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Djokovic marca músculo ante Nadal

Incontestable, el número uno vence al español (doble 6-3) y aspira a su cuarto título del año en la final (14.30, C+ Deportes) ante Berdych, que resolvió ante Monfils (6-1 y 6-4)

Alejandro Ciriza
Djokovic celebra un punto durante el duelo contra Nadal.
Djokovic celebra un punto durante el duelo contra Nadal.Julian Finney (Getty)

Luce el número uno y desde ese escalafón actúa. Parece difícil que alguien pueda echarle el lazo a Novak Djokovic, rey indiscutible del tenis mundial, incontestable en el primer tramo de la temporada. Muy lejos del resto actualmente. Lo demostró una vez más ante Rafael Nadal, al que despachó de Montecarlo con un ejercicio de fiabilidad (doble 6-3 en 97 minutos) que le permitirá medirse este domingo (14.30, Canal+ Deportes) al checo Tomas Berdych (6-1 y 6-4 al francés Gael Monfils).

Lo números, en muchas ocasiones, son mentirosos. Y en ocasiones, como la presente, esconden algo más detrás. No cabe duda de que Nadal es el rey indiscutible de la arena. Lo dice el balance personal frente a Djokovic (14-5 sobre el tapiz rojizo, 23-20 en total para el español); lo dicen también sus ocho coronas en Montecarlo; y lo dice, sobre todo, su hegemonía en el reino parisino de la arcilla, ese al que mira ahora el serbio con decisión.

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Pero existe una realidad imperceptible, esa que no se toca pero se palpa, aquella que describe la línea ascendente de la autoridad de Nole en el circuito. Desde que arrancase 2015, el serbio ejerce como un dictador. No acepta respuesta. No lo hizo en Australia, en el primer grande del curso, ni tampoco en Indian Wells ni Miami. El serbio, en su punto de madurez, se expresa ahora desde la rotundidad. Nada de tibiezas.

Asoma París en el horizonte, a medio plazo, y por eso quiso enviar una primera advertencia desde el Principado. A día de hoy, Roland Garros, su asignatura pendiente, es su principal obsesión. Si obtiene en junio el cetro francés, el del único Grand Slam que le falta, se hablará del inicio de una nueva era. De la era Djokovic. Por eso mira al frente, aprieta los dientes y saca músculo. Manda él y acribilla a quien osa a contestarle.

Lo hizo Nadal, que nada más arrancar se puso break arriba y ofreció la solidez de los días previos ante Lucas Pouille, John Isner y el reconfortante encuentro con David Ferrer, pero Djokovic le puso después un cepo. El serbio exhibió lo mejor de su repertorio: una derecha dura y fiable, un revés cortante, reiteradas subidas a la red (13/26) y un carrusel de dejadas que desangraron poco a poco al español, replicante pese a todo, agarrado a su deseo de volver a tutear a los grandes.

Asoma París en el horizonte y el serbio quiso enviar una primera advertencia desde el Principado

Gracias a eso se vio un pulso intenso, plagado de detalles técnicos y golpes geniales por parte de uno y otro, pero que fue descomprimiéndose conforme Djokovic fue imponiendo su juego y su dictado (72% de puntos ganados al primer saque y 57% en el segundo). Selló el primer set con solvencia y fue aún más directo en el segundo, decantado cuando levantó un 40-0 en contra y deshizo el 3-3. A partir de ahí, ninguna opción. Así gobierna él. Asusta.

Se marcha Nadal del Principado después de un baño de confianza, de reforzar la fe en sí mismo, después de completar buenos partidos y de doblegar a un hueso como Isner y a un titán como Ferrer, ante el que supo resolver situaciones delicadas en lo anímico. Toca ahora turno en la arcilla de Barcelona, un escenario de grato recuerdo para él.

“He hecho progresos enormes”

A. CIRIZA | Madrid

Está en camino, en la buena senda. Más cerca de esa cúspide de la que su propio cuerpo y las malas pasadas de la mente le han ido alejando progresivamente. Se va Nadal de Montecarlo con unas semifinales de un Masters 1.000 en el bolsillo y un botín anímico de lo más valioso. "Ha sido una semana muy positiva, mi mejor semana de este año, sin duda", valoró el manacorense después del enfrentamiento contra Djokovic.

"Como ya lo dije antes, tal vez era un poco pronto para hacerle frente a un jugador como Novak, pero demostré que tengo el nivel suficiente", apuntó Nadal, al que el desgaste el día previo, en el partido contra Ferrer, terminó por pasarle factura. "Me cansé demasiado pronto y, cuando uno se cansa, se hace imposible ante un rival como él, el mejor ahora mismo", admitió Nadal.

Tras las dudas suscitadas por sus actuaciones en Indian Wells (cuartos) y sobre todo en Miami (octavos), la primera cita sobre tierra ha recuperado el instinto competitivo del español. "Los partidos contra Ferrer y Djokovic marcan el camino que debo seguir. Si sigo así voy a recuperar la confianza y este nivel de juego no será una excepción, sino lo habitual. Ese es mi objetivo. He hecho progresos enormes en juego y mente", destacó.

"Fue un doble 6-3, pero en realidad estuve más cerca. Lo sé y creo que él también lo sabe; todo el mundo lo sabe. 3-3 en el segundo set, 40-0 para mí y después no sé qué me ha pasado...", desgranó el español, satisfecho; "solo puedo felicitar a Novak, jugó de forma magnífica. Admiro cómo ha ganado desde que comenzó el año. Si sigo así tendré mis oportunidades de nuevo".

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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