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“Pero ¿dónde está el pelotón?”

La desventura del ciclista tunecino Rafaâ Chtioui, perdido en una carretera de Portugal durante la Vuelta a Castilla y León

Carlos Arribas
El presidente de Gabón, Ali Bongo Ondimba, posa con Rafaâ Chtioui en el podio de ganador de la Tropicale Amissa Bongo, en febrero.
El presidente de Gabón, Ali Bongo Ondimba, posa con Rafaâ Chtioui en el podio de ganador de la Tropicale Amissa Bongo, en febrero. XAVIER BOURGOIS (AFP)

El sábado pasado, mediada la segunda etapa de la Vuelta a Castilla y León, al director de la carrera le avisaron por radio: “Dice el director del equipo de Dubái que se les ha perdido un ciclista, que si lo has visto”.

No era precisamente el mejor momento para una pregunta que sonaba a chiste. Juan Carlos Domínguez, el director de la carrera, estaba entonces consumido por organizar de la manera menos caótica posible la neutralización de la etapa, una vez comprobado que, bajo la nevada, era imposible la ascensión prevista a los casi 2.000 metros del Alto de Torre, en el corazón de la Sierra de la Estrella portuguesa, el punto culminante de la ronda castellanoleonesa. “Pues ya aparecerá”, respondió Domínguez.

Mientras tanto, Rafaâ Chtioui, el ciclista desaparecido, pedaleaba por una carretera general a la salida de Guarda buscando un pelotón que no encontraba, con dorsal y sin mapa, sin teléfono, sin dinero, y con un muy limitado conocimiento del idioma portugués preguntando al cruzar los pueblos: "Pero, ¿dónde está el pelotón? ¿Pasa por aquí la carrera?".

“Rafaâ es así, a veces se despista un poco”, dice su compañero de equipo Paco Mancebo. “Cinco minutos antes de empezar la etapa, el director nos dijo que fuéramos ya a la salida, pero Rafaâ se fue hacia otro lado, buscando el servicio o yo qué sé. Así que salimos de Guarda sin él”. La meta estaba al otro lado de la frontera, en Fuentes de Oñoro (Salamanca), a 50 kilómetros en línea recta de la ciudad de salida, aunque el trazado de la etapa, por intrincadas carreteras y serpenteantes puertos de montaña se alargaba hasta los 208 kilómetros. “La salida de Guarda fue muy rápida, y seguro que Chtioui se equivocó en un cruce”, dice Domínguez.

Cuando el pelotón llegó a metal, allí estaba él, Chtioui, contando su historia con pocas palabras, como si fuera una anécdota divertida. “Nos contó que no tenía ni idea de dónde estaba ni adónde tenía que ir, y que la gente a la que paraba no le podía ayudar mucho. Al final uno le prestó su teléfono móvil y allí buscó en Internet la página de la Vuelta y le enseñó al portugués dónde quería ir. Cuando ya estaba enfilado en la carretera buena, le encontró el segundo coche del equipo, con el masajista Jagoba Arberas, que había salido en su búsqueda”.

Chtioui, tunecino de 29 años, es un magnífico corredor de físico espléndido, un tallo de 1,90 metros, a quien en 2004 solo pudo ganar Roman Kreuziger en el Mundial júnior de Verona. “Pero no se adaptó a vivir fuera de Túnez y no le fue bien en el ciclismo europeo”, dice Mancebo. En el SkyDive Dubai rinde más a gusto, “siempre que las carreras no coincidan con el Ramadán”. “Pero es un despistado crónico”, dice Mancebo. “En la Vuelta a Egipto [ganada por el ciclista de Navaluenga], hizo lo mismo que en Portugal pero en el prólogo. Hizo como Perico en el Tour. Justo cuando le tocaba salir desapareció y perdió tiempo”.

Irónicamente, la gran victoria de Chtioui esta temporada, la Tropicale Amissa Bongo (Vuelta a Gabón), llegó después de que en la primera etapa el que se despistó, por culpa de un motorista que se desvió mal en un cruce, fue el pelotón que perseguía la fuga en la que viajaba el alto tunecino.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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