Real Madrid Spurs
En el excelente documental titulado Champions Revealed, Greg Popovich, Tim Duncan, Toni Parker y Manu Ginobili reflexionan sobre las claves del título de la NBA logrado la pasada temporada. Pero más que de ese curso, la conversación se traslada una y otra vez hacia lo ocurrido un año antes, cuando tuvieron el anillo al alcance de la mano y terminaron perdiéndolo de una forma devastadora frente a los Miami Heat de LeBron James. El recuerdo de lo que pudo ser y no fue quedó grabado en todos los componentes del equipo y les acompañó en una larga travesía que finalizó, esta vez sí, con un nuevo éxito de un equipo ejemplar. “No hubo un solo día en el que alguien no lo mencionara” dice Popovich.
El Real Madrid disputa este domingo la final de la Euroliga, su tercera consecutiva. Si bien el primer asalto en Londres, truncado con una derrota clara precisamente ante sus rivales de hoy, se tomó como un aprendizaje necesario, el segundo en Milán resultó tremendamente doloroso. Se había jugado como los ángeles durante todo el año, el equipo parecía en perfecto estado de maduración y todo apuntaba hacia el éxito. Pero se quedó a un pelo, cayendo de forma traumática en la prórroga. La decepción fue tal que la digestión del fracaso duró demasiado. Tanto como para dejar escapar también el titulo liguero. Como le pasó a los Spurs, desde aquel día este recuerdo ha estado siempre presente. Los movimientos de jugadores y la planificación de la temporada se hicieron en clave Euroliga, que además se resolvía en Madrid. El objetivo/obsesión era único: completar una travesía de la que nuevamente, solo separa un paso.
Escribió Victor Frankl, autor del libro El hombre en busca de sentido, que lo que nos diferencia a los seres humanos no es la realidad que vivimos, sino como nos relacionamos con ella, qué estado de ánimo le permitimos activar. Verse privados de la gloria en el último suspiro, lejos de amilanarles, provocó en los Spurs toda una serie de actitudes positivas tanto individuales como colectivas que primero, los volvió a colocar en la misma situación que doce meses antes, y luego les permitió recuperar lo que les había sido negado. El Madrid ha completado la primera parte del recorrido. Ha costado, pues su nuevo proyecto fue puesto en solfa durante algunos momentos, pero al final parece que todo el proceso ha sido para bien.
Eliminado Obradovic, un chamán que parece tener siempre la formula adecuada para chafar ilusiones ajenas, espera Spanoulis, otro al que le acompaña el aura de milagrero. Aunque quizás el gran enemigo no esté en las filas contrarias, sino en las cabezas de los que vivieron anteriores decepciones. Por eso sólo queda desear que Laso sea Popovich, uno de los Sergios se transforme en Parker, Rudy haga de Ginobili y Felipe de Duncan, para que durante cuarenta minutos más, sepan seguir alimentándose de una forma sana y positiva de lo perdido anteriormente y logren ahuyentar definitivamente a sus fantasmas al coronar por fin una cumbre que no tendrá nada de ocasional, sino que completará un gran trabajo de cuatro años. Que así sea.
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