El momento del Barça

Los goles del Barça ya no caen necesariamente de manera suave y serena como las hojas en otoño, tiempos en que mandaba Guardiola en el Camp Nou y Mourinho en el Bernabéu, sino que ahora la portería rival también se puede descerrajar con remates violentos más propios de las noches de tormenta, cuando se suceden los rayos y truenos, momentos volcánicos más acordes con la personalidad de Luis Enrique.

El técnico asturiano no está en deuda con nadie, no le importa el qué dirá la crítica ni siente la necesidad de marcar tendencia, y menos de entrar en la dialéctica de su amigo Guardiola, sino que se remite a los resultados y simpatiza en la sala de prensa con la hinchada del Barcelona. Ha convertido cada partido en un reto hasta cuadrar un equipo competitivo y que alcanza en su plenitud la final de la Liga de Campeones.

Luis Enrique no está en deuda con nadie, no le importa el qué dirá la crítica ni siente la necesidad de marcar tendencia

El Barça ha hecho malos a cuantos rivales parecían los mejores del cuadro cuando se sorteaban los cruces de la Copa de Europa. No tuvo compasión del Manchester City, al que domesticó con una cadena de hasta 23 pases y posesiones de dos minutos, despellejó después al Paris Saint-Germain y remató más tarde al Bayern de Múnich en una eliminatoria de máxima intensidad emocional y futbolística por la presencia de Guardiola en el banquillo del rey de la Bundesliga. A los azulgrana les alcanzó con la ida para resolver prácticamente las eliminatorias, incluso cuando se disputó en el Camp Nou. El campeón inglés, el francés y el alemán han caído frente al que aspira a ser campeón de la Liga española. Una trayectoria suficiente para que se deje de hablar del Barça siempre en comparación a los demás y se le admire por sí solo como aspirante a ganar la Champions.

Luis Enrique ha sabido poner al equipo en forma, recuperó a futbolistas de la talla de Piqué y Alves, y sobre todo ha generado las mejores condiciones para que triunfen Messi, Luis Suárez y Neymar. Los registros del equipo son varios, puede jugar de maneras diferentes en función del contrario y de las circunstancias, sabe leer las situaciones del partido y asume que se publiciten sus virtudes como hizo Guardiola. Aseguró el técnico del Bayern, mejor conocedor que ninguno de las características del plantel azulgrana, que el Barça tiene el mejor contraataque del mundo y no hay antídoto posible contra Messi para después explicar que ha visto a sus jugadores más delgados, más finos y más rápidos que nunca, sobre todo al 10. Y así sucedió: Messi y tres vertiginosas transiciones manejadas por el sentido del juego del argentino, los desmarques de Luis Suárez y la efectividad de Neymar tumbaron al Bayern de Múnich.

Los delanteros mezclan de manera estupenda, nada egoístas sino generosos, como si cada uno hubiera asumido un rol diferente por su propio bien y el del Barça. Ambiciosos, forman la sociedad del mazo que actúa con determinación a la búsqueda de títulos. A nadie se le ha ocurrido preguntar por su futuro, por el ADN, por el estilo, por si son felices en el Barça. Al fin y al cabo no se sabe siquiera quién será el entrenador ni el presidente la próxima temporada en el Barcelona. Hay una conjura en el Camp Nou por atacar cada cita como si fuera la última, hambrientos de gloria los viejos y los nuevos, conscientes de que es la ocasión ideal para atacar la Copa de Europa.

El día después, para bien o para mal, los relámpagos iluminarán el Camp Nou.