La Copa Davis y el precio del desdén
El caos directivo, las rencillas internas y el desapego progresivo de los jugadores hacia un torneo que satura el calendario derivan en la degeneración progresiva del equipo español
España, el equipo que posee cinco títulos de la Copa Davis, el sexto que más Ensaladeras tiene en sus vitrinas, la bandera que dominó el torneo de selecciones durante prácticamente una década —cinco trofeos entre 2000 y 2011—, es hoy día un guiñapo de lo que fue en el pasado reciente. Lo es, pese a que desde un lado y otro, desde los despachos hasta aquellos que llevaron el peso en los buenos momentos, se despejen balones o se traten de maquillar todas las adversidades. “Hemos de sacar muchas conclusiones”, decía ayer la capitana Conchita Martínez, después de que sus hombres se dieran un enorme batacazo en la lejana Vladivostok y entregasen un cruce que parecía encarrilado, en el que llegaron a mandar por 2-0.
España tuvo hasta tres opciones de ponerle el broche a la serie contra Rusia, que a priori (a priori) no entrañaba grandes obstáculos. No se consiguió el match point el sábado, en el turno de los dobles, ni tampoco ayer, en la doble oportunidad que brindaba el de individuales. Cayeron tanto Tommy Robredo (6-3, 5-7, 6-2 y 7-6 ante Evgeny Donskoy) como Pablo Andújar (6-4, 7-6 y 6-3 con Andrey Rublev) y el equipo español se despidió así del playoff que otorgará un billete de regreso a la élite mundial. Perdió España contra todo pronóstico, contra un conjunto cuyo jugador mejor posicionado en el ránking figura en el puesto 163, y ahora deberá jugarse los cuartos ante Dinamarca (del 18 al 20 de septiembre) para interrumpir la caída libre.
Condenada a la Segunda División desde el tropezón en São Paulo, en septiembre de 2014, España deberá ganar a los nórdicos. Si lo hace continuará en el Grupo I; de lo contrario, se jugaría el descenso a la Tercera a una sola carta, en octubre. “Sin duda alguna es duro y difícil de encajar. La Copa Davis no es nada fácil, no hay garantías de nada y al final se han torcido las cosas. La misión era ganar aquí y no se ha conseguido”, comentaba Conchita, que a falta de 12 días para la cita en rusia dio un paso al frente y tomó las riendas de un equipo desvencijado, fruto del desdén de unos y otros, de la marejada institucional, la lucha encarnizada entre el Consejo Superior de Deportes (CSD) y la Federación, así como del desapego de los jugadores hacia un torneo que ha perdido atractivo para ellos.
Si realmente hay ese compromiso entre todos, hay que formar el mejor equipo y salir adelante” Conchita Martínez, capitana
“Tiene que haber más unión que nunca”, enfatizaba la capitana, que tuvo que armar un equipo a la carrera tras la negativa de los tenistas a acudir a la llamada mientras cotinuasen el expresidente José Luis Escañuela y su apuesta en el banquillo, Gala León. “Todos los jugadores tienen que ver que esto es muy difícil y la Copa Davis tiene estas cosas cuando juegas fuera. Si realmente hay ese compromiso entre todos, hay que formar el mejor equipo posible para salir adelante”, incidía la aragonesa, que defendió a sus chicos, Robredo (el 21 en la ATP), Andújar (32), Marc López y David Marrero (el 13 y el 23 en el dobles): “No era cómodo para nadie dar este paso delante para defender los colores de España y quiero remarcar el compromiso de los jugadores que han venido”.
“Hemos competido a muerte, hasta el último punto”, esgrimió Robredo. “Las verdad es que estoy fastidiado. No es fácil tener la responsabilidad de ganar”, lamentó Andújar, muy apesadumbrado. Pese a mejorar ostensiblemente el boceto que tenía León, hasta tierras rusas se desplazó un equipo de circunstancias; competitivo, pero de circunstancias. Durante las conversaciones con Conchita, los primeros espadas mostraron buena voluntad, pero por una razón u otra ninguno aceptó el reto. Solo David Ferrer, aquejado de una tendinopatía, dio el sí, pero tuvo que bajarse del carro a última hora. Rafael Nadal sigue en búsqueda de sí mismo y Feliciano López y Fernando Verdasco se habían excusado hace meses por la boda del primero.
La verdad es que estoy fastidiado. No es fácil tener la responsabilidad de tener que ganar” Pablo Andújar, tenista
No se trata de una ausencia excepcional. Con otros capitanes como Alex Corretja o Carlos Moyà ya hubo ausencias importantes, ya fuera por lesiones u otros motivos. Pero la realidad es que desde hace tiempo, la Davis se ha convertido en un engorro para casi todos. El actual formato no ayuda e interrumpe los planes individuales de los jugadores durante la temporada, ya de por sí muy saturada. Los pesos pesados entienden que ya lo han dado prácticamente todo. “A los que vienen por detrás les toca recoger el testigo, pero no lo hacen”, argumenta Feliciano. “Seguimos esperando a la siguiente generación”, expuso desde Wimbledon el icono, Nadal, de 29 años. “No pueden decir que seamos peseteros o hablar de falta de implicación (...). Desde la autocrítica, los jugadores hemos permitido que esto ocurra, pero hay personas que han hecho que todo sea más complicado (...). Sinceramente, para nosotros la Federación no es nada, tenemos nuestro propio circuito”, zanjó.
Y, mientras tanto, entre todo el batiburrillo, el tenis español sigue sufriendo. La última magulladura, en Vladivostok.
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