Luis Enrique, el triunfo del malquerido
El técnico tiene un hueco en la gloria, convertido en el octavo que logra el triplete
Podría suceder que hoy un extraterrestre bajara o subiera, quién sabe, a la Tierra, a Barcelona, concretamente, y se encontrara con una juerga descomunal, la provocada en la población por la quinta Copa de Europa del Barça. Y podría ser que alguien le informara de que ese mismo club ha pasado, y está pasando, el peor año de su vida como institución, sin poder fichar (ni falta que le hace) hasta 2016 porque un organismo corrupto (la FIFA) le acusa de corrupción en el fichaje de menores; o que tiene que acompañar a dios vestido de futbolista (Messi, se entiende) a los juzgados por ciertos partidos amistosos cuya recaudación no ha ido, al parecer, donde debería ir. O que impávido contemple cómo imputan al anterior presidente de tan ilustre club porque no está muy claro si Neymar, ¿tendrá dios ayudantes?, ha costado cuatro o 4.000 y alguien se lo ha llevado crudo. Y ese extraterrestre vería que en la juerga de la tan merecida Champions un personaje queda en un segundo plano. Luis Enrique Martínez, se llama, es el entrenador del Barça, y desde el sábado tiene un sitio en la historia del fútbol mundial.
El 4 de enero, comenzó a cavar su tumba. Hoy tiene un hueco en la gloria, convertido en el octavo técnico que logra el ansiado triplete
El 4 de enero, Luis Enrique comenzó a cavar su tumba. Los hechos son de sobra conocidos. Dios y su ayudante iniciaron el partido ante la Real en el banquillo. Era una idea. Mala, buena, quién sabe a priori. Mala fue, pues perdió el Barça. Se armó la marimorena y tuvo que interceder el capitán, Xavi, para que no fuera a mayores. Por alguna razón Luis Enrique no tenía el respeto del club, ni de la plantilla, ni de los medios de comunicación, en este último caso porque en cada rueda de prensa el técnico trataba a los periodistas allí presentes no como Mourinho, estilo enemigos, sino como lerdos. Hoy Luis Enrique tiene un hueco en la gloria, convertido en el octavo técnico que logra el ansiado triplete (Liga, Copa y Champions). En julio hay elecciones a la presidencia del Barça y no se sabe qué hará el ganador (imputado o no) con el asturiano. Ni lo que este querrá hacer. El año de las luces del Barça tiene sombras. Y no será Luis Enrique el primero que se va con un triplete en la mano. Ya le pasó a Heynckes, a quien en el Bayern, con los tres títulos en el bolsillo, le mandaron a su casa. Entonces llegó Guardiola.
La cuenta atrás de Benítez
Y hablando de entrenadores poco queridos, ya quedan menos días para que el Real Madrid, es decir, Florentino Pérez y consejeros, despidan a Rafa Benítez. Es ley de vida. Ya podrá el nuevo técnico pregonar su madridismo, llorarlo incluso, que no hay solución. Le puede salvar momentáneamente una Champions, un año, quizá; o una Copa, así como de soslayo; quién sabe si una Liga, con algún récord de goles, o de tiros al poste (o no, que el Madrid en cuanto a palos se refiere ha roto esta temporada todas las marcas, en Liga y en Champions, y eso no ha apiadado a su presidente). Sentenciado está Benítez. Y lo peor (para él) es que con la reforma laboral vigente no hace falta justificar su despido. Porque puede ocurrir que de aquí a un rato una periodista (probablemente de EL PAÍS) pregunte a Florentino Pérez qué quiere usted conseguir con la destitución de Ancelotti, perdón, de Benítez, y el presidente del Real Madrid conteste: “Pues mire usted, realmente no lo sé”.
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