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Sporting: los ‘guajes’ del ‘low cost’

El Sporting logra un ascenso a bajo precio para asumir el reto de cumplir sus impagos

Los jugadores del Sporting celebran el ascenso.
Los jugadores del Sporting celebran el ascenso.Julio Muñoz (EFE)

Siempre instalado sobre una base de mesura sobre la que ha hecho crecer a un equipo inexperto, Abelardo Fernández Antuña (54 veces internacional, casi 400 partidos en Primera) llegó el pasado mes de abril a una rueda de prensa tras un polémico partido contra el filial del Barcelona y pidió la palabra antes de que brotasen las preguntas: “Somos el Sporting y nos estamos jugando la puta vida”, lanzó. Fue una de esas sentencias que brotan desde las entrañas, como aquellas que dejó Manolo Preciado, tantas veces recordado en las últimas horas justo a los tres años de su fallecimiento.

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El Sporting necesitaba el ascenso para vivir porque partía casi desde la muerte: el pasado mes de septiembre Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional, le había señalado como uno de los clubes en peligro de defunción (curiosamente no estaba el Elche entre ellos) por su deuda con la Agencia Tributaria. Los futbolistas solicitaron entonces una reunión con los responsables del club para conocer cual era la situación. “Nos transmitieron tranquilidad y que estaban trabajando por el club… y hay que creerles”, resumió Iván Hernández, único testigo en la plantilla del último ascenso en 2008. Con 30 millones de deuda total, nueve a liquidar con Hacienda antes del próximo 31 de diciembre e impagos a empleados, técnicos y futbolistas, la Primera División semejaba la última salida posible para el Sporting. Hoy la festeja tras ganar en campo del Betis por 0-3 y un gol de Pablo Caballero, delantero argentino del Lugo, en el ultimo suspiro para dejar al Girona sin un ascenso que acariciaba.

Necesitaba dar el salto el Sporting, pero nunca lo tuvo más complicado que esta temporada, iniciada entre severas restricciones económicas. El tope salarial bajó el pasado verano dos millones respecto al ejercicio anterior y se situó en 4,2 millones de euros. Los futbolistas con las fichas más onerosas tuvieron que salir del club, justamente los que atesoraban más experiencia, tipos como Canella, Bustos, Casquero, López Garai, Lekic o Scepovic cuya marcha alivió la tesorería, pero también en algunos casos debilitaba deportivamente al equipo.

El Sporting se ha reinventado sobre el verde tras su último descenso, en 2012

La mirada se volvió hacia Mareo y ahora, en el éxito, cabe concluir que siempre que el Sporting ha mirado hacia su vivero ha salido bien parado. Abelardo estaba entrenando al filial cuando le llamaron para relevar a Sandoval a falta de cinco jornadas para acabar la temporada pasada y no dudó en volver a darle vuelo. “Si no subimos va a ser complicado retener a bastantes de nuestros jóvenes”, reconoció hace un par de semanas. A su vera han crecido chicos como Sergio Álvarez (23 años), un mediocentro de equilibrio, recuperación y primer pase que ya se cotiza en media Primera División, extremos como Jony (23), centrocampistas llegadores como Pablo Pérez (21), delanteros como Carlos Castro (20), que se ha hecho un hueco en la selección sub-21, o la última sensación también ya en ese combinado pese a cumplir hace unas semanas los 18 años, el jovencísimo central Jorge Meré.

Es el Sporting de los guajes (niños, en lengua bable). “Los chavales tan jóvenes nos han contagiado de sentimiento y hambre de fútbol”, reconocen los veteranos del plantel. “Cambiaría todo lo que tengo por tener la edad de Pablín o Carlitos”, apuntó hace unos días el meta Cuéllar, ya en la treintena, de largo el menos goleado del campeonato en un equipo que sólo concedió dos derrotas, algo inédito en la historia de una categoría cainíta.

El Racing llega al límite

Un gol postrero de Osasuna en Sabadell condenó al Racing a un descenso a Segunda B que se barruntaba y ante el que miran ahora hacia posibles desplomes en otras latitudes para evitarlo. El club cántabro nunca ha repetido categoría en los últimos cuatro cursos: en 2012 bajó de Primera, en 2013 se fue a Segunda B y el año pasado logró ascender.

Antes del 31 de julio debe abonar a Hacienda 5 millones por IRPF impagado y el pasivo total del club se cifra en 35. Entre lágrimas, Pedro Munitis, que trató sin éxito de salvar al equipo de este descenso, lamentó tras la amarga victoria en Albacete el destino de un club tan maltratado.

El Sporting se ha reinventado sobre el verde tras su último descenso hace tres temporadas con un equipo en el que había sueldos que frisaban el millón de euros, un coste total que pasaba de los 18 y una desafección entre afición y directiva después de que tras la destitución de Preciado el club hubiese circulado hacia la contratación de Javier Clemente. Eran tiempos en los que además se hizo caja, en torno a los 15 millones de euros, por traspasos como los de José Angel, Botía, Míchel, Trejo o David Barral. Borja López y Scepovic fueron los últimos talentos por los que se recaudó un dinero que sirve para tapar un ingente agujero propiciado por gestores manirrotos. Hay una ampliación de capital aprobada y un objetivo de una parte mayoritaria de la afición por descabalgar a José Fernández como máximo accionista del club (ahora tiene en torno al 75% de los titulos) y se aguarda que un anticipo de los derechos de televisión ayude a despejar los plazos que marca la ahora implacable Agencia Tributaria, con la que además habrá que seguir cumpliendo para el pago de la deuda del concurso de acreedores.

Sin fichajes, sin dinero, con rumores de venta a grupos de inversores, siempre con la gente tras él, el Sporting regresa a Primera División de la manera más sufrida que se puede imaginar en una frenética jornada en la que hasta El Brujo, el gran Quini, el mayor mito futbolístico del club y delegado del equipo desde hace años, se convirtió en un guaje más. “Me impresionó verle llorar como un niño”, confiesa Abelardo, que debe confirmar su continuidad y asumir un proyecto para el que pide una premisa: “Seriedad”.

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