Fiero empate en Riazor entre Deportivo y Villarreal
Ambos conjuntos empatan en un duelo plagado de intensidad y tensión
Era complicado esperar un Deportivo contemplativo ante el Villarreal. Le exige la clasificación, pero por si acaso también se lo demanda su convulso entorno. Cuando se acaba el fútbol, cuando no aparece, el recurso más socorrido tiene que ver bastantes veces más con el atletismo que con el balompié, así que los chicos de Víctor se esforzaron en el salto de altura, el sprint y el largo aliento en la persecución del rival. En una suerte de olimpiada de la fiereza, el Deportivo trató de agarrarse a sus opciones de permanencia en Primera con una exhibición de arrojo. Mandó así sobre el sexto de la clasificación, una altura que, con la excepción del Valencia en Riazor, estuvo vedada toda la temporada para un equipo tantas veces pusilánime. No lo fue ayer el Depor, plantado en el campo con una alineación con cuatro laterales que tantas veces firmó la campaña pasada Fernando Vázquez, siempre citado esta temporada como referencia para armar el equipo coriáceo e incómodo que tanto criticó Riazor en su día y que tanto echó de menos durante los últimos meses.
Deportivo, 1 - Villarreal, 1
Deportivo: Fabricio; Laure, Lopo (Insua, m. 83), Sidnei, M. Pablo; Álex Bergantiños, Borges; Juanfran (Toché, m. 80), Lucas Pérez, Luisinho (Cuenca, m. 70); y Oriol Riera. No utilizados: Lux, José Rodríguez, Salomao y Hélder Costa.
Villarreal: Juan Carlos; Mario Gaspar, Eric Bailly (Dorado, m. 73), Víctor Ruíz, Jokic (Moi Gómez, m. 65); Jonathan Dos Santos, Tomás Pina, Manu Trigueros, Jaume Costa; Gerard Moreno (Vietto, m. 55) y Campbell. No utilizados: Aitor Fernández, Rukavina, Sergio Marcos y Alfonso.
Árbitro: Hernández Hernández. Amonestó a Oriol Riera, Mario Gaspar, Eric Bailly, Jokic, Víctor Ruíz, Moi Gómez
Goles: 0-1. m. 48. Jaume Costa; 1-1, m. 50, Borges
Riazor. 20.817 espectadores
Mordió el Deportivo, que se fue a presionar bien arriba e incomodó al Villarreal ya en el primer balón del partido, que casi roba Oriol Riera en las barbas del meta Juan Carlos. La noche prometía entonces mambo y algo de eso hubo: ritmo, ir y venir, porque el Dépor se meneó, pero el Villarreal no se achantó, buscó la respuesta con el buen toque de Jonathan Dos Santos o la clase de Manu Trigueros. Más sutiles los levantinos, plenos de entrega los gallegos, el partido no se detuvo, pero fue remiso para llegar a la línea de gol, se frenó en las áreas, donde sobraba ofuscación y faltaba claridad hasta que Jaume Costa mostró su zurda nada más regresar del descanso para colocar un remate en vaselina, tan preciso como precioso, sobre Fabricio y adelantar al Villarreal.
El Deportivo tuvo la fortuna de llegar al empate de inmediato y así ni siquiera empezar a reparar en los desastres que conllevaba una derrota. Empató Borges desde la frontal con un chut que envenenó hacia su portería un zaguero y regresó la tensión anterior. Siguió el Deportivo encima, correoso y apasionado, ejemplificado en sus laterales Laure y Manuel Pablo, de vuelta ambos a la titularidad tras una temporada en la que apenas contaron para los técnicos. Siempre percutieron, anticiparon y lanzaron a sus compañeros, le dieron al equipo esas dosis de oficio y amor propio que tanto añoraba su gente.
Asustó el Villarreal desde el banquillo con Vietto, reaparecido para darle sustancia en ataque, pero no cejó en buscar la victoria del Deportivo, sin que le sobrase talento para que sus llegadas acabasen en remates, pero siempre desatado, con batería de sobra como para hacer un repliegue tras córner a favor en el minuto 85 como nunca se le vió en todo el año. A través de tanto esfuerzo atlético trató de llegar también al fútbol, encontró al fin el criterio para encerrar al Villarreal y murió en su área con un postrero remate de Lucas Pérez que se fue junto al palo. Nunca faltó la zozobra de un marcador indefinido y al final campó el empate, que no rompe rachas ni para Villarreal ni Deportivo, que acumulan semanas sin ganar. Quizás no le valga a los blanquiazules, que se mantendrán al menos una semana más en puesto de descenso y solo quedan tres, la ultima para los blanquiazules en el Camp Nou. Se llevaron ayer, eso sí, la gratitud de Riazor, de casi todo el estadio, que agradeció con una cerrada ovación el esfuerzo de sus futbolistas. Muchos de ellos tras el pitido final se fueron exhaustos al suelo. Y se debe pedir más a quien entrega todo lo que tiene.
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