Mareo, una escuela para 185 guajes
El Sporting de Gijón, sin poder fichar por las deudas, tira de una cantera que une talento y un especial sentido de pertenencia “En los ojos de los más pequeños se nota la ilusión de lo que ha conseguido el primer equipo”, dice el director
En Mareo, la escuela de fútbol del Sporting de Gijón, hay una atmosfera especial. No hay lujos, sino un ambiente casero. Son los últimos días de julio, en pocas semanas empieza la Liga y todavía se respira ilusión. La que generó el ascenso a Primera con un equipo repleto de guajes –niños, en asturiano- por la imposibilidad de fichar y con una delicada situación económica. No hay empleado al que no se le vea la emoción pintada en la cara cuando habla de lo que ha logrado el grupo de Abelardo. “¡Es un milagro lo que hemos hecho! No llegamos a subir y esto igual cierra”, dice Quini (símbolo de este club) en un bar del centro durante la inauguración de una peña. Sabe que los ingresos de los derechos de televisión darán un respiro al club.
La deuda de 30 millones que acumulaba el año pasado le impidió fichar. “No se puede explicar con palabras… Llevábamos tres años sin poder hacer nada y ahora vuelvo a tener presupuestos en la mesa”, comenta en su despacho Pepe Acebal, 27 años en la cantera, el hombre que hizo debutar a David Villa. “La ilusión que ha generado el primer equipo, su triunfo con los guajes de aquí se nota en los ojos de los pequeños”, apunta Manolo Sánchez Murias, el responsable de la escuela de fútbol de Mareo.
Aquí hay 185 niños –ninguno es de fuera de Asturias- repartidos en 11 equipos. Cinco de estos han ganado sus campeonatos. No hay residencia y un servicio de transporte lleva y trae a los chavales de Avilés, Oviedo y la zona de las cuencas. “En los momentos más complicados de este club, la gente de la cantera siempre ha dado la cara”, asegura Acebal. La cantera del Sporting es Villa, Abelardo, Luis Enrique, Ablanedo, Joaquín, Juanele, Manjarín…
El Comité de Control Económico de la Liga prohibió fichar al Sporting la temporada pasada. Y el Sporting tiró de lo que había abajo. Rachid, Jony, Pablo Pérez, Carlos Castro irrumpieron en el primer equipo sin apenas experiencia. Alguno, como Pérez o Rachid sin haber jugado nunca en el fútbol profesional. Otros, como Castro, se había pasado la temporada anterior de baja en el filial por una rotura de peroné y subió porque no había más remedio. “Es el que más me sorprendió”, asegura Abelardo.
El último en subir al primer equipo, este verano, ha sido Alberto Guitian, central. El castigo económico de la Liga sigue vigente y la alternativa para el club asturiano sigue siendo la del pasado: tirar de abajo. O liberar masa salarial y adquirir futbolistas que cobren una cuarta parte del salario mínimo (129.000 euros); también esperar alguna cesión a coste cero (como las de Omar Moscardell, Halilovic y Sanabria).
“El año pasado éramos conscientes de que había una buena base con futuro. La duda era saber si, acelerando el proceso de formación, los chicos responderían. Han respondido también gracias a Abelardo, que les ha quitado presión y les ha dado confianza sin dejar de lado la exigencia. Hay talento, se le ha puesto a competir y ha funcionado. Hace un año la sensación era que nos íbamos a Segunda B de cabeza y este año que con los guajes vamos a tirar para arriba”, dice Sánchez Murias que, como responsable de la cantera, se encarga de hacer llegar su mensaje a los chicos de abajo. “Las oportunidades llegan, hay que ir a muerte a por ellas”, es lo que les repite.
Abelardo, el artífice del ascenso, pide refuerzos día sí y otro también. “El año pasado el objetivo era la permanencia y ascendimos con 82 puntos y dos derrotas. No pensé que nos iba a ir tan bien. Pero necesitamos a gente, no tanto por calidad sino por cantidad. Se lesiona alguien ¿y cómo lo cubrimos? Además, la Primera no tiene nada que ver con la Segunda, los equipos, aparte de por intensidad, te ganan por calidad. Pese a las restricciones espero que lleguen dos-tres refuerzos. Atrás y arriba es donde más descubiertos estamos”, dice sentado en uno de los sofás de la sala de estar del equipo. Al lado hay un futbolín. Y desde los ventanales se ven los campos de fútbol. De momento, el técnico va repitiendo a sus chicos el mismo mensaje que el año pasado: “correr y competir”.
Quizás nadie lo ha hecho tan suyo como Nacho Cases. Quizás nadie consiga explicar lo que es Mareo como lo explica él, que tiene 27 años y ha pasado los últimos 20 en este club. Subía a Mareo en autobús, con 7 añitos. Se entrenaba en campos de tierra y los vestuarios eran unas cabañas prefabricadas.
Cuando llegas aquí con 7-8 años no te das cuenta de lo que puedes vivir hasta que debutas y te acuerdas de todas las tardes que pasaste en las gradas del Molinón viendo al equipo" NACHO CASES
“Cuando llegas aquí con 7-8 años no te das cuenta de lo que puedes vivir hasta que debutas y te acuerdas de todas las tardes que pasaste en las gradas del Molinón viendo al equipo. Sientes una responsabilidad muy grande porque representas a un club y a una ciudad en la que conoces a casi todos. Hay amigos que se han quedado por el camino y dices: ‘soy un privilegiado, he llegado y represento a todos los que no lo han conseguido”, se sincera el centrocampista nacido en Gijón.
“Mareo ha sido mi vida. Me ha enseñado el esfuerzo, la superación, la humildad. Yo tengo amigos que me dicen: ‘qué suerte tienes de jugar en el Molinón”, cuenta. ¿Y cómo es el futbolista del Sporting, el que ha mamado Mareo? “Es solidario, buena gente y premia el trabajo del equipo. Es alguien que siente la camiseta”, contesta Abelardo.
Nacho Pases, como le llaman sus compañeros, es de los que alguna tarde se asoma a los campos de entrenamiento de los más pequeñitos para entrenarse con ellos. “Esto es Mareo y esto es el Sporting: es nuestro valor añadido. Aquí ves a Abelardo entrenarse con los defensas de las categorías inferiores y enseñarle cómo se defiende una jugada. Hay días que el que viene es Joaquín [Alonso], o Ablanedo, que hace un trabajo con todos los porteros”, explica Sánchez Murias. Por eso, coinciden todos, los chicos sienten que el éxito del primer equipo le pertenece a todos. “Es algo nuestro”, resume el responsable de la cantera.
“El futbolista del Sporting es solidario, buena gente y premia el trabajo del equipo. Es alguien que siente la camiseta" ABELARDO
“Yo todavía no soy consciente de lo que hemos hecho. Hay jugadores que llevan una vida y no tienen un ascenso y yo lo he conseguido con el equipo de mi ciudad”, dice Pablo Pérez a sus 21 años. Es uno de los que, de no haber tenido las restricciones que tuvo el club a la hora de fichar, posiblemente no habría subido.
“Aquí hay gente que no había jugado en el fútbol profesional y respondió. Han y hemos peleado sin creernos los mejores. Saltábamos al campo y yo decía: es que no vamos a perder, no sé por qué, pero no perdemos”, subraya Nacho Cases, que cree que se puede repetir el milagro. “No se les va a subir a la cabeza y el descaro que tienen no lo van a perder”. Descaro es lo que necesitarán los guajes este domingo. En El Molinón, en la primera jornada de Liga, recibirán al Madrid.
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