Brasil le da las gracias a la diplomática Venezuela
El brasileño sigue desconfiando de aquello a lo que siempre le profesó una gran fe: el fútbol de la selección
A diferencia de lo que pasó con la comitiva de senadores brasileños que sufrió un duro marcaje político en Caracas la semana pasada, la selección canarinha no encontró resistencia en el campo en la frágil y diplomática Venezuela. El equipo vino tinto no imitó –ni de lejos- el cerco ni la protesta del grupo de militantes al servicio del presidente Nicolás Maduro.
Con un sentido más colectivo y aguerrido, el equipo brasileño eludió, sin Neymar, la humillación histórica de caer en la primera fase en la Copa América, como se temía la hinchada brasileña. No fue brillante, pero, como se suele decir aquí, valió lo que se pagó.
Al mejor estilo de “los hombres no lloran”, el entrenador trató de evitar, vista la ausencia del atacante del Barcelona, que los jugadores salieran estilo llorica, como en el Mundial de 2014. Thiago Silva entendió la consigna del psicólogo Dunga y, con cara de malo y no con aire llorón, marcó el bonito primer gol de la victoria. Firmino, que había desatado la ira del seguidor brasileño al fallar el gol más cantado del mundo contra Colombia, firmó el segundo.
Pero el mejor jugador del equipo fue al ídolo de Neymar, Robinho, a quien cupo, por casualidad, sustituir al fan. Ambos jugaron para el mismo equipo. El Santos de Pelé.
Con un sentido más colectivo y aguerrido, el equipo brasileño eludió, sin Neymar, la humillación histórica de caer en la primera fase
Incluso con la defensa acorazada de cuatro zagueros en el campo –Silva, Miranda, David Luiz y Marquinhos, la selección recibió un gol y corrió el riesgo de empatar. Al final del partido, los comentaristas en la televisión y el resto de los brasileños en los bares y en las redes sociales, se desahogaron con un “ufff” de alivio. Nunca en la historia del país se ha reído la gente tanto y ha hecho tanta mofa de la selección como ahora.
El jugador de la selección brasileña –como Dilma Rousseff- se enfrenta a un momento de reprobación popular. Curiosamente, la selección de la Federación Brasileña de Fútbol está más ligada a los políticos de la oposición, como el senador del PSDB Aécio Neves –el candidato de Neymar y del ex madridista y ex barcelonista Ronaldo, en las pasadas elecciones presidenciales. Neves, por cierto, lideró la comitiva que se desplazó a Caracas en solidaridad con los opositores del régimen chavista.
Los hombres que ya no lloran se enfrentan ahora a Paraguay pero el brasileño sigue desconfiando de aquello a lo que siempre le profesó una gran fe: el fútbol de la selección. Como si no le bastase con la crisis política, la tierra de Pelé no se reconoce ya en uno de sus rasgos culturales y simbólicos. Cuando la selección sale al campo, entra en juego nuestro conflicto con la identidad.
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