Dragones de blanco y azul
Casillas se va a encontrar una afición más apasionada y a un presidente aún más personalista que Florentino Pérez
Los dragones rugen por él. Los dragones tienen ya fuego para lanzar por sus hocicos tras dos temporadas aguadas. Los dragones confían en un portero español, en un mito, en una leyenda que les tape las últimas heridas sufridas, además a manos de su peor enemigo, el Benfica de Lisboa.
Iker Casillas se va a encontrar una ciudad preciosa con un río más grande que el Manzanares, una afición mucho más caliente que la de Madrid y a un presidente, Pinto da Costa, frente al cual Florentino Pérez parece el portavoz de una comuna hare krishna. Da Costa lleva 33 años en el cargo y aún más títulos. El Oporto está hecho a su medida y así será mientras gane la afición y/o ganen los fondos que mueven a sus jugadores. En los dos últimos años sus éxitos son solo económicos: traspasos de James, Danilo o Jackson Martínez. Pero en lo deportivo ha fracasado. Fracasó en la pasada temporada, cuando cambió dos veces de entrenador. Por eso decidió dar un vuelco total al estilo del equipo. Acabó por el fútbol recio, de contragolpe, instaurado por Mourinho y luego por Villas-Boas, y fichó al español Julen Lopetegui.
El reto fue para ambas partes. Pinto da Costa confiaba en el fútbol de toque, el mimo del balón, y el vasco saltaba a la gran competición de clubes. El presidente le dio casi todo: su propio cuadro técnico y una docena de nuevos jugadores, la mayoría de la liga española. El resultado ha sido agridulce. El Oporto acabó sin títulos, falló estrepitosamente en los campeonatos locales pero en Europa llegó a semifinales pese a no tener plaza cuando Julen se hizo cargo del equipo.
Ahora Pinto da Costa quiere títulos y quiere que el protagonismo mediático pase de Lisboa a Oporto, que es como pretender que pase de Madrid a Barcelona. La temporada acabó mal, a puerta cerrada, pues la afición se enfadó mucho con la falta de carácter del equipo cuando luchaba por la liga.
No valen excusas
Tampoco han gustado gestos de Lopetegui, como que se arrodillara en el campo o sus continuas quejas con los árbitros. Es su segunda temporada y ya no le valen excusas. Ni siquiera porque se haya quedado sin la estructura del equipo del año pasado. Danilo al Madrid, Casemiro —que vuelve desconocido— también, Jackson al Atlético al igual que Óliver, que ha mejorado su capacidad de sacrificio aunque quizás no lo suficiente para Simeone. Siguen Adrián y el exportero de Osasuna, Andrés Fernández, dos fiascos, además d Brahimi y Tello.
Da Costa le va a traer a Lopetegui más jugadores, pero será tarea suya dotar al equipo de más carácter y de más fiabilidad. No puede fallar en campos de tercera categoría, no se puede deshacer en Múnich con una ventaja de dos goles. Esa puede ser la gran misión de Iker Casillas, dotar de experiencia, sabiduría y serenidad a un equipo que a veces desaparece, eso sí, con la pelota en su posesión.
Iker Casillas coloca también al Oporto en la pantalla del fútbol mundial. Sus actuaciones se van a seguir en todo el mundo y con ello al Oporto. Casillas llega para ser la voz de Lopetegui dentro del campo y la imagen del club, y de la ciudad, en todo el mundo. Oporto, el vino, el Duero y el portero, Casillas.
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