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El fútbol turco toca fondo

El tiroteo al autobús del Fenerbahce conmociona al país

Andrés Mourenza
Los jugadores del Fenerbahce observan los impactos.
Los jugadores del Fenerbahce observan los impactos.reuters

Turquía despertó ayer conmocionada ante la nueva cota que ha alcanzado la violencia en el deporte rey del país euroasiático. El fútbol turco lo había visto casi todo: insultos, disturbios, peleas y apuñalamientos entre aficionados, lanzamiento de piedras a vehículos del equipo rival… pero nunca un ataque con arma de fuego como el sufrido por el autobús del Fenerbahçe la noche del sábado cuando regresaba de disputar un encuentro en la provincia de Rize (noreste de Turquía).

La expedición del club estambulí se dirigía a la ciudad de Trebisonda para allí tomar un avión de regreso a casa cuando un individuo -se desconoce aún si sólo o acompañado- abrió fuego contra el autobús, que en ese momento atravesaba un viaducto. El doble disparo hirió al conductor del autobús en cabeza y boca, aunque antes de caer inconsciente logró mantener la dirección del vehículo, lo que permitió que un encargado de seguridad tomase el control del vehículo y frenase, evitando así que el autobús saliese de la carretera y cayese al vacío.

Aún se desconoce si fue un ataque individual o intervino más gente

De acuerdo a varios medios turcos, el disparo se efectuó desde un automóvil situado en el carril contrario. En una rueda de prensa en la que hizo un llamamiento a "mantener la calma" ante los hechos, el ministro del Interior turco, Sebahattin Öztürk, explicó que la policía halló ayer el presunto arma del crimen: una escopeta de caza a la que se había borrado el número de serie, lo que podría indicar que el atentado había sido preparado de antemano. Para el secretario general del Fenerbahçe, Mahmut Uslu, "el objetivo (del ataque) está claro: que volcase el autobús y muriesen los futbolistas".

Aún se desconoce si el ataque fue obra de un desequilibrado, un hooligan o se trató de un atentado terrorista -en un momento en que Turquía pasa por un momento de gran agitación política y social- pero las autoridades afirman que ya están sobre la pista del o los agresores. Algunos jugadores de la liga turca reconocen en privado que se sienten inseguros, por lo que el ministro del Interior ha prometido que, si bien el autobús atacado, iba protegido por dos coches de policía, se valorará "incrementar la seguridad de los equipos en los desplazamientos fuera de casa".

"Hay que acabar con esta cultura de las armas", coincide gran parte de la sociedad

El futbolista holandés y exjugador del Fenerbahçe Pierre van Hooijdonk recordó en su cuenta de Twitter que, en la misma carretera, sufrió un percance parecido en 2004: "El autobús fue atacado con ladrillos. El conductor y Serkan (un futbolista) resultaron heridos. Casi caemos al Mar Negro". El Fenerbahçe es un equipo tradicionalmente odiado por el resto de las aficiones y con especial ahínco por los seguidores de Galatasaray, Besiktas y Trabzonspor. Con éste último equipo, de la provincia de Trebisonda, donde se produjo el ataque, las relaciones han ido de mal en peor desde 2011, cuando el Fenerbahçe se proclamó campeón de liga por delante del Trabzonspor. Ese mismo año se había destapado un escándalo de corrupción y partidos amañados que salpicó principalmente al Fenerbahçe, vetado por ello de las competiciones europeas. El equipo de Trebisonda sostiene que ese título debería estar en sus vitrinas dado que el Fenerbahçe amañó encuentros durante esa temporada. "Desde entonces hay gran tensión entre ambos equipos. La elección de Ibrahim Haciosmanoglu como presidente del Trabzonspor en 2013 ha calentado más el ambiente porque continuamente hace declaraciones muy duras contra el Fenerbahçe", explica a EL PAÍS un analista deportivo que pide el anonimato.

Pero ¿cómo se ha llegado a este nivel de crueldad? Según el periodista deportivo de la cadena NTV Güntekin Onay está relacionado con la "cultura de la violencia" presente en Turquía: "La gente va por ahí con pistolas y navajas, golpea a otras personas, dispara y nadie se inmuta. Hay que acabar con esta cultura de las armas". Cabe recordar que, además de los disturbios y enfrentamientos entre aficiones -pan nuestro de cada semana en los estadios turcos en las últimas décadas-, en varias ocasiones se han producido heridos también cuando los aficionados han salido a la calle a celebrar victorias de sus equipos o de la selección pegando tiros al aire.

Probablemente la liga será suspendida durante una semana

"Es un grave problema que los insultos y los ataques a los jugadores se vean como algo normal. Pero esta cultura no es algo que deba ser así siempre. Mediante la ley se puede acabar con ello", opina el exjugador del Fenerbahçe Ridvan Dilmen. De hecho, esta temporada se ha aplicado por vez primera el sistema Passolig, que ha sustituido las entradas por una tarjeta electrónica que obliga a los asistentes a una identificación completa. El nuevo sistema ha provocado que los estadios tengan menos público, pero la violencia se ha reducido considerablemente.

Para hoy se ha convocado una reunión extraordinaria de representantes de los clubes, la Federación de Fútbol y el Gobierno, en la que se espera que la competición sea suspendida al menos durante una semana, tal y como exige el Fenerbahçe. "Estamos valorando todas las opciones", aseguró el presidente la Asociación de Clubes, Göksel Gümüsdag. Desde luego, algo habrá que hacer. Porque, esta vez sí, el fútbol turco ha tocado fondo.

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