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NBA | HISTORIAS DE UN TÍO ALTO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Casi en los ‘playoffs’

Love, entre Pau Gasol y Noah.
Love, entre Pau Gasol y Noah.Tony Dejak (AP)

La semana pasada estuve en Toronto visitando a un amigo que conocí en un festival de música. Fuimos juntos hasta Windsor, en la frontera canadiense con EEUU, a visitar a su familia. Allí, por cortesía de los sobrinos de mi amigo, me cogí un virus estomacal que irrumpió abruptamente en mi organismo dos días después, cuando ya estábamos de vuelta. Así, me vi en cama en la ciudad de los barrios molones, aunque no todo el tiempo, porque también tuve oportunidad de vaciar el contenido de mi estómago en un retrete algo menos molón. Como sucede en la NBA (donde pasas de un tedioso Nuggets-Lakers a mitad del invierno, al inicio de los playoffs casi sin darte cuenta), a pesar de lo inesperado, todo era bastante previsible.

La vida de los aficionados mejora con la llegada de las eliminatorias, especialmente este año gracias a que no hay un claro favorito

La principal diferencia entre mi episodio gastrointestinal y el curso de la liga es que mi vida antes de enfermar era mucho mejor que después de hacerlo, mientras que la vida de los aficionados al baloncesto mejora razonablemente con la llegada de las eliminatorias. Especialmente este año gracias, en gran parte, al hecho de que no hay un claro favorito. (Bueno no todo es así: podríamos cargarnos las eliminatorias de la parte baja de la Conferencia Este sin dudarlo, porque tienen menos valor que un alto el fuego en Ucrania).

Pasadas esas primeras rondas, las cosas se ponen emocionantes. De acuerdo a las previsiones de las casas de apuestas de Las Vegas, los máximos favoritos son Golden State y Cleveland. Pero cualquiera que les haya visto jugar sabe que arrastran ciertas dudas como si Kevin Love será capaz de demostrar algún interés por el baloncesto o si los enclenques tobillos de Stephen Curry soportarán la dureza de los playoffs. Estas cuestiones dan alas a las legítimas opciones de los actores secundarios. Por ejemplo, los Bulls de Pau Gasol son un equipo formidable porque están, perdón por el tópico baloncestístico, “hechos para disputar los playoffs”.

Los Bulls de Pau Gasol son un equipo formidable porque están, perdón por el tópico, hechos para disputar los ‘play-offs’. Lo mismo se puede decir de los Grizzlies de Marc

Lo mismo se puede decir de los Grizzlies del otro Gasol, que son el segundo mejor equipo defensivo. Si me durmiese durante tres meses y al despertar alguien me dijese que los Rockets ganaron el campeonato, mi primer impulso sería preguntar si estamos en 1994 (me suelo desorientar bastante cuando duermo tres meses seguidos) pero rápidamente asumiría como cierto que me dijesen que no, que habla de este año. (Lo mismo sucedería con los Atlanta Hawks, aunque mi desconcierto sería doble porque no recordaría ningún año en el que hayan aspirado seriamente al título). ¿Y qué pasa con los Clippers? Su banquillo da menos confianza que un cura rico, pero han demostrado cierta solidez como equipo durante seis meses. Y no olvidemos a los Spurs que, tras su resurrección anual, han vuelto a poner el reloj en el año pasado.

Suficiente material para que incluso un cascarrabias como yo sienta cierta sensación de vértigo ante lo que nos espera. Aunque también pudiera ser que esa emoción esté provocada por mi vuelta a casa de Canadá y que por fin ya no tenga diarrea.

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