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El que apaga la luz
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

De Gea, ¿para qué?

De Gea, en el palco de Old Trafford.
De Gea, en el palco de Old Trafford.Michael Regan (Getty Images)

Llegó al Madrid hace una temporada, tras ejecutar un fabuloso Mundial en Brasil, donde fue nombrado el mejor portero del torneo. Tal distinción acabó siendo un asunto menor, teniendo en cuenta que el peor Messi fue considerado el mejor jugador. El caso es que Keylor Navas arribó al Bernabéu con la vitola de sustituto del mito, de Casillas, que ya por entonces comenzaba a ser demolido a hachazos por ciertas amistades peligrosas del presidente. Poco pudo demostrar el costarricense, pues poco pudo jugar. Con la definitiva defenestración de Casillas rumbo a Oporto, a Keylor se le abrieron las puertas de ese cielo al que reza, de rodillas en el césped, antes de cada partido.

Sin embargo, el Real Madrid, o sea, su director deportivo Florentino Pérez y asesores, optaron por apostarlo todo a David de Gea, el cotizado guardián de la portería del Manchester United. Era el fichaje galáctico. Y comenzó la guerra civil de cada veranito con el Madrid de por medio, batalla en la que se han visto inmersos caballeros tan ilustres como Figo, Zidane, Ronaldo (el que nunca se enfadaba), Ronaldo (el que siempre se enfada), Modric, Bale y compañía. El método a seguir es siempre el mismo. El Madrid negocia con el jugador pretendido y deja en sus manos la ruptura con su club, que suele producirse a garrotazos. En ello está De Gea, castigado por su técnico, Louis van Gaal, decidido a cortarle la cabeza antes de poner precio a la misma.

A las 12 de la noche de hoy finaliza el periodo de fichajes. Ese es el margen que tiene el Madrid para abonar los 30 o 40 millones que, se dice, está dispuesto a pagar por De Gea, un jugador que llegaría gratis dentro de un año. 30 o 40 millones hoy o gratis el próximo verano. ¿Qué elección tomar? La sola duda produce sonrojo. Y más cuando, de concretarse el fichaje, el gran damnificado sería Keylor, que el sábado consiguió que el Bernabéu en pleno coreara su nombre, asunto poco baladí. Y todo por dos acciones puntuales ante el Betis: por robar el balón a un rival desde el suelo y por detener un penalti. Hoy Keylor tiene el aplauso del público, pero ya se sabe que los amores eternos del Bernabéu son perecederos, por mucho que uno tenga el favor del cielo.

Paquillo, tras ser segundo en los 20 kilómetros marcha del Mundial de Japón 2007.
Paquillo, tras ser segundo en los 20 kilómetros marcha del Mundial de Japón 2007.EFE

El inefable método de Paquillo

En el lúgubre devenir de los españoles por los Mundiales de atletismo se ha colado un invitado inesperado, otrora héroe de la marcha hasta que la sombra de la sospecha se lo llevó por delante. A Paquillo Fernández, plata olímpica en una ocasión (Atenas 2004) y mundial en tres, no se le ocurrió idea más brillante que publicar un mensaje en Twitter, aquí reproducido en su literalidad: “Después de ver el 50 km marchs los Españoles siguen sin saber preparar esta prueba. Es penoso, peto es lo que hay...”.

 Tal comentario incendió las redes sociales, tan propensas como son a incendiarse, por otra parte. Ya no solo por la crítica a algunos de quienes hasta hace poco eran sus compañeros, entre ellos Jesús García Bragado, que acabó noveno en esos 50 kilómetros marcha a sus 45 años. El problema mayor es de quién procedían esas palabras. En 2009, la Guardia Civil encontró en el domicilio de Paquillo Fernández diversos productos dopantes, como EPO y hormonas. El atleta aseguró un año después que le pudo la tentación de adquirir sustancias prohibidas, pero que jamás las consumió. Aún así, y dado que la mera posesión es delito, fue suspendido por dos años. Hoy se muestra en disposición de criticar la preparación del prójimo, él, que guardaba hormonas en la nevera. Para contemplarlas, quizá.

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