Amargo debut para Benítez
El técnico del Madrid achaca el empate de los suyos a la pérdida de balón en la primera parte y a la intensidad del Sporting, más compenetrado
“Hemos vuelto”. Con este mosaico recibió la gente de Gijón al Sporting. De vuelta a Primera. Dos horas antes del comienzo del partido, los aledaños del Molinón ya estaban abarrotados. Había niños subidos a los contenedores de basura, no querían perderse la llegada del autocar del equipo al estadio. La del Madrid fue bastante accidentada. El autocar de los blancos fue recibido entre escupitajos y patadas. Algunos radicales incluso tiraron restos de sustancias gelatinosas. Los pitos acompañaron también a la plantilla cuando saltó al césped a calentar. Y a Cristiano cada vez que tocaba la pelota. Quizás fue lo de menos visto el resultado al final del encuentro: 0-0. Fue un debut amargo para Rafael Benítez que irrumpió en la sala de prensa del Molinón con la cara desencajada.
¿Entendería que alguien se pusiera nervioso con este empate y que empezara a sentir desconfianza pese a que es la primera jornada de Liga?, le preguntaron al técnico del Madrid. “El año pasado tampoco el equipo consiguió la victoria…”, contestó. Se acordó de Carlo Ancelotti, su predecesor. Pero el técnico italiano, despedido un año antes de que terminara contrato, sí consiguió arrancar con victoria (2-0 al Córdoba). “Me quedo con la reacción de la segunda parte, en la primera nos faltaron cosas, hay que seguir ajustando y mejorar la condición física, el acierto de cara a portería y la coordinación entre los jugadores”, explicó Benítez.
De hecho, cuando elogió al Sporting, lo hizo con una pizca de envidia por su capacidad de jugar como equipo. “Se nota que son futbolistas que llevan tiempo jugando juntos que tienen un sistema y una forma de jugar bien aprendida. Muchos de ellos han acabado con calambres, nos han dificultado mucho la creación en la primera parte”, analizó Benítez. “¡Terminé yo con calambres en el banquillo, así que imagínate mis jugadores!”, dijo Abelardo, satisfecho y orgulloso. Su objetivo era, precisamente, no dejar margen a los medios del Madrid. De Kroos no hubo noticias. Y Modric tiene menos contacto con la pelota que la temporada pasada. “No queríamos que triangulasen por el centro, porque son fuertes y es difícil quitarles el balón. Eso buscamos. Y que no nos hicieran daño por las bandas. Es un mérito extraordinario que el Madrid no te meta ningún gol”, prosiguió el técnico del Sporting.
“Me quedo con la reacción de la segunda parte", dijo Benítez
Le faltó gol a los blancos (desde que llegó Benítez a mediados de julio se ha quedado sin marcar en cuatro partidos más: Roma, Milan, Bayern y Valerenga), pero no sólo eso. “La primera parte ha sido difícil, hemos perdido bastantes balones… el segundo tiempo ha sido más intenso, hemos tenido más control y más llegada”, analizó el técnico madrileño. El Madrid remató 26 veces, 9 de ellas a puerta. “Podíamos ganar, nos faltó precisión en el último pase y acierto en el remate”, prosiguió. ¿Por qué perdieron tantos balones en la primera parte?, le preguntaron. “Siempre hay que darle merito al rival, han jugado con intensidad. Nosotros hemos arriesgado pases que no tendríamos que haber arriesgado. Y ellos, que juegan a la contra, lo han aprovechado”, respondió Benítez que dice haber visto en la segunda parte a un equipo con “más carácter, personalidad y ganas de ganar e ir a por el partido”.
A duras penas consiguió el nuevo inquilino del Madrid ocultar su decepción por el empate a cero y por un debut amargo.
Arrancó el partido sin respiro. Rafael Benítez, en traje negro, las mandíbulas mascando caramelos, metía y sacaba la libreta del bolsillo de la chaqueta. Se sentaba, volvía a ponerse de pie, sobre todo cuando había jugadas a balón parado. Desde el banquillo ordenaba a sus defensas dónde colocarse. No fue el debut soñado, desde luego. Menos después de ver cómo Atlético y Barcelona, aun sufriendo y con los típicos problemas de principio de temporada, consiguieron llevarse los tres puntos. Por la mínima, pero tres puntos. El del Madrid tiene un sabor amargo.
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