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El gol de los 20 millones de euros

La agónica salvación del Deportivo ayudará a sostener la recuperación económica del club coruñés

Los jugadores del Deportivo celebran la permanencia.
Los jugadores del Deportivo celebran la permanencia.Alejandro García (EFE)

Lo embocó el portugués Salomão en el Camp Nou, pero tampoco resulta erróneo señalar al que hizo Lopo en el tercer minuto del descuento hace dos semanas en San Mamés. Es el gol de los 20 millones de euros, los que calculan en la directiva del Deportivo que separan el cielo de la Primera División del infierno de Segunda, la diferencia entre perderse el festín entre los grandes justo el año que se aguarda un significativo incremento de los ingresos por los derechos de televisión. El club gallego, uno de los nueve campeones de Liga, se sentará finalmente a ese banquete, esencial nutrición para alimentar unas arcas caninas que ya han comenzado a satisfacer el pago de la fiesta vivida años atrás. Cuando tan sólo a la Agencia Tributaria hay que pagar más de 60 millones de euros en los próximos ocho años, aumentar ingresos en un 35 % la próxima temporada solo por estar en Primera ayuda a entender que algunos goles llegan a la red con un halo de billetes.

El Deportivo acaba de aliviarse de un pago de 10,8 millones inmediato a Hacienda y diferirlo en 34 años gracias a una enmienda a la nueva normativa concursal aprobada en el Congreso de los Diputados. Un gol en los despachos. La próxima campaña partirá con un presupuesto en torno a los 40 millones de euros, suficiente en teoría para no pasar tantos apuros como en la que acabó este fin de semana. “Es el inicio de una etapa que debe ser de mejora”, apuntó el presidente, Tino Fernández, en las tripas del Camp Nou. En el palco había acabado el partido con lágrimas en la mejilla y un nerviosismo que se le reflejaba en el rostro. Expansivo y vitalista como es, el fútbol y su exigencia le había arrugado siquiera por unos minutos. Luego se vino aún más arriba. “Este partido se va a recordar durante mucho tiempo”. Inevitable regresar más de dos décadas atrás y recordar una situación similar en una promoción contra el Betis en Heliópolis. Entonces el Deportivo sostuvo un empate a cero que le daba otra agónica permanencia y los micrófonos recogieron las palabras que le dijo, exhausto por la tensión el técnico Arsenio Iglesias a su capitán Martín Lasarte: “Dios mío, Martín. ¡Cuánto he sufrido!”. A las pocas semanas llegaron Bebeto y Mauro Silva para ayudar a cambiar la historia del club.

Con 35 puntos, como el Granada, es la salvación más barata desde que la Liga tiene el formato actual

En Barcelona padeció el presidente y lo hicieron los futbolistas. No tanto, aseguró, el técnico Víctor Sánchez del Amo, que antes y después de la cita reivindicó el derecho a disfrutar, a despejar la responsabilidad y abrazar la oportunidad de jugar partidos tan importantes. “Nuestra hinchada tiene un cántico que dice que nunca se rinde y el equipo también lo ha hecho. Tuvimos fortaleza mental para igualar un 0-2 contra el Barcelona”, rescató. Victor, siempre mesurado y contenido, lucía remojado y con una equipación con los colores de la bandera gallega y el dorsal y el nombre de Manuel Pablo, el amigo al que ha dirigido desde la banda y que, lesionado, no se pudo despedir sobre el campo. “No puedo ir mejor vestido”, apuntó. Tras sí dejaba una caseta en pleno delirio, unos jugadores que le habían arrojado al jacuzzi del vestuario, muchos de ellos recuperándose también del llanto propiciado por la emoción. Los mismos chicos que hacía apenas un mes sufrieron una invasión de su campo de entrenamiento por parte de medio centenar de aficionados indignados empezaban a conocer que A Coruña estaba en la calle para recibirles, para espantar a esas meigas que querían enviar al equipo a Segunda por tercera vez en cinco años e igualar un vaivén idéntico al que sufrió el club entre 1962 y 1967.

Con todo, la alegría y la sensación de confort que deja la fiesta no oculta que el Deportivo ha obtenido con 35 puntos, como el Granada, la salvación más barata desde que la Liga tiene el formato actual, incapaz de llegar siquiera a quedarse con una tercera parte de los puntos que ha disputado, uno de los ocho equipos que no acaban con una media de al menos un gol marcado por partido. Instalado en la mediocridad, el equipo se despeñó en un ejercicio marcado por los incidentes de Madrid Río, que desencadenaron el asesinato de uno de sus seguidores, Francisco Javier Romero “Jimmy”. Desde aquella última mañana de noviembre nada ha vuelto a ser en Riazor como antes. El estadio, habitual fortín del equipo, no ha vibrado como antaño, el ambiente se enrareció hasta el punto de que en algunos partidos se litigó más en la grada que sobre el césped por más que el técnico Víctor Fernández advirtiese, de forma atinada, que se tomaba un camino de autodestrucción.

Futbolistas, técnicos y resto de empleados han cobrado sus emolumentos al día

Pero poco predicamento tenía el entrenador aragonés, mal recibido ya de inicio por un sector de la afición que no tragó con la destitución de Fernando Vázquez apenas tres días antes de iniciar la pretemporada y que le afeaba, a él sí, su pasado como entrenador del Celta. Aquella inesperada decisión estival viró el plan futbolístico de un equipo que iba hacia una idea basada en taparse y bregar y avanzó hacia lo que el nuevo técnico denominaba “futbolistas de buen pie”. Quiso el Deportivo jugar a algo para lo que quizás no estaba preparado ni tenía opciones en una categoría en la que solo tres equipos disponían de un tope salarial menor. Navegó en la competición por donde se aguardaba, casi siempre entre los siete últimos de la tabla, con menos apuros que hace dos campañas cuando se acomodó durante bastantes jornadas en la cola. Y penó por groseros errores cometidos en el trabajo veraniego en los despachos como por ejemplo quemar naves durante semanas para intentar acceder a delanteros como Bojan o Mitroglou a los que realmente nunca acabó de tener un acceso real o convertir a Zuculini, fracasado luego en sus estancias en Valencia y Córdoba, en objetivo preferencial y a la postre también fallido. La escasa diligencia en la confección del plantel propició que la temporada comenzase con solo dos centrales en nómina o que tanto el delantero (Postiga) como el zaguero de referencia (Sidnei) llegasen cuando ya se habían jugado dos partidos.

Mientras el tren había echado a andar, el Deportivo se vio en la obligación de subir en marcha a él y conjuntar un equipo mientras recorría estaciones. No ayudaron las ausencias durante casi todo la primera vuelta de Lucas Pérez y Luis Fariña, llamados a marcar diferencias en la zona de la verdad. En la apuesta del pobre, la del que busca futbolistas cedidos, meritorios en busca de experiencia o que salen de graves lesiones, el Deportivo echó de menos el rendimiento de aquellas bazas en las que más confiaba en verano. Y la directiva mantuvo durante demasiadas jornadas a Víctor Fernández pese a haber perdido la confianza en él, sometiéndolo a una sensación de interinidad que no ayudó a nadie. Lo destituyó a ocho jornadas del final pese a estar fuera de los puestos de descenso para dar la oportunidad al novato Víctor Sánchez del Amo, que tras tocar varios palos juntó al equipo y lo dotó de unas gotas de mayor fiereza, quien sabe si también sobrevenida por la exigencia final de la competición. Con Fariña y Cuenca en la grada y Medunjanin y Hélder Postiga en el banquillo, con fichajes que no han participado ni un solo minuto como el central Borja López, la mirada por fuerza va hacia la escasa aportación de los refuerzos. Todo apunta a que en las próximas semanas se anunciarán cambios en esa estructura de planificación. Y el reto de volver a unir al deportivismo pasará por una correcta gestión de las imposiciones de la LFP respecto a las nuevas gradas de animación. En otros aspectos el club ya ha cogido velocidad de crucero tras dejar atrás tiempos no tan lejanos de embargos e impagos. Futbolistas, técnicos y resto de empleados han cobrado sus emolumentos al día, se ha regularizado la situación de todo el personal que trabaja para el club y se han dado importantes pasos para poder cumplir los compromisos respecto a la deuda que arrastra la entidad. Pero faltaba que la pelota entrase. Y al final, muy al final, lo hizo.

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