Modorra, caídas y ‘sprint’
Contador controla en cabeza la peligrosa llegada a Génova, donde se impone Viviani
El Giro por la tele, y más en domingo de calor, es una modorra de horas, un sobresalto de un segundo y un sinvivir de minutos que termina con un italiano ganando al sprint en una ciudad de la que después todos los protagonistas echan pestes. Un veronés de 26 años y nariz afilada, Elia Viviani, de cuya velocidad llevan años avisando los italianos, ganó en Génova, la ciudad de los cruces matadores que cantaba Di Gregori, las fuentes de agua rosa, las playas de arena ¡negra volcánica y el Mediterráneo azul metálico desde los elevados viaductos de las autopistas sin fin. Como el año pasado en la Belfast de la lluvia diluvial Michael Matthews, otro australiano del Orica, volvió a vestirse de rosa reemplazando a su compatriota y compañero Simon Gerrans. De rosa Matthews ya destacó el Giro pasado ganando la desastrosa etapa de Montecassino, la de la caída que eliminó a Purito Rodríguez.
En la fuga que entretuvo la siesta hubo un albanés que se apellida Zhupa, el primer ciclista albanés que corre el Giro, y en una de las caídas que provocaron el sobresalto al entrar en la ciudad del asfalto deslizante y deslumbrador a las cinco de la tarde se cayó Dayer Quintana, el hermano pequeño del último ganador de la carrera rosa, que aprenderá a golpes la dureza de su oficio (llegó, con la vestimenta destrozada, a más de 10m). En la siguiente caída, la inevitable en la que decenas de corredores se quedaron cortados, se quedó fuera de juego Domenico Pozzovivo, el escalador de la Lucania, el hombrecito del sur cuya calidad crece con los años y que perdió más de un minuto, pese a la velocísima persecución a la que se entregó. Este golpe descolocó a los Movistar, que pensaban que la recta final, una dura cuesta, no le iría nada mal a su hombre rápido, el gaditano Juanjo Lobato.
No hubo, sin embargo, posibilidad de juzgar su rapidez, pues el de Trebujena, perjudicado por la caída, llegó a meta más de cuatro minutos después de que se disputara el no apareció en los momentos decisivos, cuando el campeón alemán André Greipel se lanzó demasiado pronto, lo que aprovecharon para remontarle Viviani y el segundo clasificado, el holandés Moreno Hofland. Tras su primera victoria en el Giro, Viviani señaló al cielo con la mano derecha para ofrecerle el triunfo a Franco Farronato, el mecánico de la selección italiana de pista que falleció en marzo y a quien Viviani, especialista en puntuación, considera su padre ciclístico. “Él me ha enseñado que uno solo es ciclista cuando sabe cómo agarrar el manillar de la bicicleta”, dijo.
Alberto Contador dirigió a su equipo como el sabio veterano que es. En todos los momentos peligrosos y, sobre todo, en el circuito urbano final, los amarillos del Tinkoff llevaron la cabeza de la carrera, evitando el peligro, dirigiendo el baile. El chico de Pinto avanzó tres puestos en la general: ya es séptimo. Sigue siendo el primero de entre los favoritos, por supuesto.
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