Rossi se impone en el GP de Qatar
El italiano frena a las Ducati en la primera carrera de la temporada Otros dos italianos, Dovizioso e Iannone, completaron el podio y Márquez fue quinto Hacía 10 años que ningún español se subía al podio en ninguna categoría
Incluso él llegó a dudar de sí mismo. Aunque sólo fuera unas milésimas de segundo, como esas milésimas que en las carreras de motos reparten la gloria. Cuando Valentino Rossi suplicó a Yamaha que le abriera, otra vez, las puertas lo hizo porque quería asegurarse de que seguía siendo él mismo. No encontraba la manera de entenderse con aquella Ducati, indomable desde que dejó de pilotarla Casey Stoner. Y quiso averiguar si la culpa era de la Desmosedici o de él, que tanto había ganado durante tantos años. Ha ido encontrando las respuestas poco a poco. A base de mucho trabajo. Ha cambiado sus hábitos y hasta de jefe de mecánicos, y trabaja sin descanso, en el gimnasio y en la pista, siempre acompañado de pilotos jovencísimos que le enchufan el alma. Si el año pasado ya se le vio disfrutar de nuevo montado en su adorada M1, este curso lo empieza con una victoria que es toda una declaración de intenciones. Otros dos italianos, Dovizioso e Iannone, completaron las tres primeras posiciones. Es el primer domingo en muchos –desde el gran premio de China, en mayo de 2005– en que ningún español se subió al podio en ninguna categoría.
Clasificación
1. Valentino Rossi (ITA/Yamaha)
2. Andrea Dovizioso (ITA/Ducati)
3. Andrea Iannone (ITA(Ducati)
4. Jorge Lorenzo (ESP/Yamaha)
5. Marc Márquez (ESP/Honda)
6. Dani Pedrosa (ESP/Honda)
La victoria que sumó en el gran premio inaugural de la temporada, en Losail, es de las que le gustan: peleadas, desde atrás, con adelantamientos al filo, y una última vuelta de vértigo. Hacía muchos años que al mito no se le veía tan contento, a veces resignado a ser mito antes que piloto, cosa que le agrada bien poco. Quiere vivir del presente Rossi. Y vista la carrera en Qatar, sólo depende de él mismo.
El de Yamaha era décimo tras la primera vuelta, un primer giro que dejó algunas sorpresas: al campeón del mundo, Marc Márquez, se le acumuló el trabajo en las primeras curvas, perdido entre el grupo, se pasó de frenada y acabó saliéndose y esperando en la escapatoria de la primera curva a que pasara el pelotón para poder incorporarse sin riesgos. Tuvo que remontar desde la última posición y los rivales no le dieron más opciones que ser quinto. Terminó el de Honda por detrás de las dos Yamaha y las dos Ducati, las auténticas anfitrionas de la fiesta, las que completaron el podio, con un Dovizioso magnífico. Eso sí, pudo finalmente superar a su compañero de equipo, Pedrosa, que también tiró por la borda el excelente trabajo del fin de semana y no pudo recuperar luego lo que perdió en los primeros giros.
Sí lo hizo Rossi. Aunque poco acertado en los primeros compases de la prueba —arrancaba desde la octava posición, lo que tampoco ayudaba demasiado—, encontró pronto su ritmo y su sitio; fue, además, el único que calzó el neumático delantero más duro, pensaba que le ayudaría en los minutos finales, y así fue. Mientras su compañero de equipo, Lorenzo, firmaba un inicio de carrera demoledor —peleó con Dovizioso, en la pole, por la primera posición desde que se apagó el semáforo— él iba escalando puestos con paciencia. Lorenzo tiró y tiró, se llevó consigo a las Ducati, y confió en jugarse la partida con Dovi en la última tirada. Pero no resistió tanto. Pagó el esfuerzo. Y en cuanto Rossi les alcanzó, impuso sus propias normas.
Ocurrió en Qatar que la fábrica más poderosa vio como sus pilotos se quedaban fuera de la fiesta. A las Honda, algo menos competitivas en los primeros giros, con depósito lleno, como ya ocurría un año atrás, no les bastó con recuperar en la segunda parte de la prueba. Ya lo sabían: la competencia se ha puesto las pilas. Y ya no sólo se pelean con los pilotos de Yamaha, que además este año parten con las ideas más claras, con una moto mejor en frenada y tan equilibrada como aquella con la que terminaron el 2014. Las cosas han cambiado. Lo ha hecho radicalmente la Ducati. Y su Desmosedici GP15, con alas o sin ellas, es hoy una máquina mucho más manejable, más menuda, que por fin gira y que es, todavía, insuperable en las rectas, como se encargó de demostrar Dovizioso una y otra vez, se peleara con Lorenzo o con Rossi.
Fue a falta de cuatro giros cuando el nueve veces campeón del mundo enseñó sus cartas. Dovizioso, por fin, le aguantaba a Lorenzo en frenada en la primera curva; y después de muchos intentos hacía buena la ventaja tomada en la recta. Y Rossi aprovechó para atacar al debilitado Lorenzo, que también sucumbiría poco después ante Iannone, en la recta, claro. Las últimas tres vueltas fueron puro espectáculo. Dovi y Rossi, Rossi y Dovi se peleaban por el primer puesto a cada curva, hasta que el de Ducati se imponía en la recta. Pero resistió la M1 en el momento clave, en el penúltimo paso por meta, después de imponerse en esa deliciosa sucesión de curvas a la derecha con que el circuito de Losail da paso a los últimos metros; y en la recta, ahí donde debería haberse producido la estacada, aguantó Rossi cual jabato. Y bordó el último giro. Y estalló de alegría.
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