límite de un reglamento interpretado por unos árbitros cuyo criterio es todo un misterio y que puede variar de un partido a otro. Que la dependencia de Pau es patológica y que la acabaremos pagando. O que tenemos en el banquillo demasiados jugadores que solo sirven para cuando vamos ganando de 20 puntos. Que Francia y Serbia están por encima nuestro y Grecia, Lituania o Croacia se encuentran a la par.

Todos tienen razón, porque la ecuación resulta aún incompleta y faltan datos. 80 minutos después, España ha dado motivos para la esperanza y también para la inquietud. Hasta el próximo fin de semana, donde los cruces pondrán a todos en su sitio, cualquier opinión quedará en cuarentena. Eso sí, los antecedentes más recientes suelen predominar sobre los más antiguos. El crecimiento del equipo, por mucho que Turquía no esté entre los aspirantes a cerrarnos el camino a Río, invita a quedarse con la opción más agradable. La de un equipo imperfecto como casi todos pero con talento, empaque y veteranía suficientes como para ir cumpliendo etapas en busca del primer objetivo: llegar a octavos con los mecanismos bien engrasados. Todo lo demás será un mero cruce de opiniones, un debate en el que resulta imposible, por ahora, que nadie se declare vencedor.

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