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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El Barça del todo vale

José Sámano
Xavi y Neymar felicitan a Mathieu por su gol al Celta
Xavi y Neymar felicitan a Mathieu por su gol al CeltaLalo R. Villar (AP)

Un hecho inaudito se dio en Balaídos en la primera parte. Amarrado el Barça en la salida del balón, Iniesta, cautivo en la izquierda, hizo palanca en la pelota y una vez que despegó del pasto pegó un punterazo. Patada a seguir. La imprevista acción define a este Barça confuso, capaz de jugar mil partidos en uno, algunos con el balón redondo, otros con el ovalado. Como huye del medio, lo mismo le cuesta atacar que le cuesta defender. El balón ya no le ordena.

En un capítulo del juego, no se reconocen los iniestas, Bravo es determinante y gente como Adriano, Alves y Mathieu sofocan al límite ataques rivales mientras se hacen un ovillo para dar carrete al fútbol. En la misma trama aparece Piqué, el más fino como zaguero, pero abusón del pase en largo. Su cita con Neymar en el horizonte no tiene solución, porque el brasileño, desde que no tiene cita con Messi, lleva su partido al zafarrancho, sea con el chileno Medel o con Hugo Mallo. Se tira, le tiran, le pisan, moquea en la cara de los rivales... El Neymar fetén de la primera vuelta hoy juega en los bajos fondos. Y sin Messi a la vista, Luis Suárez se irrita con el mundo.

Puede que sea el preámbulo de un equipo más redondo, pero hoy el balón no le ordena

En medio de ese duelo en las mazmorras, Messi huele que alguien debe saltarse las trincheras enemigas, porque el juego largo es errático, los defensas tienen los pies dislocados y los volantes tienen un revuelo considerable. Con la Pulga, el Barça se impone durante un trecho. Él es el plan.

Si con Messi no se logra abrir la lata, queda encuentro, muchos encuentros. Cambio de tercio. El argentino regresa a la cueva, el Celta aprieta de nuevo y el Barça se va al descanso espantado. Luego, el cuadro vigués da síntomas de fatiga y antes de la hora le obligan a otra partitura, la de Xavi, que se jubilará como Xavi.

El capitán provoca que el balón marque la hora. Que Busquets casi parezca Busquets y acogote al contrario en su terreno. De repente, Alves, aunque con un mal remate, deja migas en ataque, lo mismo que Adriano. Neymar ya está más a lo que debe, porque Xavi ha ordenado jugar y Suárez solo se mosquea cuando le sustituyen. Lo entiende como nadie Iniesta, que ya no desfoga con el balón, sino que le canta una nana como suele. Ya se ve más Barça.

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No afina del todo Messi y la victoria se demora hasta que Xavi toca diana por las bravas y Mathieu es Migueli. El galo, con dos goles en dos jornadas, ya es una gloria de portadas. Cualquier día se dirá que es el clon de Puyol, porque el barcelonismo de hoy no sabe a qué acogerse que no sea el marcador. Se marea con tantos vaivenes, ante el Madrid, el Celta o el que sea. Pero no parece un equipo camaleónico de forma intencionada, sino por un mal amasijo entre lo que fue y lo que quiere ser.

Los protagonistas pregonan que ahora son más competitivos. No especifican respecto a qué época. ¿Más que cuándo Iniesta podía ser Iniesta, Xavi tenía tiempo de ser Xavi y el equipo era el máximo goleador? ¿Más que cuando Puyol no era Mathieu y era el conjunto menos goleado? Mejor apañado que hace un curso, este Barça sufre porque no circula, pero lo paga en las áreas. Puede que sea el preámbulo de un Barça más redondo. Hoy, también es ovalado: Juega Xavi, gana Mathieu. Todo le vale más que nunca.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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