Óscar Ramírez, el nuevo seleccionador de Costa Rica
El conocido como 'El Macho' llevaba una semana siendo asistente del anterior entrenador hasta su dimisión por la pelea en Panamá
Óscar Ramírez cumplía una semana de haber sido nombrado asistente de Paulo César Wanchope, director de la selección de futbol de Costa Rica, cuando las coincidencias lo convirtieron en su sustituto. Una trifulca en Panamá obligaron a la renuncia del míster la semana pasada y Ramírez tendrá que usar para sí mismo los consejos que traía preparados cuando salió de sus vacaciones de tres meses en su finca en Hojancha (Pacífico Norte de Costa Rica).
El Macho (su mote basado en la manera como los costarricenses llaman los rubios) quedó solo en el escenario y la Federación Costarricense de Futbol (Fedefutbol) acabó nombrándolo a él este martes para guiar a la selección tica a Rusia 2018. Se presentó este martes en corbata, con su bigote recortado, peinado de medio lado y su gesto de incomodidad, con labios apretados y ceño fruncido. A él no le gusta el protocolo, el rato con la prensa ni luz de las cámaras. Lo suyo es el campo, sea de futbol o de finca.
Este hombre de 50 años es de alguna manera un campesino del futbol. Es franco, tozudo, conservador y honesto. No se le escuchará hablar otro idioma más que el castellano en su versión criolla. Fue un talentoso mediocampista con Alajuelense y el Saprissa, los dos principales clubes de Costa Rica, y con la selección nacional. Nunca ha trabajado en otro país. No pasó de una prueba con el Logroñés a mitad de los 80, antes de la buena participación con Costa Rica en su primer Mundial mayor, en Italia 90, con Bora Milutinovic.
Ahora comparan al Macho con Bora. Un apasionado de la estrategia, un estudioso de los sistemas y consciente de que lo mejor para Costa Rica es praparar bien una plataforma defensiva y a partir de ahí el resto del sistema. Lo mostró en los cinco campeonatos que ganó como técnico del Alajuelense y algunas participaciones internacionales, como la victoria 0-1 en 2013 en el estadio Azteca, contra el América de Miguel Herrera. Lo compararían también con el colombiano Jorge Luis Pinto (el seleccionador en el máximo logro tico en el futbol, al alcanzar el puesto 8 sin derrotas y barriendo al 'grupo de la muerte' en Brasil 2014), de no ser por un factor determinante: la relación con los jugadores.
Ramírez no es ningún alcahueta, pero sabe que —por estrategia o por convicción— conviene atenderles el ánimo y por eso los trata como a una familia, señala el periodista Ferlin Fuentes, que le ha seguido los pasos en años recientes. En el Alajuelense les exigió siempre disciplina, pero no vigila a sus jugadores en las habitaciones de hoteles. Sanciona a los impuntuales, pero no los reporta a la Directiva. Les habla por separado. Estimula a los suplentes y, prioriza lo táctico, no titubea para llevar al banquillo al mejor del equipo, de ser necesario. Tiene obsesión por la táctica y estudia al rival hasta hartarse. En esto sí se asemeja a Pinto.
Después del festín vino el agua helada. Wanchope pasó de ser asistente de Pinto a ser su sustituto, pero nunca demostró tener suficientes méritos. La Copa Oro, en julio, acentuó las dudas en la prensa y la opinión pública sobre 'Chope', pero su salida no la motivó el fútbol, sino los golpes de boxeo de ocasión. En el estadio nuevo 'Maracaná' de Panamá, el expigado exdelantero internacional se enojó con el servicio de seguridad y acabó a los puños con un agente. No pasaron 16 horas antes de que Chope anunciara su renuncia y pusiera todos los focos sobre 'El Machillo' (como también le dicen por su baja estatura), que recién había aceptado hacer dúo con Wanchope, como su número 2.
Ahora todo cambió para Ramírez. Los federativos le pidieron olvidarse de ser asistente y tomar las riendas de manera formal. En tres semanas hay un amistoso programado contra Brasil en Nueva Jersey y tres días después contra Uruguay, un juego con olores a clásico para los ticos. Después comenzarán las eliminatorias rumbo a Rusia y Costa Rica se niega a creer que lo del Mundial de Brasil fue solo un accidente hermoso. Sí saben que los equipos del Caribe y Centroamérica han crecido y ya no se trata de solo de la superioridad de México y Estados Unidos en la Concacaf. Para ello se han encomendado a ese pequeño hombre de campo, trabajador, obcecado y conservador.
"En Costa Rica ha sido exitoso. Le faltan logros y roces en el extranjero. Pero tiene capacidad de manejo táctico, lectura de juego, autoridad y credibilidad", opinó Mario Segura, presentador de la principal sección deportiva en televisión local. También a Ramírez lo defiende el exseleccionador y goleador internacional Hernán Medford, de amplia trayectoria en México: "Ósquitar tiene su forma de ser y esto no se trata de lo que uno refleja físicamente. Él tiene su pancita y su forma de vestir (...) pero a Osquitar no lo están contratando de modelo ni lo escogieron de Míster Costa Rica", dijo Medford al diario La Nación sobre su asistente durante cuatro temporadas cortas en el Saprissa.
Juntos fueron al Mundial de Clubes con el Saprissa en el 2005. Fue quizás la mayor exposición de Ramírez desde el banquillo técnico. Él nunca ha trabajado en un club fuera de Costa Rica. Tampoco lo hizo como jugador. Su prueba en el Logroñés, en mitad de un febrero helado, dejó una buena impresión del talento del volante, pero ya había el máximo de tres extranjeros que permitían las reglas de entonces, recordó su amigo español Ángel San Casimiro, natural de ese municipio de La Rioja.
Este amigo no es cualquiera. Es uno de los siete obispos de la Iglesia Católica local, a quien Ramirez pidió consejo cuando le ofrecieron tomar el volante de la Selección nacional. Ante las dudas de Ramírez, el sacerdote le dijo que no lo razonara más, que esas son decisiones no buscadas toca afrontarlas y que él está de sobra preparado. "Me podrían decir jetón (bocón), pero creo que con él llegaremos cerca de donde llegamos en rasil 2014 y cuidado y lo superamos", dijo el obispo a El País.
Todo lo que pidió Ramírez en presentación al público fue unión nacional, como un político que se sabe en problemas. No pide simpatías, pues él tampoco las prodiga. Ruega por la ayuda colectiva que no tuvo Wanchope y que tampoco tuvo Pinto antes de Brasil 2014. 'El macho' siente que hace un sacrificio al dejar la finca donde estaba tranquilo antes de que el puesto de seleccionador nacional le cayera del cielo. "Cosas divinas", explicó él en rueda de prensa.
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