El Calcio, en manos de los Ultras
Los grupos radicales, que ejercen como capos, exigieron a la plantilla de la Roma que diera explicaciones por la derrota Hoy los del Milan han lanzado un ultimátum a Berlusconi y Galliani
“Para los que viven en el extranjero todo esto es una locura, pero en Italia se considera normal que los ultras se planten en un vestuario o en el campo de entrenamiento a pedir explicaciones a técnicos y jugadores. Como si el futbolista o el entrenador fuera su empleado y no un empleado del club”. Así reflexionaba Damiano Tommasi, presidente de la Asociación de Futbolistas (AIC), la última vez que los Ultras dinamitaron el calcio. Era noviembre de 2013: los grupos radicales obligaron a suspender un partido de la Serie D (cuarta división) entre Salernitana y Nocerina. Como no podían acceder al estadio por cuestiones de seguridad decidieron que el partido no debía jugarse. Se plantaron en el hotel de concentración del equipo y amenazaron de muerte a los futbolistas del Nocerina.
El jueves por la noche, en el Olímpico de Roma, los ultras volvieron a dar una demostración del poder que ejercen. Los capos de la curva (así se llama el fondo de los ultras en Italia) exigieron explicaciones a la plantilla romanista después de la derrota por 0-3 contra la Fiorentina que supuso la eliminación de los octavos de la Liga Europa. Los capos son ellos. Y decidieron que los jugadores –capitaneados por Totti y De Rossi- no podían abandonar el estadio sin antes escuchar lo que tenían que decirles. Nadie se iba a la ducha sin antes rendir cuenta a los jefes.
Por si la charla de seis minutos no había sido suficiente, también lanzaron a los jugadores botellas de agua y mecheros. “Si la Lazio os adelanta en la clasificación, estáis acabados”, fue una de las frases que le dijeron a los capitanes, según la prensa italiana. En la primera parte, los Ultras habían abandonado el fondo por protesta a la media hora de partido. Dejaron colgada esta pancarta: "Roma está hasta la punta de la...Hasta pronto". Regresaron en el segundo tiempo y empezaron a cantar: “vais a salir de aquí cuando lo digamos nosotros” y “mercenarios, quitaos las camisetas”.
En Italia se considera normal que los ultras pidan explicaciones a técnicos y jugadores. Como si fueran sus empleados y no empleados del club", reflexiona Damiano Tommasi
Mientras tanto, la policía colocó fuera del estadio diez furgonetas blindadas para proteger la salida del autocar de los jugadores. Y los jugadores, para evitar males mayores, no tuvieron más remedio que acudir a la convocatoria de los ultras. Algo que se ha convertido en un acontecimiento normal en el calcio. Gianfranco Teotino, que fue director de comunicación de la Fiorentina durante varios años, también fue obligado en su día por la DIGOS (la policía encargada de las operaciones especiales) a aceptar y promover reuniones del cuerpo técnico y jugadores con los ultras. “Me pasó tres veces en mi primer año en la Fiorentina (2011) cuando las cosas no iban bien. Era difícil resistir a las presiones de la policía. No te daba alternativas, había que acceder a hablar con los violentos. ‘Si la lían gorda, seréis los responsables’ nos decían”.
El jueves fue la Roma. Hoy son los ultras del Milan los que han decidido hacer huelga, vaciar el fondo (el equipo de Inzaghi juega a las 20.45 contra el Cagliari) y protestar contra la política deportiva de Silvio Berlusconi y Adriano Galliani. En una carta abierta publicada ayer [“Ha llegado el momento de tomar las riendas de la situación”, se puede leer en ella] dieron un ultimátum a los mandamases del club. La carta, en la que se invita a todos los aficionados a no acudir esta noche al estadio y a no comprar merchandasing del equipo, formula cinco preguntas al presidente y termina así: “es el último llamamiento del pueblo rossonero al presidente, después de esto somos consciente de que no quedará otro camino que el de una fuerte oposición”. No se especifica qué tipo de oposición, pero la amenaza es clara.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.